Posos de anarquía

Feminismo de quita y pon

Feminismo de quita y pon
Una empleada doméstica trabajando una imagen de archivo. EFE

Cada año llega el 8M y se desempolvan insignias y pañuelos morados que el resto del año están a buen recaudo en un cajón. Este gesto fútil es, sin embargo, un paso de gigante respecto a lo que sucedía hace años, cuando la visibilidad de la causa feminista era muy limitada. El modo en que ahora se ataca al movimiento, con mentiras y manipulaciones de la realidad, también ha aumentado pero ese, a diferencia del feminismo de quita y pon, manifiesta su presencia con más ruido durante todo el año.

El feminismo ha avanzado mucho en la última década, gracias en gran medida al apoyo de las nuevas generaciones. Hace años recuerdo cómo en las manifestaciones feministas la presencia de adolescentes y universitari@s era minoritaria. Eso ha cambiado drásticamente y ha marcado un punto de inflexión en la causa feminista, sostenida y alimentada durante tantos años por quienes abrieron camino.

A este innegable avance de la causa feminista hay que sumar lo que sucede en días como hoy, cuando con motivo del 8M quienes no mueven un dedo por la igualdad durante los otros 364 días dan un paso al frente y se jactan de propiciar el cambio. Hoy, esta hipocresía y cinismo será todavía más evidente, porque se rendirán muchos homenajes a las trabajadoras que se encuentran en primera línea durante la pandemia, como es el personal sanitario, las cajeras, las limpiadoras domésticas, las kellys, las cuidadoras, etc.

Menos homenajes y más legislación que garantice sus derechos. Las privatizaciones y los abusos al amparo de éstas, la desigualdad salarial, la precarización de sus empleos, la falta de medios de protección... todo ello son prácticas realizadas durante la pandemia que un discursito durante el 8M no resuelven. De hecho, estos homenajes impostados laceran tanto o más que la desigualdad que los provocan y podrían ahorrárselos mientras no se remanguen de una vez por todas para acabar con estos abusos.

Como en tantas otras cuestiones, hace falta coraje y honestidad, que son valores que no cotizan al alza, me temo. Ahora que están en juego las ayudas directas al empresariado, entre los criterios para su adjudicación deberían ser requisitos indispensables que se respeten los planes de igualdad, que no exista brecha salarial y, por supuesto, que no haya pagos en B... que alguno de los sectores que tanto reclama ayudas son grandes maestros en economía sumergida que, por el general, se ceba con la mujer. Menos feminismo de quita y pon y más coraje y honestidad.

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