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Amigo neandertal

ORÍGENES// JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

Director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, Burgos

Afinales del siglo XIX los científicos y los divulgadores ofrecieron su particular visión de los neandertales, cuyos restos fosilizados estaban apareciendo en yacimientos de algunos países europeos. El aspecto encorvado, peludo, bestial y temible era común en todas las representaciones, de manera que se alejaba a los neandertales de la categoría y consideración de "humanos", que nos hemos asignado de manera gratuita a nosotros mismos.

Pero más de 100 años de investigaciones han cambiado de manera radical nuestra forma de entender la evolución humana. Ahora sabemos que los neandertales, nuestros primos hermanos, los auténticos europeos, con quienes competimos hace varias decenas de miles de años y a los que despojamos de sus territorios de caza y recolección, no eran tan diferentes de nosotros. Bien es verdad que un encuentro con alguno de ellos en cualquier estación de metro de cualquier ciudad no nos dejaría indiferentes y hasta podría producirnos una cierta inquietud. Su cráneo grande y alargado, su cara prognata y su nariz ancha y prominente no pasarían inadvertidas para un mediano observador. Si nuestro amigo neandertal estuviera bien afeitado, con un corte de pelo moderno y correctamente vestido (en ningún caso con un traje caro, que no es habitual en el metro) no tendríamos ningún reparo en acercarnos a él para pedirle información sobre alguna estación de metro. Y, ya no tenemos muchas dudas, nuestro amigo nos contestaría y hasta podríamos mantener con él una agradable conversación.

Lo que los estudios anatómicos habían sugerido ha sido ahora corroborado por las investigaciones de lo que queda de ADN en los restos fósiles de uno de los yacimientos más importantes de neandertales, que actualmente se excava en el Principado de Asturias. Los neandertales eran capaces de hablar. Tenían la base anatómica para ello y compartían con nosotros el gen que nos habilita para el lenguaje. Ahora ya nos podemos imaginar a los neandertales soltando palabrotas y echando juramentos contra los sapiens invasores.

Quizás lo más sorprendente es que neandertales y sapiens hemos heredado ese gen de nuestro antecesor común que debió vivir hace al menos medio millón de años y que, a su vez, lo heredó de otros antepasados de mayor antigüedad. Tal vez hace más de un millón de años los humanos de entonces ya podían comunicarse con su lenguaje primitivo. Poco a poco las investigaciones sobre nuestros orígenes van ofreciendo una imagen cada vez más próxima de las especies humanas pretéritas que, no en vano, compartieron con nosotros un porcentaje muy elevado de nuestro patrimonio genético.

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