Migrante, inmigrante, emigrante o refugiada

Fotografía de archivo de refugiados en España. -EFE
Fotografía de archivo de refugiados en España. -EFE

Las migraciones son uno de los grandes temas de los debates polarizados y desinformados. Sin embargo, las migraciones son un fenómeno natural, inherente al ser humano y que en general transcurre de una forma pacífica y espacios de cercanía, generando riqueza en las poblaciones de origen y de destino. 

Migrante es la persona que se mueve cambiando su residencia habitual. La RAE es bastante poco precisa con los términos que usa para definir migrante y migración, y en general, se puede decir que no existe un espacio geográfico mínimo que determine si el cambio de residencia habitual es una migración o no. Es decir, que cualquier movimiento que implique dejar un hogar para crear otro nuevo sería una migración y las que la lleven a cabo serán migrantes. 

Inmigrante es como se denomina a la persona que llega a un lugar tras una migración. Emigrante es como se denomina a esa misma persona en el lugar del que se ha ido. Todas las personas migrantes son emigrantes e inmigrantes. María se fue de Soria a vivir a Madrid. María es migrante. Emigró de Soria y es inmigrante en Madrid. 

Bien, y, ¿qué es una persona refugiada? Según ACNUR "los refugiados son personas que huyen de conflictos armados o persecución". Por desgracia, es una definición insuficiente. El refugiado, para serlo, tiene que ser reconocido como tal por el país de acogida. Es decir, la persona refugiada es una migrante, puesto que migra, que tras afirmar que huye de su país porque su vida corre peligro, encuentra en su país de destino el reconocimiento de que efectivamente es digna de protección internacional. Esto se basa en lo establecido en diversos textos de derecho internacional y la interpretación del país de acogida. A veces los países están en guerra y existe un quorum internacional, por lo menos durante un tiempo, que otorga a todas las personas que huyen de ese país un estatus de refugiado. Pero esto se da en casos muy concretos, como por ejemplo ahora con las personas que huyen de Ucrania. Si no, cada país de llegada suele elegir a quiénes quiere acoger y a quiénes no, y esto varía en función del foco mediático y de la presión social, entre otras cosas. Es decir, el término refugiado sólo define un estatus legal de algunas personas migrantes. 

La realidad es que las personas migran por razones enormemente diversas. Hay tantas razones para migrar como personas se mueven. La mayoría de las personas que se mueven lo hacen a sitios cercanos. Muy pocas lo hacen a sitios más lejanos. Solo un pequeño porcentaje se mueve fuera de su país. Un 3,5% de la población mundial en 2019, según el dato más reciente de Naciones Unidas. 

Migrante, inmigrante, emigrante o refugiada

Es inexplicable por qué se ha elegido el tema de la migración como caballo de Troya para otros debates. Posiblemente porque el extranjero no vota y porque la 'otredad' funciona bastante bien para crear masilla de unión con odio: comunidades que se unen en el odio a una tercera que consideran exógena. Hay que decir que según los datos de la encuesta de percepción más fina que se ha publicado, realizada en 2021 por la organización More in Common, el discurso antimigratorio no ha conseguido calar en España. No es de extrañar, porque somos un país que ha producido siempre muchísima emigración. Sin ir mas lejos la última gran ola fue en los años 2012 y 2013, cuando se estima que más de 2 millones de trabajadores, la mayoría cualificados y jóvenes, y sin papeles, abandonaron nuestro país para buscar trabajo fuera. En 2013 la diferencia oficial entre emigrantes e inmigrantes en nuestro país dejó un saldo negativo de casi 300.000 personas. 

En cualquier caso se acercan las elecciones y de nuevo la migración se encontrará en varios de los debates, puesta por personas que no saben muy bien de lo que hablan y evitada por otras que tienen miedo a no saber qué decir. Pero hay un argumento incuestionable: tal y como sucedió a principios de siglo XX con los cambios sociales irreversibles, no sirve de nada revolverse y usar la fuerza bruta contra los procesos migratorios. Estos van a tener lugar en cualquier caso. Lo que sí podemos elegir es cómo se desarrollan. Hay que apostar por procesos en paz, con sistemas que beneficien a todas las partes y saquen partido de las bonanzas económicas y sociales que las migraciones nos ofrecen. Porque es seguro que este tema solo se resolverá cuando las poblaciones envejecidas no se puedan sostener solas. Si no somos capaces de convertir nuestro país en algo atractivo y seguro para las de dentro y las de fuera, adaptándonos antes de que la demanda supere a la oferta, cosa qué sucederá, nos encontraremos con que la España vaciada ocupa todo el territorio nacional.