Posibilidad de un nido

Los tanques rusos, elefantes del pasado

Los tanques rusos, elefantes del pasado
Detalle de un tanque.- Pixabay

En la imagen del televisor, una fila de tanques avanza lentamente por algún perímetro urbano de una ciudad europea actual. No sería distinta mi extrañeza si lo que avanzara fuera una recua de elefantes. ¿Qué hacen ahí esos tanques como viejos paquidermos? ¿Qué pinta un elefante cruzando ante las puertas de un McDonald's en la Europa de 2022?

Recuerdo la segunda Guerra del Golfo. La primera, la segunda... Enumerar las guerras es muy propio de sistemas informativos que tiempo después publicarán que todo ha cambiado definitivamente y entonces, efectivamente, todo habrá cambiado de golpe. Arrancaban los 90 del siglo pasado.

Recuerdo que aquel año, hace ya más de tres décadas y tres décadas son muchísimo en términos tecnológicos, militares, armamentísticos, yo llevaba tres en Barcelona y la retransmisión en directo del bombardeo de Kuwait me pilló en la única cama de la única habitación del único espacio del trastero en el que vivía. Hablaban de la Operación Tormenta del Desierto. Hacía un frío de mil demonios, enrollada en mi edredón, la fosforescencia de los misiles al caer consiguió que olvidara el último golpe amoroso. Decían "la madre de todas las batallas".

Pienso en ello este 4 de mayo de 2022 y recuerdo el magnífico retrato que Timothy Greenfield-Sanders hizo de los escritores Gore Vidal, Kurt Vonnegut y Norman Mailer. Los tres estaban ya en la adolescencia cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, hace algo menos de un siglo. La memoria tiene sus rebeldías, sus vericuetos. Por ejemplo, situar los tanques en su lugar, en ese punto exacto del tiempo al que pertenecen.

Cuando allá por 1991, aquella noche gélida, los televisores retransmitieron en directo el bombardeo de Kuwait no existía Internet y creímos entender lo que veíamos, aquellas imágenes de líneas, puntos, coordenadas, porque habíamos pasado toda la adolescencia jugando en los bares a las máquinas de marcianos. Después, la memoria de aquellos marcianitos se alimentó con la Guerra de Irak, después Afganistán...

Pasados los años, las décadas, los tanques rusos cruzan Ucrania como elefantes del pasado y a quienes jugábamos a las máquinas, conocemos la Segunda Guerra, hemos leído a Mailer, Vidal y Vonnegut y vivimos la retransmisión en directo de misiles lejanos dejando aterradores puntos fosforescentes en la pantalla, a nosotras, algo nos cruje. Y sé que este tiempo no es el tiempo que toca. Después, algún periódico publicará que todo ha cambiado definitivamente. Y, efectivamente, así es.

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