El archivo de la Fiscalía suiza de la investigación sobre la fortuna del emérito no limpia su imagen; tan solo ratifica cuán difícil es hacer justicia con alguien tan poderoso como él. Ayer no tardaron en salir voces, como la del portavoz nacional del PP y alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, celebrando el archivo y reclamando disculpas a quienes hemos tratado al Borbón de delincuente. Se equivoca: Juan Carlos I sigue siendo un delincuente y su regularización fiscal así lo define y autoinculpa.
Vamos a comenzar a vivir estos días una aceleración en el proceso de lavado de la imagen del Borbón, pero falta detergente, quedará en agua sucia. Más allá del archivo de la causa, ha quedado probado que el Gobierno terrorista de Arabia Saudí pagó al entonces rey 100 millones de dólares en 2008, cuando la crisis ya azotaba brutalmente a España, dejando a sus compatriotas sin trabajo y sin hogar.
La Fiscalía suiza no ha podido demostrar que aquel pago fuera una comisión por sus gestiones en el AVE a la Meca, pero sí ha probado que se realizó. No sólo eso, sino que en 2012, año en el que humillado el Borbón pidió perdón a todo el pueblo español por haberse ido de safari con su amante mientras España agonizaba con la crisis económica... mientras, el adúltero real regalaba a Corinna Larsen aquellos 65 millones de euros, tratando de ocultarlo por medio de una sociedad en paraísos fiscales.
La Fiscalía suiza ve "deseo de encubrimiento" en este regalito que, quizás, es a lo que se refería la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), cuando hablaba recientemente de la "generosidad que nos ha demostrado" el Borbón. Sea como fuere, ¿qué lavado de imagen se va a hacer al emérito después de que éste haya huido a una dictadura que viola sistemáticamente los Derechos Humanos (DDHH) y se niegue a arrojar luz sobre el hecho probado del pago de esos 100 millones de euros? ¿Cuánto detergente hace falta para blanquear la confesión de un delito que supone la regularización fiscal millonaria que se vio obligado a realizar el emérito?
Se van cumpliendo todas las previsiones después de haber visto cómo en España la Fiscalía e, incluso, la propia Agencia Tributaria arrastraban los pies en sus pesquisas contra el Borbón: también aquí se archivará la causa. ¿Alguien de veras cree casual que una semana antes de que se archivara la investigación en Suiza, Juan Carlos I sacara los pies del tiesto reclamando su vuelta a España con honores, casa y paguita? Por supuesto que no.
No hay detergente (ni archivo) suficiente para lavar su imagen y la de la monarquía española. La mácula es tan grande y pegajosa que, además, mancha a quien se arrima a ella para tratar de blanquearla. Que su mayor defensor sea un partido como el PP, condenado hasta por dos veces por una corrupción que sigue negando, ya es bastante clarificador.
Juan Carlos I se va a marcar un Pinochet y ni siquiera se sentará en el banquillo, pero la Historia ya lo ha juzgado y su legado es vergonzante. Le toca ahora a su hijo la patata caliente del regreso en plenas Navidades, pero su silencio, sus movimientos dubitativos y la falta de firmeza extienden la mancha sobre una institución que nos sobra, resulta innecesaria y lastra la misma democracia.