Posibilidad de un nido

Los encabronados

Los encabronados
Diputados de Vox ante la sede del Tribunal Constitucional el pasado 19 de enero. Marta Fernández / Europa Press

Hay un tipo de hombres que cuando se empezó a hablar en serio del consentimiento y de que "solo sí es sí" –se acordarán ustedes, porque hace cuatro días–, se reían. Escribían sus tuits jocosos, alardeaban en machochats, hacían chistes carajilleros sobre si tendrían que salir de ligoteo o caza con un documento para firmar por la mujer, que si tocarle la teta a la esposa cuando está dormida va a ser denunciable y ese tipo de gilipolleces.

Poco después se dieron cuenta de que la cosa iba en serio, que no era una locura de feminazis con gatos sino una Ley. Entonces empezaron a encabronarse y hete aquí que nació una nueva especie la mar de salada: los encabronados.

Los encabronados son esos tipos que creen que, de toda la vida de dios, la mujer merece un piropo y lo agradece, ser mujer obliga a sonrisa y graciosa dulzura, a la mujer se le dan dos besos de labio húmedo, cosa que jamás harían con uno de sus semejantes, hasta ahí podríamos llegar.

El encabronado opina que exageras al zafarte cuando te agarra por la cintura. Ellos son insistentes, porque un encabronado nunca acepta un no. Y conste que no lo hace por lo suyo. Le mueve el íntimo convencimiento de que tu negativa, hembra displicente, solo puede deberse a que aún no te has percatado de sus muchos atributos, que necesitas algo más de tiempo, por lo que insisten e insisten e insisten. Hasta que, como su nombre indica, acaban encabronándose.

Un encabronado intima porque lo considera un deber; defiende la caricia en la mejilla, el beso en comisura, el coqueteo, la invitación impuesta y, en general, un modo pringoso de comportarse, al que llaman cortejo, como forma de habitar el mundo. Por eso están como están. Porque a eso ya hemos empezado a llamarlo por su nombre: acoso, abuso, agresión.

Leo en El Español que uno de los encabronados ilustres es nada menos que el asesor del PSOE para reformar la Ley del Solo Sí es Sí, el catedrático Francisco Javier Álvarez García. Leo que califica el consentimiento como "teatro". El encabronado del ministerio de Justicia parece opinar que la Ley recorta la libertad sexual y publica perlas como "Queda prohibido acercarse a la propia pareja por la noche, mientras ésta se encuentra dormida, abrazarla y acariciarla". Dicen que es hombre de cabecera de la ministra Llop. Otras tenemos la vergüenza ajena sin duda más sensible.

Queda claro que es un asunto grave el de estos individuos. No por lo que eructen en las barras de bar, sino por su poder. Poder político, económico, judicial y sobre todo en los medios de comunicación. Así que, encabronados como están y viendo que se les cae a trozos su viejo mundo en descomposición, serán capaces de todo para conservar sus privilegios de toqueteo y salivilla agria. Por ejemplo, de crear alarma social y denunciar que hay alarma social. Por ejemplo, llámenme loca.

Pero la realidad, que tiene sus cauces y ritmos, corre en su contra, y el tiempo, y las mujeres. Los casos de Dani Alves y los Premios Feroz son las últimas muestras de ello. A partir de ahora vendrán más, por mucho que les pese. Porque les pesa, vaya si les pesa. Ellos no quieren subir un par de años las condenas, como simula el PSOE en un murmullo vago. Lo que quieren los encabronados, en realidad, es revertir el principio mismo de la Ley, borrar ese consentimiento que se les ha metido en la entrepierna como una liendre con futuro. Quieren volver a la impunidad del acoso en discoteca, del metedor de mano, del que te busca la boca contra tu voluntad. Eso es. Quieren volver al "si dice eso, que lo demuestre".

La prueba de que no quieren solo aumentar las condenas es que saben que ese paso no dará ningún fruto. Absolutamente ninguno. La Ley que existe se aplicará a todos los casos ya juzgados. Pero el encabronado, como el torero que esconden sus anhelos, lanza el capote, cree que engaña, que dará la puntilla.

Pobres encabronados. Yo de ellos, ya que tienen tantas dudas sobre el asunto, iría imprimiendo documentos de esos para firmar en las noches de caza. A las que tenemos claro cuándo no se consiente, no nos hacen falta.

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