Ciudadano autosuficiente

¿Hacia dónde va el ecosistema doméstico?

¿Hacia dónde va el ecosistema doméstico?

Hay casi 19 millones de hogares en España, cada uno distinto del vecino, lo que viene a decir que hay casi 19 millones de ecosistemas domésticos diferentes, cada uno con su pauta determinada de consumo de recursos y emisión de contaminantes. Aquí vamos a suponer que hay un ecosistema doméstico medio para examinar las principales direcciones de cambio que está experimentando, dentro de una tendencia general hacia la sostenibilidad (esperemos).

Hacia la electrificación completa

El carbón ya está erradicado del ecosistema doméstico, el gasóleo está siguiendo sus pasos. El consumo de GLP (gases licuados del petróleo, butano y propano) parece encaminarse a la baja. El gas natural resiste bien en su nicho de la calefacción y el agua caliente, pero se ven señales de disminución en su consumo. La eliminación de los últimos consumos directos de energías fósiles en los ecosistemas domésticos dejará a la electricidad dueña del campo. Hay dos ventajas principales en esto. Por un lado la huella ecológica de los hogares (medida en emisión de CO2 y de y gases contaminantes) disminuirá paulatinamente a medida que la mezcla de producción eléctrica se hace cada vez más renovable (ahora ya es renovable en un 50%). Por otro lado, la energía eléctrica (a diferencia de los combustibles fósiles) se puede producir en casa, gracias a las instalaciones de autoconsumo fotovoltaico.

NOTA: la biomasa y la energía solar térmica son un apoyo cada vez más importante a esta electrificación del ecosistema doméstico.

¿Hacia la desmaterialización?

La desmaterialización del ecosistema doméstico es un concepto controvertido. Hay muchos casos de elementos y procesos que mejoran claramente su eficiencia pero que desembocan en un aumento general de la huella ecológica de los hogares, no en su disminución. Por ejemplo, los envases desechables disminuyen de peso por unidad de producto contenido, pero sustituyendo a envases retornables con una huella mucho menor. O bien los frigoríficos son cada vez más eficientes, pero cada vez de mayor tamaño. O los teléfonos móviles reducen su peso, pero su multiplicación aumenta su huella global.

No obstante, hay señales de que sí hay una tendencia general a la desmaterialización del ecosistema doméstico. Un ejemplo llamativo es el consumo de agua, que se ha reducido consistentemente en las dos últimas décadas. La electrificación del parque de turismos también contribuirá decisivamente a reducir el consumo de millones de toneladas de combustibles petrolíferos. No obstante, en este caso es el coche compartido (un coche compartido puede sustituir a 10 coches en propiedad) el factor decisivo de desmaterialización. En conjunto, la multiplicación de la eficiencia energética, así como el redimensionamiento de muchos elementos del ecosistema doméstico, permitirá un aligeramiento notable del impacto ambiental en los hogares, en el camino hacia una desmaterialización efectiva.

Un ecosistema doméstico más autosuficiente... y más desacoplado

La autosuficiencia completa se puede conseguir en dos o tres hectáreas de terreno. ¿De qué hablamos cuando hablamos de la autosuficiencia en la ciudad? Aquí entran en juego un conjunto de tecnologías, conductas y prácticas interesantes. El ecosistema doméstico actual está basado en la fuerza bruta: consume gran cantidad de energía, agua y materiales, y produce gran cantidad de desechos sólidos, líquidos y gaseosos. En medio, estamos nosotros, obteniendo más o menos confort, alimentación, limpieza, ocio y todo lo que forma la llamada calidad de vida. La autosuficiencia y el desacoplamiento puede hacer que la curva de calidad vital suba, mientras que la de huella ecológica o impacto ambiental disminuya. Un hogar desacoplado obtiene cada vez mejores condiciones de vida con cada vez menos impactos negativos sobre el medio ambiente.

Edificios de consumo casi nulo... y capaces de producir su propia energía

¿Recuperar energía del agua que corre por el fregadero, mediante microturbinas? ¿Casas tan bien aisladas y ventiladas que apenas consumen energía –de consumo casi nulo? Se han hecho muchas experiencias de conservación, recuperación y "reciclaje" de la energía, que muestran un enorme potencial al respecto. Desde las sencillas ventanas de doble cristal a sofisticados sistemas domóticos.

Un paso más son los edificios de balance energético positivo, capaces de producir más energía de la que consumen. Es parte de una tendencia a la generación de energía como elemento normal del ecosistema doméstico. Tras la frustración de la energía solar térmica, que no terminó de despegar después de décadas de impulsos intermitentes, hoy tenemos una realidad que parece que se consolida: el autoconsumo a base de paneles fotovoltaicos. Tras años de incertidumbre y del famoso "impuesto al sol", parece que se avanza hacia una compensación económica justa del autoconsumo. Tendríamos así redes complejas de producción y consumo de energía distribuidas en millones de puntos, correspondientes cada uno a un ecosistema doméstico.

Hacia la circularidad

¿Es posible caminar hacia ecosistemas domésticos insertados de lleno en la economía circular? Deberían tener capacidad de reutilización y reciclaje de materiales desechados. Un ejemplo frecuente es el compostaje. En vez de llevar la materia orgánica a un lejano vertedero, cada vez hay más instalaciones de compostaje en viviendas, edificios, manzanas o barrios. Pueden terminar con el gran despilfarro de recursos valiosos que se produce con el mezclado de residuos domésticos orgánicos con otros materiales.

Otro paso más serían las viviendas de vertido cero, con circuitos cerrados de reciclaje doméstico de agua, es decir, sistemas de captación de agua en edificios y viviendas y reciclaje doméstico de agua casi completo. El doble circuito de agua en la vivienda (las aguas grises de la ducha y el lavabo se reutilizan para arrastrar desechos en el WC) ya existe en muchas casas.

Hacia el hogar climático, preparado para sortear airosamente las olas de frío y las olas de calor

Tejados y cubiertas verdes, aislamientos súper-reforzados, cristales inteligentes en las ventanas (rechazan el calor en verano, pero dejan entrar la luz), barreras vegetales. Una hábil combinación de elementos vegetales y de sistemas de construcción pueden hacer las casas mucho menos vulnerables a las inclemencias del clima. Son especialmente interesantes las cubiertas verdes y la aplicación de elementos de vegetación en hogares y edificios. Las cubiertas y fachadas verdes proporcionan aislamiento térmico y también sirven de barrera contra el ruido. Con un mantenimiento adecuado, pueden prestar un gran servicio con un coste mínimo.

Un hogar desintoxicado y descontaminado

No es fácil la erradicación de sustancias nocivas en objetos de uso cotidiano. Hay muchos compuestos potencialmente tóxicos y nocivos en infinidad de productos de uso cotidiano. Estos pueden ser desde partículas de microplásticos en cosméticos a compuestos corrosivos en productos de limpieza. La tarea de eliminación de compuestos tóxicos y peligrosos en materiales de construcción, pinturas y materiales de decoración, envases, objetos de menaje de uso corriente, productos de limpieza, textiles, cosméticos, etc., es inmensa. Los catálogos de productos peligrosos abarcan decenas de miles de compuestos. Nuevas apps como AskREACH pueden ayudar a detectar estas sustancias y eliminarlas del ecosistema doméstico.

Hacia los hogares "inteligentes" y bien llevados

En películas y novelas, se ha visto muchas veces la pesadilla de la casa automática e hiperconectada que hace lo que le da gana (y termina causando un serio disgusto a sus moradores). Un hogar inteligente debería ser una casa fácil de manejar, con muchas posibilidades de automatización, pero siempre bajo control directo de sus moradores. Contaría con una gestión ultraprecisa en segundo plano de flujos de agua, materiales y energía, gracias a un "Internet de las cosas" controlado y eficaz. Dicho en claramente, los consumos de agua, energía y otras cosas, como alimentos, estarían muy bien controlados y se podrían visualizar en cualquier momento y gestionar con facilidad.

Hogares que conocen su huella ecológica y saben cómo mejorarla

Se puede utilizar el símil de una cuenta corriente en el banco. Todo el mundo conoce su saldo y la evolución del mismo. Podemos ver su evolución a corto o largo plazo, incluso mediante vistosos gráficos. Los consumos de agua y energía se pueden ver de manera muy similar: así podemos saber fácilmente si, comparado con el año pasado, ¿estamos gastando más o menos este año? De la misma forma, podemos imaginar un "saldo de huella ecológica". El usuario podrá apreciar en todo momento el estado de su "saldo" ecológico y tomar las medidas para mejorarlo. Solo necesitaríamos un cálculo afinado, personalizado y en tiempo real de la huella ecológica. La app (o similar) capaz de hacer esto podría proporcionar a la vez indicaciones realistas y certeras para reducir la huella, ahorrando al mismo tiempo dinero y mejorando su salud y calidad de vida. Sería una app integral e intuitiva para guiar y facilitar estilos de vida sostenible.

Foto de John Barkiple en Unsplash

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