Monstruos Perfectos

El juicio de Lady Di

Van tres meses del juicio montado por Al Fayed para demostrar que a Lady Di y a su hijo se los cargaron los servicios secretos británicos, y apenas tenemos claro que aquella noche estrellada Diana se había pasado con la laca y su chófer con los carajillos. O que el Duque de Edimburgo no es el protagonista de una trama de Le Carré sino un flojo secundario digno de las novelas de Barbara Cartland, abuelastra de Diana.

"Si se me pide, haré todo lo posible para ayudaros a ti y a Carlos", escribió Felipe de Edimburgo en una de sus cartas a una princesa que respondió a su suegro con una misiva manuscrita donde le llamaba Papito Pa–, y en la que repetía el mismo adverbio tres veces (en cuatro frases) y sustituía conjunciones copulativas por signos matemáticos, cual precursora del lenguaje SMS. ¡Tan del pueblo esta Princesa!

Por suerte, no todas han sido decepcionantes revelaciones epistolares; también hemos conocido el contenido de cartas de Diana a Dodi, como la que ella escribió tras haber pasado unos días en su yate: "Un millón de gracias por haber traído tanta alegría a la vida de esta chica". Que es, palabra por palabra, lo que habría dicho la caza-millonarios Lorelei Lee, mítica protagonista de esa biblia de Anita Loos, Los caballeros las prefieren rubias. Una coincidencia que demuestra dos cosas: UNA, que Diana prometía; y DOS, que, por desgracia, Loos tenía razón cuando escribió que "una chica no puede pasarse la vida riendo".

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