Posibilidad de un nido

Larguémonos de aquí

 

Larguémonos de aquí
Playa de Sa Mesquida, en Mahón (Menorca). / EFE - David Arquimbau

Tiende una a creer que lo que le pasa no es común, y luego llegan las fiestas. La víspera de Nochebuena me encontré con unas amigas. "Pues yo ya estoy planeando cómo organizarme para acabar viviendo junto al mar". La idea de vivir en la costa no es extraña. El mar es un imán, es como si siempre estuviera lejos. El mar es la idea de alejarse de lo que una habita y vivir mejor. "¿Dónde?", le pregunté. Me miró con un gesto entre fastidiado y divertido. "Qué más da dónde", respondió. "Me refiero a si prefieres el Cantábrico, Andalucía, las Canarias o, yo qué sé, Costa Rica". Las demás se rieron. Había algo que compartían. Un par de copas después admitieron que compartían el mismo anhelo y también la misma incógnita. ¿Dónde? Qué más da.

Tuve la misma conversación, o muy parecida, en Navidad, después en Nochevieja y me temo que la tendré de nuevo en Reyes. Yo también planeo hace tiempo mares y lugares lejanos, en fin, no sé si lejanos. Otro lugar. Debo decir que todas ellas, ignoro si por azar, eran mujeres.

Yo también contemplo la idea de retirarme a ese "otro lugar" que no tiene nombre ni coordenadas en el mapa, que está cerca del mar, donde se vive a otra velocidad y hay huertas en los campos cercanos. Lo que me interesa es la tremenda diferencia entre las mujeres que anhelan lo mismo. Las hay jóvenes y maduras, ricas y pobres, lesbianas solas y madres de familia numerosa, urbanitas empedernidas y rurales de ida y vuelta, las hay jefazas de multinacional y currelas de a perrica, políticas con cargo y sindicalistas retiradas. Todas con su mar debajo de la almohada cuando acaba el día y una se atreve a soñar antes de que la venza el sueño.

También me interesa esta coincidencia, este atreverse a desear. Desear no es fácil. Desear es algo que una debe poder permitirse. Y pueden, podemos.

Por último, lo que más me interesa es ese no saber a dónde. Porque ninguna de las mujeres con las que he ido hablando en los últimos tiempos me sabe decir exactamente el lugar en el que quiere acabar estableciendo sus días. Eso significa que el centro de la cuestión, por mucho que nos empeñemos, no está en el "allí" sino en el "aquí". No se trata de un "vámonos allí" sino de un "larguémonos de aquí". Aprende una mucho hablando con las personas que le rodean, hablando de asuntos íntimos, tanto como los sueños. Yo estoy aprendiendo que no se trata de Almería, el Empordà o Fuerteventura, el Caribe o Uruguay. Que sencillamente esta vida que llevamos aquí no me gusta. Ni a mí ni, por lo visto, a tantas otras. Aquí.

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