Posos de anarquía

Y Ayuso estalló

La presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso durante la primera sesión del debate de investidura del líder del PP en el Congreso de los Diputados. -EDUARDO PARRA / Europa Press
La presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso durante la primera sesión del debate de investidura del líder del PP en el Congreso de los Diputados. -EDUARDO PARRA / Europa Press

En el primer día de la sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo llegaba Isabel Díaz Ayuso con ese aire triunfante que acostumbra a destilar, más aún tras haber vuelto a ser ovacionada el pasado domingo en el mitin que buscaba la unidad del PP con el candidato gallego. Sin embargo y en cuestión de segundos, su rictus se torció, perdió los papeles y estalló. El causante fue el reportero Willy Veleta, que nunca renuncia a formular preguntas incómodas, especialmente si con ellas se protege a las personas más vulnerables, como en este caso son las familias de los  mayores muertos en las residencias de Madrid, víctimas del Protocolo de la Vergüenza de la Comunidad de Madrid que impidió su traslado a los hospitales tras enfermar por covid.

El pasado mes de septiembre y ante la ausencia de asunción de responsabilidades, las familias de las 7.291 personas mayores muertas en residencias sin recibir atención hospitalaria decidieron convocar un tribunal ciudadano, con profesionales de renombre como el magistrado emérito del Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín, o María Victoria Zunzunegui Pastor, doctora en epidemiología por la Universidad de California. Veleta tan sólo le preguntó a Ayuso si había visto el juicio, organizado por la comisión ciudadana en la que se integran las plataformas Marea de Residencia y en Verdad y Justicia... y Ayuso estalló.


"¿Va a estar toda la vida acosándome con las muertes de las personas en residencias de manera indigna o cómo lo van a hacer? ¿Usted cree que es de recibo lo que están haciendo?", increpó la presidenta. Quizás fue un lapsus, pero la pésima gramática de Ayuso describió perfectamente cómo fue la muerte de esas casi 7.300 personas: indigna. No lo merecían y por ello debería asumir responsabilidades y no ponerse tan digna.

Instalada en la mentira, la presidenta continuó afirmando que "muchas familias piden que paren ya con semejante miseria. Muchas familias dicen que sus familias ni siquiera tendrían que haber ido a los hospitales". Algo que la propia comisión ciudadana, el tribunal convocado o la reciente visita –por segunda vez-  de estas familias al Parlamento Europeo desmienten, atizando a Ayuso una bofetada de realidad, la misma que ella oculta.

Ayuso, cada vez más fuera de sí, continuó: "¿Usted cree que yo he firmado algún documento donde ponga que se muera la gente? ¿Usted cree que yo he firmado algún documento para que vaya a las residencias y diga ‘muéranse’?". Respondan ustedes mismos y mismas tras lo expuesto por el periodista Manuel Rico en numerosas crónicas, en su libro Vergüenza (Planeta) o en la comisión ciudadana.

A pesar de existir cerca de un centenar de residencias de mayores en situación de urgencia, el gobierno de Madrid optó por no medicalizarlas y, en su lugar, obligar a cerca de 1.000 profesionales sanitarios a trasladarse al Ifema.  ¿Autorizó Ayuso el traslado de los casos más graves en residencias a este hospital? No, y de hecho, durante las seis semanas que el Ifema estuvo abierto murieron en las residencias más de 5.000 personas. Los efectos del Protocolo de la Vergüenza fueron devastadores, hasta alcanzar esa cifra de 7.291 muertes por las que Ayuso se niega a responder.

"Es mentira. Dijeron ‘vamos a retorcer políticamente el dolor de las víctimas’ y es lo que están haciendo ustedes. Dejen de utilizar las muertes", siguió increpando la presidenta al reportero. Lo cierto es que de retorcer políticamente el dolor de las víctimas sabe mucho Ayuso, experta en hacerlo con las familias de las víctimas de ETA. Ella es quien no escucha nunca a las víctimas, ni a las de las residencias ni a las de la banda terrorista, que en más de una ocasión le han pedido que deje de instrumentalizarlas.

Ver el modo en que Ayuso estalló ayer fue gratificante por partida doble; por un lado, por el buen ejercicio de periodismo del amigo Veleta, que nunca defrauda con su reporterismo a pie de calle –valga la redundancia-; por otro, porque la bilis que supuró la presidenta por cada poro de piel estimula a seguir preguntando por la cuestión, a continuar buscando las respuestas que se niega a dar.

No fue un buen día para Ayuso, que a esas horas aún no sabía el repaso que Óscar Puente le daría al PP, descolocando al candidato Feijóo y destacando que, entre otros dirigentes, la propia Ayuso llegó por primera vez a la presidencia de Madrid tras haber perdido las elecciones. No sorprende que la popular no aguantara toda la sesión en la tribuna de personas invitadas. Y hoy, como cada día, Rico nos recordará que se cumplen 1.288 días desde que el Gobierno Ayuso aprobó el Protocolo que impedía trasladar al hospital a los y las residentes más vulnerables, por lo que 7.291 murieron sin recibir atención médica (5.795 con covid).

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