Posibilidad de un nido

Ayuso señala al colectivo LGTBI+

El Gobierno de Ayuso va a recortar la ley de derechos LGTBI+. Una cosa es no ampliar los derechos de la población. No ampliarlos y no afianzarlos es miserable y propio de gobiernos conservadores compuestos por un puñado de privilegiados. Otra muy distinta es dar marcha atrás y recortar los derechos ya aprobados. Eso es propio de sistemas represores y autoritarios.

Viendo cómo se están manejando los gobiernos del PP en las comunidades autónomas y ayuntamientos, y las coaliciones con Vox, queda celebrar mucho que el Gobierno del Estado vaya a estar en manos de las fuerzas progresistas. Basta con pensar que la alternativa es, y solo es, un Gobierno de ultraderecha.

Sí, de ultraderecha, porque cuando la derecha gobierna con la extrema derecha se convierte en ultraderecha. ¿Cuándo nos olvidamos de algo tan básico? El simple hecho de gobernar con Vox, convierte al PP en un partido ultra. En la Comunidad de Madrid, sin ir más lejos, la presidenta Isabel Díaz Ayuso obtuvo la mayoría absoluta a base de parecerse más y más a la extrema derecha. A las pruebas me remito.

Ay, este recorte de derechos que ahora va a perpetrar. Ningún hecho está aislado del resto, ni en política ni en ningún otro ámbito. Lo llaman "condiciones propicias" y siempre arrastran víctimas. Colaterales, añadiría un cínico.

En un momento en el que los nazis campan a sus anchas por las calles de Madrid cantando el Cara al Sol y gritando vivas a Franco; en un momento en el que sectores del Ejército y de la Guardia Civil hablan de derramar su sangre, y por lo tanto la de otros y otras; en un momento en el que la rama más violenta de la ultraderecha que no gobernará –la unión de PP y Vox— tiene hambre de daño, la presidenta Díaz Ayuso va y señala directamente al colectivo LGTBI+. Eso y no otra cosa es lo que ha hecho el PP madrileño.

Cuando un colectivo merece no solo que no se amplíen sus derechos y se potencie la igualdad, sino que se le recorten, resulta evidente que alguien ha decidido castigarlo. O sea, que merece castigo. Ahora solo queda que los violentos del brazo en alto se den por enterados. Miedo me da. Y ojo, porque detrás de los de Ayuso esperan con ganas las nuevas fuerzas ultras en comunidades como Aragón, Comunitat Valenciana, Balears o Murcia.

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