La polémica suscitada por los negocios militares entre España y Arabia Saudí no es nueva. Aparece periódicamente, se arma revuelo y, al cabo de un tiempo, cae de nuevo en el olvido. Mientras, España sigue alimentando el negocio de la guerra, el mercado de la muerte para incrementar su PIB, como ya hiciera en más de un 3,5% al sumar lo que supone la prostitución y el tráfico de drogas. Eso también es Marca España.
No les voy a inundar con cifras de lo que le supone a España la venta de armas y demás equipamiento militar... ni de en manos de quiénes están esos negocios (para muestra, el exministro de Guerra, Morenés). No es necesario para poder concluir que España, en términos globales de país, no tiene ética alguna.
Nunca será admisible justificar la venta de armas a países en conflicto por el número de puestos de trabajo que reporta. Jamás. Las imágenes de niños y niñas reventad@s por las bombas de Arabia Saudí en Yemen parece que ya se han borrado del recuerdo. ¿Cuánt@s niñ@s despedazad@s hacen falta para pagar la nómina de quienes producen material militar?
No se trata de enfrentar a las personas que trabajan en las fábricas de armas y astilleros, pues los máximos responsables de esta barbaridad son los gobernantes (a nivel central, autonómico y local) y el rey. Sí es legítimo, en cambio, apelar a un mínimo de ética por parte de esa clase obrera a la que parece no importarle el destino de sus armas, de sus corbetas...
La presión ciudadana es básica en esta cuestión. El Gobierno central, Susana Díaz en Andalucía y José Mª González 'Kichi' en Cádiz son los primeros en olvidar a esa niñez amputada de Yemen para no perder votos... acabar con el negocio que sustenta tantos puestos de trabajo en una de las zonas más deprimidas porque su propia gestión política no ha sido capaz de reconvertir supondría una debacle electoral... pero ¿y si el hecho de mantener esos negocios con Arabia Saudí supusiera una pérdida de votos aún mayor que la de suspenderla? Esa es la clave... pero para eso tendríamos que ser un país con principios y dejar a un lado el 'sálvese quien pueda'. En general, no es así. ¿Cuántos de ustedes se han planteado que los mismos bancos que les cosen a comisiones son, además, los que invierten en los principales productores de armas? Me refiero a BBVA, Santander, Bankia, CaixaBank y Sabadell.
Por otro lado, la moral de doble rasero de España es repugnante. Puestos a seguir vendiendo armas, a comerciar con la muerte con los países en conflicto, ¿por qué no ampliar nuestras miras? Sólo en África podríamos forrarnos vendiendo armas en Sudán del Sur, Mali, la República Centroafricana... ¿O es que los acuerdos comerciales cerrados entre monarcas (Borbones y jeques) son más elogiables que entre señores de la guerra?
Es hora de que la ciudadanía tome las riendas de su propio destino, que deje de mirar para otro lado y se implique en la vida. Retirar el voto a los Gobiernos que sustentan matanzas como la de Yemen es esencial. Retirar el voto a quienes no regulan el mercado del alquiler es básico. Acabar electoralmente con quien ha privatizado bienes básicos como la luz o el agua es fundamental, como lo es apartar a quienes no acometen una reforma fiscal que instale la justicia social de una vez por todas. Actúen.