Posibilidad de un nido

He venido a hablar de mi coño

Imagen de la 'Procesión del santísimo coño insumiso'
Imagen de la 'Procesión del santísimo coño insumiso'

Hoy he venido a hablar de mi coño, y va espóiler, que diría mi hija: tras la menopausia se folla igual de bien, y a veces, mejor. En asuntos sexuales, en general, el tiempo lo va mejorando todo. Cuestión de experiencia.

Recuerdo que hace unos años escribí un relato titulado Mi vulva para la antología Tsunami. Miradas feministas (Editorial Sexto Piso, edición de Marta Sanz). Si no recuerdo mal, me pidieron que me mirara y relatara algo que tuviera una conexión conmigo y mi realidad. Corría el año 2018 y pensé en mi cuerpo. Una siempre empieza tarde a pensar en su cuerpo, en apropiarse de él, aunque tengo la sensación de las jóvenes actuales nos llevan cierta ventaja en eso.

Entonces, entre todas las partes de mi cuerpo, me detuve en el coño. Últimamente las cosas parecen haber cambiado un poco —poco, poco—, pero en un mundo sembrado de penes (y no me refiero al porno), la verdad es que de los genitales femeninos hemos hablado casi nada. Lo titulé Mi vulva precisamente para ahorrarme las críticas de entonces al uso de la palabra "coño", que les parecía ordinaria. Las recuerdo bien porque en 2012 publiqué un artículo que se llamaba El coño huele a coño y tuve que aguantar carros y carretas.

Total, que me acordé de todo esto hace poco, al recibir una publicidad que me instaba a operarme los genitales. "La vulva y la vagina pueden sufrir cambios en la piel, el tamaño e incluso en su funcionalidad", rezaba la oferta, "debido a la edad, el sobrepeso, la menopausia y el parto, entre otros factores". Pensé: esta gente tiene una base de datos donde una entra cuando cumple los 55 y allá que se lanzan.

Pero lo cierto es que, cuando te llega esa publicidad, te miras el coño, para qué vamos a engañarnos.  Y sí, como el resto de mi cuerpo, esa parte ha ido cambiando con los años. En principio podría pensar que ni a mejor ni a peor, a distinta. Pero...

Digamos que de los cuatro supuestos por los cuales yo debería, según el prospecto, plantearme una cirugía —edad, sobrepeso, menopausia y parto— cumplo tres. Y para esos tres, se me recomienda "recuperar la vitalidad en la zona genital" y se me informa de que las operaciones "más utilizadas" son: "el lifting genital, la labioplastia y el rejuvenecimiento". También hay algo a lo que denominan "ninfoplastia" cuyo nombre ya lo dice todo. A eso se le puede sumar el catálogo de la inmensa mayoría de las lampiñas vulvas clónicas del porno habitual. O lo que una tipa que conocí llamaba, con dudoso gusto, "tener el coño de primera comunión".

Pensando, pensando, de la vulva pasé al placer. Porque, desengañémonos, lo que más nos gusta de la vulva es el placer. Pero el placer no tiene nada que ver, salvo algunas excepciones, no se me moleste nadie, con la forma, tamaño o color del coño, sino con nuestra capacidad para disfrutar de nuestros genitales sin complejos ni miserias. Y también de nuestra habilidad para quitarnos de encima a cualquiera que intente arruinar tal maravilla. Nada que ver, a no ser que se empeñen en convencernos de que el paso del tiempo por ahí debería avergonzarnos, de la misma manera que nos convencieron de tal cosa respecto al resto del cuerpo.

Y si lo que más nos gusta de la vulva es el placer y el placer no tiene nada que ver, en general, con la forma, el color ni la edad, ¿por qué me ofrecen unos señores quien no tengo el gusto de conocer que me opere? A mí y entiendo que, como a mí, a muchas, porque no suelo ser una excepción (tampoco) en temas genitales. Pues sencillamente para abrir una nueva vía de agresión a nuestros cuerpos, ya que no les basta con la edad, el peso, la altura, el cabello o la indumentaria. Una nueva vía de inseguridades, de extorsión, una nueva forma de exprimirnos.

Para quien me responda que pasa lo mismo con los penes, he hecho una somera búsqueda que se podría resumir en: "intervenciones mínimamente invasivas que engloban desde cirugía de alargamiento y engrosamiento de pene hasta el tratamiento para la disfunción eréctil". Será que el tiempo no pasa por ellos...

Lo que hace esta gente es tocarnos el coño, o sea, intervenir en nuestro placer, nuestra sexualidad, nuestra capacidad de gozar plena y libremente. Por eso me ha parecido pertinente contar aquí que el placer no desaparece con la menopausia ni merma con la edad. Y que si la forma, tamaño o color del coño nos provocan inseguridades, conviene recordar que toda inseguridad sobre el propio cuerpo es una inseguridad creada, interesada, que alguien se beneficia de ella y la explotará, incluso económicamente, aunque no solo. En fin, me ha parecido pertinente hablar del coño.

Hablar del coño, de la vulva, de los genitales femeninos, de las partes íntimas, llámalo como quieras, es un ejercicio contra la violencia y, sobre todo, impide que otros lo hagan con intenciones aviesas. Así que mejor vamos a ocupar nosotras ese espacio, que vienen apretando fuerte.

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