ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

*Director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana

Dicen los que saben de estas cosas que el pensamiento simbólico es una propiedad intelectual exclusiva de nuestra especie. La capacidad de crear y utilizar símbolos para definir grupos humanos, instituciones, empresas, ciudades o países forma parte esencial de la cultura humana desde que comenzamos a pintar en la cuevas, a trazar garabatos en las rocas, a producir estatuillas de hueso y madera, o a utilizar adornos para el cuerpo. Pero el simbolismo podría tener raíces muy profundas en la especie antecesora común de Homo sapiens y los neandertales, aunque tan sólo se haya manifestado de manera explosiva en nuestra especie. Cuando en 1998 se localizó un hacha de mano tallada por las dos caras (bifaz) en el yacimiento de la Sima de los Huesos de la Sierra de Atapuerca el sentimiento fue unánime en el equipo de excavación: podría tratarse de uno de los hallazgos más importantes de Atapuerca en casi treinta años de proyecto.

Según las últimas dataciones radiométricas, el yacimiento de la Sima de los Huesos podría tener más de medio millón de años de antigüedad. Ya se ha recuperado una buena parte de la treintena de esqueletos de los humanos que sus congéneres depositaron en la Sima de los Huesos. No cabe duda de que aquellos homínidos fueron antepasados directos de los neandertales. Junto a sus restos apareció el hacha de mano, que uno de los miembros del equipo de excavación bautizó como Excalibur. La belleza de esta herramienta es espectacular. Una herramienta única, fabricada con gran esmero y sin rastros de haber sido usada. La hipótesis de que aquel bifaz hubiera sido depositado junto a la treintena de cadáveres a modo de ofrenda es demasiado atrevida porque, de ser cierta, encerraría una carga simbólica extraordinaria. Sea como fuere, el símbolo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, que se construye en Burgos, es una recreación del hacha Excalibur. Un homenaje a los humanos que la fabricaron hace miles de años.

Los neandertales se extinguieron dejando escasos rastros de una capacidad simbólica apenas esbozada. En todo caso, sus enterramientos nos hablan de unos sentimientos muy avanzados y de una complejidad mental muy notable. Por el contrario, los humanos actuales hemos alcanzado una capacidad desbordante para la representación simbólica. Por ejemplo, los orgullosos humanos de la llamada cultura occidental y del siglo XXI pertenecemos a tribus bien definidas que se identifican por sus ropajes, adornos o ideologías. Los skaters o pijos, pero también los científicos, artistas o religiosos buscamos refugio en el grupo y hacemos gala y ostentación de nuestros símbolos tribales de identidad. No hemos avanzado tanto como a veces nos han hecho creer.