Posos de anarquía

La covid-19 le gana la partida a Trump y su hidroxicloroquina

La covid-19 le gana la partida a Trump y su hidroxicloroquina
Foto de archivo de Donald Trump. REUTERS.

Donald Trump ha dado positivo en COVID-19 y tendrá que confinarse en plena campaña electoral de las presidenciales. Más allá del ridículo espantoso en que le sume la noticia tras su defensa de la hidroxicloroquina, la noticia es inquietante: no hay nada más peligroso que un mono con una pistola cargada o, lo que es lo mismo, Trump con más tiempo libre y el pulgar dispuesto en Twitter.

La noticia del positivo de Trump pone en jaque a quienes vieron en la hidroxicloroquina el remedio contra el coronavirus. Al mismo tiempo, supone un reconocimiento para esa comunidad científica, menospreciada por los negacionistas, que venía alertando desde hace meses de la ineficacia de este fármaco que se emplea contra el lupus y la malaria.

El positivo de Trump debería servir para callar bocas; la suya, la primera, siguiendo con la de quienes, sin argumentos científicos, se dedican a propagar campañas de desprestigio contra quienes llevan meses tratando de averiguar cómo se comporta este coronavirus.

Ya les avanzo que no sucederá, porque existe demasiado ruido. Ya lo vimos este verano en EEUU cuando, incluso después de que su Agencia del Medicamento retirara la licencia de la hidroxicloroquina como tratamiento frente al coronavirus, Trump continuaba defendiéndola como medida preventiva.

Vivimos tiempos en los que tan necesaria es la vacuna y/o tratamiento contra el COVID-19 como la vacuna contra este ruido. Uno se enfunda cada día su EPI mental para escapar de esta pandemia mediática, de las mentiras interesadas que se contagian aún con más rapidez que el coronavirus. Trump y la hidroxicloroquina es un ejemplo de ello; Ayuso y su victimismo político cuando en realidad es verduga de la salud madrileña, es otro.

En ambos casos existe tratamiento paliativo: leer información contrastada. Así, podrán asestar bofetadas de realidad como la que el COVID-19 le acaba de atizar a Trump con su hidroxicloroquina. Así podrá combatir cualquier nueva ocurrencia que, desde su confinamiento, el republicano escupa en redes sociales, tan sólo días después de que se riera de la mascarilla de Joe Biden.

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