Punto de Fisión

La llamaban trinidad

Puede decirse que un país está en bancarrota espiritual cuando tres de sus ex presidentes (dos pasados y uno en funciones) se meten en el camarote de los hermanos Marx y empiezan a repartirse los papeles. Todos se pelean por ser Groucho excepto el ex presidente que falta, José Luis, que es un ángel de bondad mudo y catastrófico, o sea, Harpo. Los demás, Felipe, Jose Mari y Mariano, se dedican a las zancadillas, a las puñaladas por la espalda, a las patadas en la espinilla y al elogio envenenado. Yo no sé si a Mariano le ha hecho más daño la traición de Jose Mari que el apoyo de Felipe. Si Felipe apoyaba a alguien generalmente era para que no se tambaleara cuando se le subiera a la chepa.

Estos días, a raíz de la trifulca genovesa, ha salido a la luz una foto viejuna de Jose Mari disfrazado del Cid Campeador en lo alto de un castillo (aunque el resultado parecía, más que el Cid Campeador, Superlópez). No nos imaginamos a Rodrigo Díaz de Vivar con aquel mostacho tridimensional que gastaba Jose Mari en sus buenos tiempos porque se le enredaría el mandoble en el bigote. La foto del Supercid Canjeador ha recordado cuán temprano arraigó en el subconsciente aznarino la idea de que él había venido a salvar España y, a ser posible, a llevarla de vuelta a la Edad Media. Pero lo que verdaderamente ha molestado a la tercera pata de banco de las Azores es que, en solo año y medio, Mariano ha hecho retroceder este país tres siglos cuando él, en ocho, apenas pudo poner en marcha el Nodo.

Felipe no ha perdido oportunidad de reprocharle a su sucesor que haya dado en creerse el salvador de la patria. Con humildad franciscana, no ha querido recordar que, cuando Jose Mari se probaba la capa del Cid, a él, en la intimidad, ya lo llamaban Dios. Si la teología no falla, esto nos lleva a la conclusión de que hay un solo ex presidente, uno y trino. En el papel de jarrón chino, Felipe queda mejor de chino y Jose Mari de jarrón. Y en la elemental trinidad ex presidencial, Felipe era Dios, Jose Mari el Hijo, rebelde y contestón, y Mariano el Espíritu Santo (José Luis, como siempre, va por libre y prefiere vestirse de paloma).

Después del eficaz rejoneo de Jose Mari, lo último que necesitaba Mariano para completar su faena, era el capote de Felipe. Un empujocinto de José Luis, que, como siempre, está a por uvas, y lo pueden correr a gorrazos desde Génova hasta Las Ventas. Al atribuirle a Mariano el rol de ex presidente parece que nos estemos adelantando a los acontecimientos, pero no: el que se adelanta es Mariano. Le gusta reunirse más con ex presidentes que con líderes de la oposición, quizá para irse acostumbrando. Al fin y al cabo, líder de la oposición ya lo fue ocho años mientras que el traje de ex presidente va a llevarlo encima toda la vida. Si de algo saben en el PP, es de sastrería.

 

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