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El territorio de los hogares

DE PUERTAS ADENTRO// MARÍA ÁNGELES DURÁN

El territorio español mide medio millón de kilómetros cuadrados y requiere trabajos de mantenimiento y limpieza, igual que el aire y el agua que lo rodean. Una parte creciente de la superficie está construida; de la limpieza del parque inmobiliario se encargan las entidades públicas, las empresas y los hogares. Cuando la realizan las entidades públicas o las empresas, se considera una actividad económicamente productiva y forma parte del Producto Interior Bruto y de la Renta Nacional. Cuando se trata de la limpieza de los hogares, ni se considera económicamente productiva ni se incluye –por ahora– en el PIB. Según el último Censo de Población y Viviendas, en 2001 había 20,8 millones de viviendas, y desde entonces se han seguido construyendo a un ritmo próximo a las 600.000 nuevas viviendas cada año. El 70% de las viviendas se usa como vivienda principal, el 15% como residencia secundaria y el resto, están vacías.

Contra lo que suele pensarse, el número de metros cuadrados por persona crece en España constantemente, ya que las familias reducen su tamaño. Un informe del Seproan estima el tamaño medio de las viviendas en 102 metros cuadrados, por lo que los hogares limpian cotidianamente más de 1.500 millones de metros cuadrados, a los que hay que sumar otros 300 millones, de las viviendas secundarias. Estas cifras se multiplican por cinco o seis cuando se añaden los techos y paramentos verticales que forman las habitaciones, así como sus recubrimientos, muebles y utillaje. En conjunto, consume una cantidad ingente de tiempo, que no puede dedicarse a otras actividades.

¿Qué sucederá en el futuro? Los avances técnicos han reducido la penosidad de la limpieza, pero no el tiempo consumido, porque las aspiraciones de higiene y la cantidad de espacio y objetos disponibles han crecido más deprisa y absorben el tiempo excedente. La mercantilización ha avanzado, trasladando parte a empresas e importando trabajadores inmigrantes que la realizan in situ. Este proceso sí resulta visible con las herramientas contables convencionales y se traduce en incrementos del PIB.

Podría crearse una cultura del "no ensuciar", paralela a la conciencia ecológica que se está abriendo paso en el exterior a los hogares. O modificarse las aspiraciones y la distribución entre personas dentro del hogar. Pero hoy por hoy, los hombres que viven solos dedican un cuarto de hora diario a limpiar y ordenar, mientras que las mujeres le dedican hora y media. Y no se aprecian muchos signos de cambio, porque en la generación del relevo (los jóvenes de 18 a 24 años), el tiempo dedicado por los varones los días laborables a la limpieza y arreglo de la casa es cinco veces más bajo que entre las mujeres.

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