Con negritas

Un molesto contratiempo

La cifra resulta mareante, se mire como se mire: 18.000 millones de euros; o sea, más de tres billones de pesetas. Eso menguó entre el 1 de enero y el 31 de julio el valor de las participaciones bursátiles de las grandes fortunas españolas. En términos relativos, la depreciación es de  un 32%, diez puntos más de lo que bajó el índice general a lo largo de los siete primeros meses del año.

La explicación no tiene vuelta de hoja: la mayoría de los megarricos lo son, en buena parte, gracias al negocio de la construcción. Los Entrecanales, los Del Pino, las Koplowitz... ganaron mucho durante el boom inmobiliario, y es lógico que la parálisis del sector les pase ahora factura.

De todas formas, que su patrimonio bursátil valga menos  no significa necesariamente que hayan perdido o vayan a perder un pastón a causa de ello. Depende de si venden y de que lo hagan a un precio inferior al que compraron.

Mientras tanto, siguen teniendo lo mismo que tenían: un montón de acciones de significativas empresas del Ibex y de fuera del Ibex, que les proporcionan dinero, poder y notoriedad en distintas dosis.

Otra cosa son las complicaciones que la caída de la bolsa pueda depararles. Hay muchos que dieron esas acciones en prenda por los créditos que no han terminado de pagar, y cuando bajan deben aportar nuevas garantías a sus acreedores, con los consiguientes costes financieros.

Aún así, el quebranto que la bolsa ha infligido a los megarricos tampoco es como para echarse a llorar. Todavía les quedan en el mercado de valores, por lo menos, 39.000 millones de euros: más que el presupuesto de una comunidad autónoma como la catalana. Aparte, naturalmente, de los bienes que no cotizan.

En consecuencia, por mal que les vaya, lo normal es que para ellos la crisis no pase de ser un molesto contratiempo.

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