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Despetrolización: ¿cómo podemos contribuir?

 

 

Despetrolización: ¿cómo podemos contribuir?

Primero, ¿por qué es buena idea despetrolizar el planeta? Desde hace aproximadamente un siglo, nuestro mundo se mueve a base de petróleo. En el siguiente gráfico de la Agencia Internacional de la Energía se muestra cómo ha variado su contribución a la cesta energética global en los últimos 32 años.

Despetrolización: ¿cómo podemos contribuir?

La estrecha franja verde oscuro bajo la energía nuclear es la hidroelectricidad, y la más estrecha todavía franja amarilla (pero que crece más rápidamente que ninguna) es la que refleja la energía solar, eólica y otras renovables. No parece un panorama muy alentador. No lo es porque el petróleo es uno de los principales factores de contaminación del mundo, cuando se quema en los motores o se usa para fabricar plásticos desechables. Es hora de agradecerle los servicios prestados y pasar a otros tipos de energía más sostenibles.

En España, la evolución de la composición de la cesta energética se muestra en la imagen de abajo.

Despetrolización: ¿cómo podemos contribuir?

Aquí se ven dos tendencias positivas: el carbón ya casi ha sido eliminado de la cesta energética, y la suma de hidroelectricidad, renovables y biomasa crece con rapidez y supone una parte considerable del "mix" energético del país. Pero el petróleo todavía es una parte muy grande del mismo.

A escala global, el petróleo no levanta cabeza desde 1973. Es decir, ese año (la primera gran crisis petrolera) su producción dejó de crecer exponencialmente y simplemente se limitó a seguir el paso del crecimiento de la población mundial, como se ve en el gráfico de la producción de los últimos 122 años de Our World in Data.

Despetrolización: ¿cómo podemos contribuir?

Esta flojera petrolífera se ve con más claridad en el gráfico de consumo per cápita, que no ha variado mucho (en realidad está bajando) desde la gran crisis de 1973 y 1979. En España hubo un repunte de consumo hasta que la crisis de 2007 se lo llevó todo por delante, y desde entonces la tendencia es claramente a la baja.

Despetrolización: ¿cómo podemos contribuir?

Ahora entra la ciudadanía en escena. Primero podemos hacer un test de petrolización, ¿cuáles son sus conexiones con el petróleo? Pueden ser directas (si consumes butano u otro GLP, gas licuado de petróleo), indirectas (desde la botella de plástico desechable, hecha a base de petróleo, al combustible que quema el camión que trae las vituallas al supermercado), considerables (si tienes calefacción de gasóleo), importantes (si tienes un utilitario de motor de combustión) o enormes (si utilizas un SUV diésel para tus desplazamientos cotidianos).

El consumo de petróleo en España en 2022 fue de 57 millones de toneladas, las cuales, repartidas entre 48 millones de habitantes, salen a 1.200 kilos al año aproximadamente por persona, algo más de tres kilos diarios. Muchos pensarán que eso es demasiado, pero a otros les parecerá poco. Si no tienes coche, ni consumes gas butano o propano, ni tienes calefacción de gasóleo, tu "exposición al petróleo" se reduce mucho.

El consumo petrolífero se reparte así, a grandes rasgos: 2 millones de toneladas de gases licuados de petróleo, 6 de gasolinas, 22 de gasóleo de automoción y algo menos de uno de gasóleo de calefacción. El queroseno son 6 millones de toneladas al año, consumidas por la aviación. La fabricación de plásticos y otros productos se lleva unas 5 millones de toneladas. La industria y la agricultura consumen el resto, en variadas formas.

Lo más importante de todo este mareo de cifras es que el transporte, tanto privado como comercial, es el mayor y principal consumidor de petróleo, en forma de gasóleos, gasolinas y queroseno principalmente.
Quiere decirse que este es el punto clave de la despetrolización. Podemos hacer muchas cosas al respecto, simplemente reduciendo nuestra huella de transporte, algo mucho más fácil de hacer que reducir nuestro consumo en calefacción, por ejemplo.

La razón de que sea tan fácil es que nuestro modelo de transporte a base de vehículo privado está enormemente sobredimensionado. Usamos vehículos de más de una tonelada para llevar a una sola persona en distancias de 20 o 30 kilómetros (o mucho menos).

El contraste entre el sentido común y el derroche se puede ver en cualquier calle cuando vemos a una persona moverse en bicicleta eléctrica, molestando lo menos posible, y a otra al volante de un SUV, produciendo ruido y contaminantes en abundancia, en trayectos que pueden hacer con un consumo de energía diez veces menor, y sin usar una gota de petróleo.

Imagen: Unos cuantos coches quemando petróleo con entusiasmo. Foto de Jacek Dylag en Unsplash

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