El Partido Popular ha vuelto a demostrar su calaña. Según informa esta mañana la cadena SER, los de Pablo Casado ya han comenzado a despedir a sus trabajadores en el Congreso y el Senado recortándoles la indemnización. En al menos los seis casos de los que tiene constancia este medio, los contratos como fijos datan de la década de los 80. Ahora, el PP los considera eventuales y reconvierte los 30 años de antigüedad en 4 (la pasada legislatura) y a 12 días por año trabajado la indemnización. Indignante.
Tras el batacazo electoral que sufrió el PP liderado por Casado, los de Génova pierden representación en ambas cámaras y, con ello, se les escapan hasta 8,6 millones de euros en subvenciones. Si con Rajoy logró 19 millones en subvenciones en 2015, el sonriente Casado se ha quedado anclado en 10,5 millones.
Curiosamente, el PP es el único partido que se ha negado a abrir sus cuentas y desvelar cuánto ha gastado en la campaña electoral. No hace falta ser un lumbreras para saber que el partido está en números rojos: el coste de la campaña superó con creces lo que recibirá de los Presupuestos Generales. ¿Recurrirá, como hizo en el pasado (2011), a la financiación ilegal de la campaña?
Así las cosas, la ineptitud de los de arriba la pagarán los trabajadores de abajo. Con el atropello laboral que está cometiendo el PP, pasa de tener que pagar cerca de un millón de euros de indemnización por despido a sus trabajadores a 37.000 euros. Se trata de un auténtico fraude por el que el partido de Casado merece pasar por los tribunales y colgar en su muro una nueva condena.
Dos reflexiones para finalizar: por un lado y para los que todavía no se hubieran percatado, un partido tan mezquino como el PP, que comete tropelías de esta índole, es el que aspira a "trabajar por España" y se le llena la boca con "patria". Nauseabundo.
Por otro, si el PP encuentra resquicios para actuar de manera tan ruin -esperemos que no los suficientes para librarse de una nueva condena- es porque el PSOE de Pedro Sánchez no se dignó en más de 10 meses a cumplir con una de sus grandes promesas: derogar la reforma laboral. Ésta debería ser la carta de presentación de la nueva legislatura, comenzar derogándola y sacando a la clase trabajadora, al fin, de esta situación de explotación a la que está sometida. La premura con que lo haga o no lo haga, será un avance de si nos espera un PSOE realmente socialista o al que nos tiene acostumbrados desde hace ya demasiados años.