Posos de anarquía

Negocios, ética y jacobinos

En una semana en la que todas las miradas estaban, una vez más, en Angela Merkel y la aprobación o no por parte del Bundestag de la reforma y ampliación del fondo europeo de rescate, seguramente no han oido hablar de una reunión que ha tenido lugar en Polonia, bajo el sugerente lema "Negocios y Ética". El encuentro, auspiciado por el Grupo de Empresarios del Consejo Económico y Social Europeo, ha reunido a magnates de los negocios, filósofos y periodistas.

El objetivo del evento era marcar unas directrices que, mirando a los errores que nos han conducido a la actual crisis para evitar que se repitan, ayuden a construir un nuevo orden económico en el que la ética y los valores morales jueguen un papel central. El mensaje, desde luego, es bonito, hasta entrañable, tanto como las palabras de Ed Miliband, el líder laborista, que sonaron esta misma semana en Liverpool cuando distinguió entre empresas "productoras" y "depredadoras", según su compromiso y aportación social.

Pero a la hora de la verdad, es que ni usted ni yo oímos hablar de esta reunión en Polonia, ni tampoco los señores feudales de la Unión Europea (UE), esto es, Merkel o Sarkozy. De hecho, éste último andaba entretenido, inaugurando en Tánger con Mohamed VI el arranque del AVE marroquí. Un AVE 100% francés, adjudicado a dedo y en el que empresas españolas o alemanas, por citar dos ejemplos, no han tenido ninguna oportunidad. Un AVE que bien vale aplaudir públicamente los "avances democráticos" de Mohamed VI mientras en la prensa internacional aparecen fotografías de nuevas revueltas en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, acompañadas de denuncias de salvajes torturas a los saharauis por parte de la policía marroquí.

Mientras en Polonia se hablaba de "Negocios y Ética", la Eurocámara rechazaba llevar el acuerdo de pesca con Marruecos al Tribunal de Justicia de la UE para que se dictamine si es legal o no, pues se plantean serias dudas. El tratado, del que se benefician mayoritariamente los pesqueros españoles -de las 119 licencias concedidas, un centenar son para España- a cambio de 36,1 millones de euros al año, incluye aguas del Sáhara Occidental, ilegalmente ocupadas por Marruecos y declarado territorio autónomo por la ONU.

Y con esta perspectiva uno se pregunta en manos de quiénes está nuestro destino y si quiere formar parte de él. Y entonces, aparecen los movimientos sociales que se extienden por todo el mundo, como un bálsamo para las entrañas escocidas. Así, hasta cuando a uno le llaman "jacobino", en los tiempos que corren, parece un piropo del que sentirse orgulloso y entran ganas de cambiar la imagen del Che, como ideal revolucionario, por la de Robespierre. Enfundarse la camiseta estampada con su rostro y poner a prueba las teorías neorrealistas de las Relaciones Internacionales, esas que niegan la influencia de las políticas domésticas en el contexto mundial.

Cambiemos eso y, si es necesario, globalizando el espíritu jacobino para que ya no sea doméstico... y mucho menos domesticado.

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