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Los dislates de Aristóteles

EL ELECTRÓN LIBRE //MANUEL LOZANO LEYVA

Un profesor de secundaria fue ensalzado en un periódico por enseñar la obra de Aristóteles usando medios informáticos. El asunto, de entrada, me pareció delicioso, aunque me surgieron problemas cuando, en la entrevista, el profesor pasó de describir su loable esfuerzo pedagógico al contenido de su enseñanza. El panegírico que largó del estagirita fue ardoroso, pero me sonaba calcado del que escuché en mi bachiller, hace décadas. Parecía no prestar atención al hecho de que la historia de la ciencia moderna es, desde Galileo hasta antes de ayer, la del desenmascaramiento de las ocurrencias de Aristóteles sobre la naturaleza. No veo otra forma de catalogar afirmaciones como que las mujeres tienen una muela menos que los hombres, que la formación del arco iris exige que haya nubes, que la velocidad de caída de los cuerpos es proporcional a su peso, que el pensamiento se basa exclusivamente en el lenguaje y un sinfín de dislates más. Obviamente, Aristóteles podría haberle pedido a sus dos esposas que se contaran las piezas dentales (el lamentable estado de las dentaduras de la época no lo hacía trivial), observar arcos iris en cascadas y telarañas, dejar caer bolas de diferente peso desde cierta altura y medir el tiempo que tardaban en llegar al suelo o echar una tarde comunicándose pacientemente con un mudo. Con estos simples experimentos habría evitado cuatro barbaridades.

Con toda humildad, compañerismo y complicidad con los profesores de secundaria, me gustaría apuntar algo fundamental que se debe transmitir insistentemente a los estudiantes: la superioridad del modesto método científico respecto al tronío de los argumentos de autoridad. No deseo que el lector considere que menosprecio (demasiado) la magna obra de Aristóteles, pero qué mejor introducción a la circulación de la sangre que la idea al respecto del macedonio: "La sangre se genera en el hígado, circula muy lentamente por los vasos transformándose en carne, pasa de las aurículas a los ventrículos a través de poros y llega a los pulmones. El aire equilibra allí los tres humores del cuerpo: la flema, la bilis negra y la bilis amarilla". Para el tema de la reproducción, ahí va otra perla del profesor de Alejandro Magno: "El semen se produce en todo el cuerpo; confluye en los testículos, donde hay semen de cabeza, de pies, de corazón, etcétera. Al eyacular en la mujer, ese semen se mezcla con los efluvios de ella. Dependiendo de la cantidad eyaculada, el niño concebido se parecerá más al padre que a la madre. Demostración: los niños de una misma pareja son distintos porque sus caracteres dependen de la fogosidad del padre el día de la concepción de cada uno". Explicado todo esto con simpatía y ordenador, creo que como mejor ayudaría Aristóteles a los estudiantes es haciendo que no se les olvidaran fácilmente muchos conceptos.

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