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“Lo común y lo colectivo”, claves para un sistema nacional de salud fuerte

Hemos aplaudido con orgullo a los profesionales sanitarios durante el confinamiento. Haciéndolo honramos su profesionalidad y el valor que han demostrado poniendo en riesgo su salud y la de los suyos, enfrentándose a una enfermedad transmisible hasta ahora desconocida. Aplaudiéndoles hemos aclamado también a nuestro Sistema Nacional de Salud: las personas, la organización y la infraestructura sin la cuales el trabajo de los sanitarios no hubiera podido tener lugar.

Si queremos poder seguir aplaudiendo nuestro Sistema Nacional de Salud en el futuro, tanto en situaciones excepcionales como en situaciones de normalidad, es necesario que lo reforcemos ahora. Para reforzarlo adecuadamente necesitamos apostar claramente por dos conceptos muy relacionados pero que no significan exactamente lo mismo: «lo común» y «lo colectivo».

Con «lo común» hablamos de aquello que es público, que es de todos y todas, y que por definición no se priva a nadie. Apostar por "lo común" significa en primer lugar apoyar y potenciar decididamente los servicios y prestaciones sanitarias públicas, y por tanto ponerle freno al proceso privatizador que ha estado llevándose a cabo de forma tan evidente en los últimos años. Sabemos que en España el porcentaje de gasto sanitario del total del PIB ha disminuido en la última década, mientras que el porcentaje de este gasto que corresponde al gasto sanitario privado ha ido aumentando. Revertir esta tendencia es imprescindible si queremos preservar la calidad de un sistema sanitario que hasta ahora es considerado de los más eficientes de Europa. También en esta línea, apostar por «lo común» requiere que los poderes públicos garanticen la redistribución de la riqueza de modo que el Sistema Nacional de Salud reciba una financiación adecuada y sostenible procedente de los impuestos, garantizando que aporte más a la salud el que más tiene.

Elegir «lo común» significa también garantizar la universalidad de unos servicios de calidad, de modo que nada, más que el hecho de existir, condicione la atención sanitaria de cualquier persona en condiciones de igualdad. Proporcionar la misma asistencia sanitaria a personas españolas y a personas extranjeras permite garantizar el derecho humano a la salud y además sabemos que es la forma más rentable de mantener el mejor estado posible de salud de toda la población que vive en un mismo territorio. Se hace por tanto imperativo ponerle freno a los mensajes xenófobos y equívocos de la ultraderecha en estos tiempos de pandemia. Además, para que la universalidad de la asistencia sea real de facto es necesario modificar el actual RDL 7/2018 sobre el acceso universal al Sistema Nacional de Salud, eliminando las trabas administrativas existentes que hacen que no todas las personas puedan acceder a una tarjeta sanitaria en el territorio español.

Apostar por «lo común» es también garantizar la equidad en salud, contribuyendo a que las personas puedan alcanzar su máximo potencial de salud independientemente de su posición social y económica. Es reconocer que no todas las personas tenemos el mismo grado de vulnerabilidad frente a la enfermedad y que esto ha de ser tenido en cuenta si queremos que las prestaciones y servicios de salud sean asignados según la necesidad.

¿Y sobre «lo colectivo»? Este concepto tiene que ver con la comunidad, con la población, en contraposición a lo individual. Apostar por lo colectivo es potenciar y cuidar el enfoque poblacional de los servicios de salud, entendiendo que muchas de las intervenciones dirigidas a mejorar la salud o a evitar la enfermedad deben desarrollarse a nivel poblacional y no individual. Ya disponemos de servicios sanitarios con este enfoque poblacional y comunitario, son lo que denominamos Servicios de Salud Pública; encargados de analizar, diagnosticar, prevenir la enfermedad y promover la salud en la población en su conjunto. Lamentablemente estos servicios y los profesionales que trabajan en ellos no han recibido un apoyo y una financiación acorde a la importancia de su labor. Es más, en muchas comunidades autónomas han sufrido recortes considerables.

La pandemia de la covid-19 está poniendo de relieve las consecuencias de no disponer de unos Servicios de Salud Pública a la altura de las circunstancias. Faltan epidemiólogos y epidemiólogas que generen datos e información de calidad cuando se necesitan, son necesarios profesionales que realicen la importante labor de estudiar a los contactos de enfermedades transmisibles como la covid-19, es imprescindible que exista una buena coordinación con los servicios asistenciales, tener independencia suficiente de las instancias políticas en la toma de decisiones sobre la salud de la población, etc. Un buen primer paso para potenciar los Servicios de Salud Pública sería aplicar adecuadamente la Ley General de Salud Pública de 2011.

Impulsar «lo colectivo» es dar valor y potenciar lo comunitario, entendiendo que la ciudadanía puede y sabe organizarse para lidiar con los problemas de salud que afectan a sus comunidades. Existen en nuestro país numerosas experiencias de intervenciones en salud en el ámbito comunitario que podrían tener un impacto aún más positivo si estuviesen apoyadas por las administraciones públicas de una forma horizontal y realmente eficaz.

Apostar por «lo colectivo» también significa entender que la salud está socialmente determinada, comprender que las dinámicas de los procesos de salud y enfermedad tienen lugar en marcos económicos, culturales y sociales que las condicionan enormemente. Muchas de las políticas públicas con mayor impacto en salud no se circunscriben al sector sanitario, sino que tiene que ver, por ejemplo, con la educación, los servicios sociales, la igualdad entre hombres y mujeres o la lucha frente al cambio climático. Es lo que denominamos salud en todas las políticas, la consideración de los efectos en la salud de todas las políticas públicas. Un impulso decidido a la salud en todas las políticas por parte de nuestros gobernantes podría ser una de las mayores inversiones en la salud de toda la población.

Como ejemplo de esta apuesta por «lo común» y «lo colectivo», Médicos del Mundo y treinta organizaciones sociales más hemos elaborado 12 recomendaciones para que la Comisión para Reconstrucción Social y Económica del Congreso pueda avanzar en el bloque de "Refuerzo de la Sanidad Pública" con medidas concretas, asumibles y eficientes, a través de la iniciativa

 

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El (des)interés de Manuel Valls y los acólitos de Colau

SERGI TARRÉS
Licenciado en comunicación audiovisual y asesor político de ERC

Las élites, los de la "casta", parece que han tomado una decisión. De hecho, la misma decisión que llevan tomando desde siempre: mantenerse en el poder e intentar convertir el perímetro del status quo en granítico, inamovible. Las sombras de estas élites llegan a lo impensable y lo hacen a través de los medios corrompidos, serviles y absorbidos por la necesidad de sobrevivir en un mar de competencia capitalista descarnada e inhumana que no entiende nada de valores sociales y sí mucho de valores bursátiles.

El pasado domingo ERC obtuvo una victoria indiscutible en las urnas, el republicanismo independentista de izquierdas ganó en la ciudad de Barcelona e irrumpió con una fuerza inusitada en consistorios en los que nunca había tenido representación. Poblaciones con extracciones sociales para nada nacionalistas y de corte obrero, con ascendientes familiares venidos del resto de territorios del Estado décadas atrás. El partido de Oriol Junqueras, un preso político, ganó las municipales en el principado de Catalunya así como las generales del pasado 28 de abril. Ni el encarcelamiento, ni la represión, ni la manipulación de los medios han podido con él y de hecho lo han reforzado como nunca. La injusticia la pagan los injustos, más tarde o más temprano.

La "razón de Estado", no en vano, parece que lo aguanta todo y, a la vez, nada como el Procés de emancipación catalán ha hecho tambalear el Régimen. La única amenaza al candado del 78 ha sido el empuje hacia la República Catalana y el ejercicio de la autodeterminación. De aquí los nervios y la desesperación que lo han llevado a hacer cosas impensables tiempo atrás, encarcelar cargos electos, activistas, etc. Y el problema viene cuando las urnas nos vuelven a dar la razón. Esta vez en la capital de Catalunya y en las europeas.

Lo que demuestra una vez más la desesperación es ver como ínclitos columnistas de derechas, líneas editoriales afines al status quo empezaran a hablar bien de Ada Colau justo un par de días antes de las elecciones del domingo. El espacio de Colau y lo que viene a representar es vendido como un órdago peligroso, revolucionario, bolivariano y terrorista hasta que este puede ser clave para que el independentismo puede tener la alcaldía de una de las ciudades más importantes para el Íbex. Como mínimo es curioso.

Ahora bien, lo más sorprendente es ver las réplicas de algunos acólitos, muy comunistas ellos, muy de izquierdas ellos, empezando a convergir con las editoriales cavernarias. Y lo más surrealista, estos son los que intentan blanquear a un Manuel Valls que, rebotado de su fracaso en Francia, vino a Barcelona a comerse el mundo de la mano de una de las fuerzas más reaccionarias de los últimas décadas -que pacta con VOX en Andalucía e intenta esconderlo-. Dicen que bueno... al fin y al cabo Valls viene de los socialistas franceses, o sea, que también es progresista. Iceta, otro que dice ser "la izquierda", no le tiembla la voz para decir que harán lo que haga falta para que el independentismo no tenga la alcaldía. La maniobra pasa por conseguir un pacto BeC, PSC, C’s (Valls) para que Maragall no sea alcalde y lo continúe siendo Colau. Es decir, todo lo que haga falta para evitar lo que la voluntad popular ha querido que sea. Valls y Iceta representan el status quo como nadie en este contexto, ustedes mismos.

Que el status quo tenga miedo es normal y también quiere decir que se ha hecho algo bien en Catalunya. No tan normal es que los que se las dan de representar el rupturismo sean los primeros en blanquear las maniobras para que no se tambalee.

 

 

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La sororidad como práctica política

Me encontré con Carmen Alborch hace siete años, cuando yo acababa el máster de Género y Políticas de Igualdad. En ese momento formaba parte de un colectivo de estudiantes feminista de la Universidad de Valencia y participé activamente en la constitución de un nuevo colectivo en Valencia bajo el nombre Cultura por la Igualdad: Círculo Feminista. Junto con otras compañeras del mundo asociativo, sindical, empresarial y político, teníamos la pretensión de crear un espacio de encuentro lo más ancho posible de organizaciones y mujeres comprometidas con el logro de una sociedad y un cultura igualitarias. Más concretamente, queríamos organizar un frente común de resistencia y movilización feminista en todos los ámbitos de la sociedad valenciana ante la amenaza a los derechos de las mujeres y en las políticas públicas de igualdad que suponían tanto el gobierno autonómico como municipal del Partido Popular. Bajo ese paraguas organizaremos debates y encuentros de temáticas muy diferentes para llegar a las mujeres, y los también hombres de la ciudad, y generar opinión y sensibilización.

Desde ese momento, aprecié como una de las grandes cualidades de Carmen su gran capacidad para tejer redes y facilitar encuentros, proyectos y afectos entre las personas. Especialmente entre las mujeres. Era una gran creyente y practicante de la ética de la sororidad. Nos invitaba a hablar sobre nosotras, las mujeres. A reflexionar sobre las relaciones que establecemos con otras mujeres, para superar la atávica misoginia. Escribía en su libro Malas (2003): «Nos conviene liberarnos de ciertos miedos paralizantes, romper el cerco de los tópicos, los estereotipos, de los lugares comunes acerca de nosotras, y darle un papel protagonista a la creatividad, la franqueza, el respeto, la alianza, la complicidad».

Otra cualidad que reconozco y he admirado siempre en ella, como un rasgo esencial y cautivador de su manera de estar en el mundo, era su libertad. Mirándola me daba la impresión de que todo era posible, que ella era plenamente la dueña de sí misma y de su existencia.

Me pregunto si ha sido eso, junto con las diferentes responsabilidades y la proyección pública, lo que ha hecho de Carmen un símbolo de nuestra ciudad. De la modernidad, libertad y amabilidad que potencialmente tenía el ‘Cap i Casal’ pero que parecía que nunca podría volver a brotar por culpa de la mediocridad, la auto-odio y el meninfotismo con que nos maltrataba la derecha valenciana.

El pasado 9 de Octubre, día de la Comunidad Valenciana, Carmen fue reconocida con la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana. En su discurso de agradecimiento destacó dos palabras como síntoma de los nuevos tiempos: lucha y esperanza. Una lucha y una esperanza que precisamente han vuelto a brotar. Ahora luchamos y trabajamos, como antes, por el mundo justo, solidario e igualitario que queremos. Ahora, además, tanto desde el Gobierno del Botánico como desde el Gobierno de la Nave de Valencia, ponemos al servicio de ese mismo objetivo las políticas y recursos públicos.

En ese acto Carmen también expresó su deseo de que el feminismo fuera declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como el gran movimiento social que ha conseguido, como ningún otro, que más de la mitad de la población mundial gane derechos de ciudadanía y libertades individuales y colectivas impensables hace un siglo. Tomamos su testimonio: hagamos de las políticas públicas, políticas públicas feministas; pensemos las calles y hagámoslas nuestras; ocupemos las estructuras de poder para limpiarlas de violencia y de imposición; entrelacémonos unas con otras para construir comunidades donde la alegría y los cuidados estén en el centro.

Más allá de las discrepancias partidistas, Carmen nos abrió camino a todas. Y se lo agradeceremos siempre. Buen viaje, maestra.

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Otras miradas

Más Lorca, menos policía

JOSÉ ÁNGEL HIDALGO. Funcionario de prisiones, periodista y escritor, autor de la novela Sal en los zapatos (editorial Verbum, 2017)

Escuchad amigos guardias civiles, amigos policías nacionales, queridos compañeros de Ministerio, atended un momento, sí, que es desde el más sórdido de los resentimientos, con tinta bullente de malestar y envidia, como os escribo estas líneas feroces.

Oh, es que no es para menos: ya se cuenta en el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado que en breve vais a ganar mucho más que un maestro de Escuela, más que un profesor de Instituto, más que un médico de la Seguridad Social, muchísimo más que un inestable docente universitario... casi como un juez en sus primeros años de carrera. Y más que yo mismo, claro, un humilde funcionario de Prisiones: por eso me muero de la envidia, atendedme, que es por eso que estoy que no me hallo, compañeros, os lo digo ya, aunque creo que percibo esa desazón como biela intelectual que rota a gran velocidad generando calor y cambio, que excita en mi cabeza ideas que al final, pienso, a todos nos pueden interesar. A vosotros también.

Pues sí, estas cuentas del Estado confirman que estamos construyendo un país de locos que ya no tendrá remedio en muchos años. Pienso que si don Gregorio (Fernán Gómez) el maestro fusilado de La lengua de las mariposas, saliera del hoyo y ojeara redivivo esos Presupuestos, pediría ser pasado por las armas de nuevo, que le echaran otra vez a la fosa con un murmullo íntimo de pesadumbres: estas cuentas del Estado le confirmarían que se ha perdido otra vez la oportunidad de que una generación entera crezca libre en España.

Pensaba este maestro ejemplar que no puede haber hombre y mujer libres sin Educación ni Cultura, y esto, que parece una frase de película, es en realidad un dato científico. ¿Libres los niños hoy, educados por un profesor que gana menos que un guardia? Gruñiría don Gregorio: ¿Pero qué sindiós es éste?, ¡este país es la monda!, pues cómo se puede apostar así, con esa brutalidad presupuestaria, por vosotros, amigos policías, amigos guardias civiles, pensaría el viejo maestro, antes que por lavar de pus una década de tajo y pinchazo a la Educación, a la Sanidad, ¡a la Justicia!… y ay, a los jubilados.

Brutalidad, sí, la de los 500 a 700 euros limpios del ala más al mes para vosotros, cuerpos armados a los que admiro, eso es así, pero ni la mitad de lo que me pasma un profesor fajado ante cuarenta niños en la refriega del aula; o un médico que no da abasto con su lista de espera; o un colega funcionario de prisiones más solo que la una en mitad de un módulo rodeado de cien cacos...los que vosotros nos vais trayendo día a día dentro de los furgones.

Pero sed conscientes, pensad por un momento, ¿qué se os exigió, amigos policías nacionales, amigos guardias civiles, en pública oposición? ¿Qué se os pidió para adquirir vuestra plaza en pública concurrencia de titulaciones, doctorados, saberes u otros méritos? ¿Echamos cuentas de lo que hubieron de romperse los codos a base de duro estudio un profesor, un médico, un juez, hasta un funcionario de prisiones para aprobar?

Que sabéis atinar con la pistola, desenfundar con oportunidad, me dicen para poneros en valor, y ya os digo que tenéis mi admiración por ello, así es, pero oídme, que mucho más me asombra el maestro que sabe despertar la pasión de sus discípulos por la vida y los versos de Federico García Lorca.

Qué fascináis con el manejo de motos BMW y aeronaves, me susurran por lo bajini, para advertirme del embolado en el que me meto, y acepto que ya quisiera yo pilotar mi Ducati con la prestancia de un Guardia Civil (40 años llevamos saludándonos con la cordialidad propia de motoristas por las carreteras de España), pero qué le voy a hacer, me atengo firme a lo que pienso, y es que más me admira cómo se enfrenta un solo médico a los quebrantos de salud de un pueblo perdido en la Mancha donde ni siquiera hay ambulancia.

Que echáis el guante al malo con añagazas pensadas con suma astucia y diligencia, me informan; ya, ya, si es así, pero es que pienso que saberes de mayor nivel despliega sin infraestructura ni apoyo, ni siquiera el aliento de un digno salario, un investigador del CSIC, oh, este sí que héroe anónimo de verdad.

Ay, se me grita ya sin miramientos, pero es que los cuerpos armados están llenos de eso, de héroes anónimos que se juegan la vida por los españoles todos; y yo digo, claro que sí, claro que se merecen todo nuestro respeto y cariño, y el mío lo tienen por duplicado, pero oiga, que también se juegan la vida todos los días los funcionarios en las prisiones de España, ¡hasta los médicos arriesgan su integridad en los centros de Salud! ¡y los mismos profesores en los institutos! ¡Si disponen hasta de protocolos anti agresiones! De lo que no disponemos los demás es de vuestra engrasada artillería, queridos compañeros de Ministerio.

Ah, pero don Gregorio redivivo se hubiera escandalizado superlativamente de un factor particular de esta ecuación presupuestaria, y es que no entendería por qué casi nadie se queja de esta bárbara discriminación que condena a un país a insistir en la derrota más absoluta de su futuro. ¿Tanto miedo hay?

Pues como estoy revuelto de envidia, ya digo, pues me da que pensar que lo de vuestro incremento salarial (casi atómico) es una decisión nada ligera del ministro Zoido, tomada en el momento álgido de una berrea, el conflicto separatista, en la que dos ciervos se disputan frenéticos la cópula de una Cataluña que, odiosa, se resiste. Al embestir entre ellos no lo hacen con la cuerna, sino que se zurran con las astas de dos banderas españolistas (que no españolas) con los emblemas bordados de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Me da que pensar, sí, que os usan compañeros para amedrentar a los catalanes, e inflarse a cosechar votos en la España abisal (extensa y profunda); y vosotros, claro, pues os dejáis querer: por 500 o 700 pavos limpios al mes...ay, ya los quisiera para mí: me atormentan esos emolumentos, y me pregunto por qué no hace Zoido bandera españolista conmigo, con mi pobre emblema personal... si yo me dejo querer señor ministro, si yo me dejo.

Cada vez que veo La lengua de las mariposas me inflamo de gran emoción al pensar en ideologías fundadas sobre la bondad del hombre, y en los prodigios que en su naturaleza puede obrar un profesor: si se fomentara la escuela pública, nos diría don Gregorio, maestro fusilado, si protegiésemos al débil dándole herramientas de liberación... oh, pronto clausuraríamos comisarías, talegos y cuarteles, sí , y éste es amigos guardias civiles, amigos policías, un cálculo sociológico que no admite reparo o duda: tan matemático es que comparte ciencia con aquello de abrid escuelas y se cerrarán las cárceles, un pensamiento brillante de Concepción Arenal que me abrasa la vista cada vez que lo leo: es máxima exacta, limpia, que deslumbra con la luz mediterránea de Sorolla y la sencillez mayestática de una fórmula de Newton.

Pero en España, hoy, en esto de Libertades, Educación y Cultura se suma del revés; no es esa la ecuación principal de estos Presupuestos Generales del Estado. Los miro de reojo y se me llena el alma de alquitranes; comiéndome las uñas de rabia, me pregunto, como lo haría don Gregorio, por qué no saltan de indignación los médicos, los maestros, los secretarios de los juzgados, tantos y tantos funcionarios que a pesar de una década de recortes ponen en marcha día a día una administración pública que es lo único decente que le queda a este país lleno hasta la cofa de fachas.

Siento entonces el impulso de requerir atención general para conminaros a todos a gritar juntos, ¡más Lorca, pijo, menos policía!... sí, eso es lo que hemos de reclamar, más Lorca, menos policía, todos hasta que nos asome sangrante, como viva, la nuez del pescuezo... Que perdemos España, que se nos va al garete para siempre... Más Lorca, menos policía, todos junto a nuestro querido maestro, pues con el flujo incesante de versos de Lorca en las aulas, en una sola generación que crezca con su canto os quedaréis (nos quedaremos) sin trabajo, amigos guardias civiles, amigos policías. Sí, esas son mis cuentas de funcionario de Prisiones desazonado por vuestros 500 pavos, mis cálculos de resentido que agazapa su envidia entre los buenos pensamientos de don Gregorio.

Pero os advierto que esta mala baba no quita ni un ápice de verdad a mis palabras, ya os lo digo, y sin necesidad de recurrir a Lorca, tengo aún unas cuantas propuestas científicas más para apuntalar mi posición: a ver, para qué queremos tanto cuartel, cárcel o comisaría si mandando a hacer puñetas la ley mordaza y legalizando la venta de marihuana, se desatascan ipso facto los juzgados; si sustituyendo el coche de gasolina por el eléctrico, se evapora como por encantamiento el islamismo criminal; si educando con ahínco y presupuesto, la única manada a controlar será la del ganado bravo de San Fermín; y tantas y tantas cosas buenas que se pueden obrar desde el estrado de un aula.. ¿Verdad don Gregorio? Porque, qué son una comisaría, una cárcel o un cuartel, sino la expresión de un fracaso colectivo, el de una sociedad que ha renunciado a educar.

Veis, esto es lo que traen las reflexiones movidas por el malestar que tengo por vuestra mejora salarial. Por lo tanto, os pido que me juzguéis con cierta indulgencia amigos guardias civiles, amigos policías, pero nunca que me disculpéis, pues han sido éstas unas palabras dichas con una verdad animada por el fulgor de una gratuita autodestrucción. Ah, y gracias por leerme.

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El procés: psicologia de masses al segle XXI

Joseba Achotegui. Psiquiatra. Psicoterapeuta. Secretari General de la Secció de Psiquiatria Transcultural de l’Associació Mundial de Psiquiatria i professor titular de la Universitat de Barcelona.

És un clàssic en psicologia el plantejament que els grups, les masses, tenen un funcionament molt més primitiu i irracional que el que tenen les persones una a una, individualment, que es considera que tendeixen a comportar-se de manera més lògica i analítica.

Doncs bé, aquesta diferenciació està saltant pels aires en la societat actual en què la distància entre l’individu i el grup, és cada vegada menor, cada vegada hi ha menys intimitat. Mitjançant el whatsapp, de les xarxes socials, de la permanent recepció d ‘ «informació» des dels nostres grups de referència, cada vegada estem més immersos en el grup. Això ho hem viscut a Catalunya de manera intensíssima aquestes últimes setmanes.

I si per fi tenim un moment per estar amb nosaltres mateixos i poder pensar pel nostre compte i risc, la característica d’invasivitat que tenen les xarxes socials ens impedeix realment saber què sentim o què pensem sobre la realitat, en aquest cas, el Procés. Vivim en un context en què hi ha una interrupció sistemàtica i contínua de la cadena del pensament, el curs del pensament, una cosa fonamental per a realitzar mínimament bé qualsevol anàlisi, qualsevol valoració de la realitat, i més si és una realitat complexa, com en aquest cas . No és estrany que en aquest context, la venda de llibres hagi caigut un 20%, com ens estan assenyalant les llibreries. Tot això, des de tots els punts de vista, recorda els funcionaments sectaris, estructurats per trencar la resistència a la crítica de l’individu, per controlar la seva ment, aconseguir que no surti de la bombolla. I pobre del dissident!

A més, en la societat del segle XXI se’ns ha adoctrinat insistentment en la idea que l’emoció i la intuïció són les millors guies de la nostra conducta i que la raó és una antigalla, una mica passada de moda, que ja avui no es porta, i que a més requereix esforç. I en relació al Procés no és estrany sentir a persones que et diuen que tot aquest tema els produeix una gran emoció, «els posa» i que si així es troben molt a gust no tenen per què plantejar-se res més. Estan vivint al màxim aquesta «experiència». La seva guia és l’emoció, la resta és secundari.

No és fàcil per a ningú pensar enmig d’aquest allau de pressions emocionals, en un context amb freqüència, des de tots els costats, d’informacions esbiaixades, postveritats quan no directament mentides, vídeos trucats, intoxicacions, i informacions convertides en reality shows. Tot això en el marc d’un model social narcisista, en el qual el llenguatge es basa en parlar d’humiliacions, ofenses, ultratges, orgull …

En qualsevol cas, com era d’esperar, aquest tsunami d’emocions també ha comportat que moltes persones ho estiguin passant malament, es trobin enfadades, espantades, tristes, frustrades, davant tants conflictes personals, tantes tensions i tanta manipulació. I també hi ha hagut moltes persones que han hagut de demanar ajuda psiquiàtrica, fins i tot conec algun cas que ha acabat en el mateix manicomi.

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Es hora de despertar

Ángeles Maestro
Médico, militante de Red Roja y ex diputada en el Congreso por IU

Las Marchas de la Dignidad convocan manifestaciones el próximo sábado 25 de febrero en todo el Estado español. Estas movilizaciones forman parte del calendario acordado a nivel estatal que debe culminar en una gran Marcha a Madrid desde todos los lugares del estado el 27 de Mayo.

Tras un largo periodo de desmovilización marcado por las falsas ilusiones de cambio por la vía electoral, la avalancha de medidas adoptadas por los gobiernos del PSOE y del PP contra la clase obrera operan como un cáncer que va destruyendo las condiciones de trabajo y de vida.

Las reformas laborales, que han extendido la precariedad a millones de personas, los recortes de las pensiones, el copago de los medicamentos, la destrucción de los servicios públicos, los desahucios, la escandalosa subida de la luz, etc... no son hechos aislados. Uno sobre otro van cayendo sobre las espaldas de los trabajadores como una losa cada vez más pesada. Y esto no ha hecho más que empezar.

Es hora de despertar, y para ello, lo primero es desenmascarar  las mentiras que los grandes medios de comunicación repiten machaconamente con el objetivo evidente de impedir que la gente  reaccione.

Las declaraciones de la directora del FMI, el del Banco Central Europeo o el del Banco de España, todos ellos con salarios de cerca de medio millón de euros y con suculentos planes de pensiones, aseguran que las pensiones públicas son "insostenibles".

¿Por qué la Seguridad Social recauda cada vez menos?

Dicen que la Seguridad Social recauda cada vez menos, que el problema es que vivimos demasiado y que hay muchos más jubilados que activos. ¿Qué hay de verdad en eso?

Lo cierto es que las causas que desenmascaran la mentira de la mejora del empleo son las mismas que comprometen gravísimamente el futuro de las pensiones: la devaluación salarial, que ha reducido las bases reguladoras de cotización; el aumento del empleo temporal y a tiempo parcial; la caída del trabajo industrial en favor de los servicios de menos valor añadido y sueldo; el incremento de autónomos (en buena medida falsos) con bajas cuotas y las continuas subvenciones a la patronal por la contratación, como "estímulo a la creación de empleo".

La  bajada de ingresos de la Seguridad Social lejos de ser remediada en sus causas fundamentales, ha llevado a los últimos gobiernos a vaciar el Fondo de Reserva de la Seguridad Social que pertenece a la clase obrera. Con Rajoy ha pasado de tener 65.401 millones de euros a 15. 676.

Las condiciones de vida de jubilados y pensionistas se han deteriorado gravemente en las dos últimas décadas, a raíz de la firma del Pacto de Toledo entre la patronal, todos los grupos parlamentarios y CC.OO. y UGT. Dicho Pacto exime al Estado de su responsabilidad en el pago de las pensiones (se separan las fuentes de financiación, según el tipo de pensión) y abre vía a los fondos de pensiones  (este negocio acumulaba en 2016, 104.580 millones de euros), que para más escarnio, desgravan impuestos.

De cómo se compra la "paz social"…

El mayor fondo de pensiones de Europa es el de los empleados públicos del Estado, de dudosa legalidad y gestionado por el BBVA, CC.OO. Y UGT, con suculentos beneficios. De esta forma se explica el apoyo de ambos sindicatos a la decisión del gobierno PSOE (2011) al retraso en la edad de jubilación a los 67 años, el endurecimiento del acceso a la pensión máxima y recortar la renta media de los jubilados.

... en una situación social, esta si, insostenible.

La mayor parte de los pensionistas viven en condiciones de gran pobreza. Dos tercios de los más de 8 millones y medio de pensionistas tienen pensiones de menos de 1.000 euros. De ellos, el 40% (2,6 millones) no llegan a los 600 euros.

La injusticia es más flagrante para las mujeres: su pensión mensual promedio es inferior a la de los hombres en 421 euros.

Esta situación no afecta sólo a los pensionistas: algo más del 34% de los hogares sobreviven exclusivamente con los ingresos de una pensión.

Para dar idea de su drama cotidiano baste este dato: a partir de que en 2012 se introdujera el copago de medicinas para pensionistas, el 20% declaraba haber dejado de retirar de la farmacia los medicamentos prescritos por su médico.

Es preciso organizarse para impedir este saqueo contra la clase trabajadora

Las Marchas de la Dignidad exigen la derogación de las reformas de las pensiones de PP y PSOE, el rechazo del Pacto de Toledo y la exigencia de que todo el sistema de pensiones (pensión mínima de 1.080 euros) esté garantizado por los Presupuestos Generales del Estado.

Esta reivindicación es perfectamente factible desde el punto de vista económico. ¿De dónde, sino del dinero público han salido los centenares de miles de millones puestos a disposición de la banca, de las grandes empresas, los rescates de autopistas y aeropuertos fantasmas, etc? ¿Dónde van las escandalosas reducciones de impuestos a las rentas más altas, las SICAV, las amnistías fiscales, las enormes evasiones fiscales impunes, la corrupción político-empresarial, también impune y las grandes fortunas amasadas en la especulación inmobiliaria, los desmesurados gastos militares al servicio de las guerras imperialistas, sino a las mismas manos privadas del gran capital?

El dato más demoledor es que la productividad por persona ocupada, en el Estado español, entre 1976 y 2015 ha crecido un 61%. ¿Dónde ha ido esa riqueza producida por la clase obrera? La respuesta la conocemos: el capital se ha apropiado de su inmensa mayoría.

No hay soberanía posible en el marco del Euro y de la UE

La Seguridad Social forma parte de las administraciones públicas sometidas a los objetivos de Deuda y Déficit establecidos en el Tratado de Estabilidad, Gobernanza y Coordinación de la Zona Euro de 2012, e la Ley Orgánica 2/2012 y en el artículo 135 de la Constitución.

Las Marchas de la Dignidad plantean que es imprescindible negarse al pago de la Deuda y a los objetivos de Déficit impuestos por la UE y el FMI. Además denuncian a todas las fuerzas institucionales por ocultarlo y afirman que es imposible tener soberanía política y vivir dignamente dentro del marco jurídico-político de la Unión Europea y del Euro.

Como bien ha demostrado la dolorosa experiencia del pueblo griego, y su penosa experiencia con Syriza, no hay más salida compatible con la soberanía del pueblo que prepararse para luchar contra una Troika, que encarna los intereses del gran capital.

La lucha es el único camino

Porque en el fondo, si lo que proponen las Marchas de la Dignidad es económicamente es factible, pero imposible políticamente, es porque es una cuestión de poder político y, en definitiva, de la clase social que detenta ese poder.

Las Marchas de la Dignidad plantean a la clase obrera y a los sectores populares que, si bien las luchas por mejoras concretas son legítimas e indispensables, lo fundamental es unificar las luchas, incrementar la organización y el poder del pueblo para una tarea cada vez más indispensable: destruir el capitalismo como sistema social para poner la riqueza y el poder en manos del pueblo.