Buzón de Voz

Una salsa peligrosa

La economía de mercado exige que las empresas tengan beneficios y a nadie extraña tampoco que los directivos ganen más que los empleados. Lo que resulta tan incomprensible como indignante es que la diferencia entre los salarios de unos y otros no sólo sea disparatada sino que siga creciendo pese a la crisis. No tiene justificación alguna que las grandes empresas recorten plantillas una y otra vez al tiempo que los ejecutivos siguen incrementando sus bonus. No se trata únicamente de una cuestión ética y estética. La gigantesca desproporción entre los sueldos medios es injusta en sí misma, pero el concepto en que se basa es además un error, porque responde a la misma filosofía que originó el crash financiero. El incremento salarial entre los altos ejecutivos de empresas y entidades que cotizan en Bolsa obedece en buena parte al sistema de incentivos o bonus ligados a la evolución del valor de las acciones o al logro de beneficios a corto plazo. Esa es la salsa en la que mejor cuece la economía especulativa. En lugar de promover la toma de decisiones que aporten solidez, estabilidad y fortaleza a medio y largo plazo, las cúpulas empresariales favorecen con este sistema los suculentos pelotazos y la creación de burbujas. Resulta escandaloso que además se aborden prejubilaciones de lujo subvencionadas en parte por el erario público. La nueva Ley del Mercado de Valores introduce algún tímido control en las remuneraciones de la banca. Falta más regulación.

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