Dominio público

...Y Sánchez se comió a Iglesias

Ana Pardo de Vera

Nadie entendía nada este martes: el intento de investidura que el rey Felipe VI encargó hace un mes a Alberto Núñez Feijóo se convirtió en una moción de censura de éste al presidente del Gobierno en funciones, en el que Pedro Sánchez, candidato del PSOE y principal adversario, no habló, aunque estuvo presente, y eligió como su portavoz a uno de sus diputados más fieles, eficaces y contundentes para dar la réplica al gallego: Óscar Puente, exalcalde de Valladolid que fue desalojado por PP y Vox del ayuntamiento pese a ganar las elecciones en mayo. O sea, lo mismo que le va a ocurrir a Feijóo y, como le dijo el vallisoletano, no pasa nada porque es normalidad democrática.

Cuando la presidenta del Congreso, Francina Armengol, anunció al sustituto de Sánchez, hasta Pablo Iglesias se revolvió en su red: "El PSOE apuesta por Óscar Puente, su perfil más agresivo e incorrecto (a veces, es abiertamente un macarra) para responder a Feijóo... Claro que esos perfiles funcionan en estos debates. Y más aún si la progresía mediática no les ataca y no les acusa de crispar y hacer ruido". Es decir, a Iglesias, que no conecta con Puente ni intermediando Juan Carlos Monedero, no le ha disgustado que el alcalde fuera el portavoz accidental del PSOE, sino que a éste le aplaudieran y le rieran las gracias, mientras que a él lo crucificaban cuando era líder de Unidas Podemos, y besaba a Xavier Doménech en el hemiciclo ante el espanto del exquisito Luis de Guindos o recordaba los GAL de Felipe González a la bancada del PSOE. Hay gente, no obstante, tanto entre el público de Sánchez como en el de Iglesias a los que Puente conquistó este martes.

Tiene razón, pero a estas alturas, aún fascina contemplar cómo Iglesias nunca le ha cogido la medida a Sánchez, que ayer triunfó con la elección de Puente, se diga lo que se diga en las tribunas y pese a saltarse todos los escrúpulos institucionales. El desconcierto y enfado de Feijóo fue la victoria del líder del PSOE; la elección de Óscar Puente, la venganza perfecta de un presidente del Gobierno que fue a debatir a Atresmedia con un líder de la oposición moderado y se encontró a un mentiroso compulsivo -como luego reafirmó Silvia Intxaurrondo en La Hora de la 1, de TVE- lanzando fakes impunemente, que noqueó al secretario general del PSOE en su único debate y dio un giro de 180 grados a la campaña del PSOE para el 23-J.

Sánchez buscaba ridiculizar a Feijóo con Puente y lo consiguió... pero solo mientras habló el curtido exalcalde. Pudo parecer cruel: tengo a compañeros que decían "estar sufriendo" con la tanda de reproches sobre las mentiras, contradicciones y manipulaciones de Feijóo que cayeron a éste encima, una lapidación coronada con la mención a Fariña (Nacho Carretero, Libros de K.O.) y la familia de AP-PP. El candidato a la investidura, visiblemente enfadado, no obstante, se recuperó pronto y sacó la faceta que le conocemos bien los y las gallegas y en la que se mueve como pez en el agua, la misma que criticaron a Puente, pero en la persona de todo un presidenciable.


Feijóo entró a saco en los reproches de Puente y tras terminar éste, lo pagó con la portavoz parlamentaria de Sumar, Marta Lois, y su líder, Yolanda Díaz, que son superiores a las fuerzas del presidente del PP y se le nota. Seguramente, porque lo conocen bien. La estrategia del candidato pasó entonces por recordar una y otra vez qué partido ganó las elecciones -que no el Gobierno- y cuántos escaños y votos había sacado cada partido y cada portavoz allá donde se hubieran presentado. La posible amnistía de los independentistas catalanes, no obstante, quedó bloqueada, salvo por la defensa explícita de la misma que hizo un Enrique Santiago, secretario general del PCE y portavoz de IU, que volvió a acorralar a Feijóo con datos y recuerdos de otras amnistías e indultos del PP, o sea, con las eternas contradicciones.

Pedro Sánchez no quería un debate sobre la posible amnistía y lo consiguió: el protagonista del intento de investidura de Feijóo fue Óscar Puente y el marco, una moción de censura del PP al Gobierno de coalición en funciones contra el que no puede competir para la Presidencia. A Sánchez se le acaba el tiempo para explicar (y muy bien) las negociaciones con Junts, sobre todo, pero no quería dar a Feijóo la carta de que éste se lo exigiese en el Congreso, en una enmienda a la totalidad de los previsibles acuerdos que ungiese al gallego con la razón. Costara lo que costara en términos institucionales, que a lo mejor es nada; que seguro que es nada, porque este tiempo político no es comparable a nada. Habrá más sorpresas.

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