Punto de Fisión

Ministros de cultura popular

"¿Te consta que el excremento que flotaba en el mar era de Chabelita?" Esta era la inquietante pregunta que Nacho Vidal debía responder ante el polígrafo de Supervivientes. No nos extraña que se dejara barba, hace falta una frondosidad de pensador alemán para afrontar una pregunta como ésa. Si por ahí anda el nivel del Sálvame Deluxe, imagínense el nivel del Sálvame de andar por casa. Hace ya varios años, el profesor Gustavo Bueno dedicó un libro entero a explicar los entresijos de la telebasura desde una perspectiva filosófica; sin embargo, las hondonadas de podre en las que hoza Tele5 merecen una enciclopedia, por lo menos, un Cossío de la mierda en diez tomos.

En efecto, vistas las profundidades metafísicas en que se mueve la cadena (nunca mejor dicho), es lógico que muchos de sus estrellas e invitados de lujo estén copando las mesas de novedades en las librerías. Tele5 maneja el realismo sucio como nadie, Bukowski era un boy scout al lado de Jorge Javier Vázquez y Maxim Huerta. Antes de explotar frente a las cámaras a animales maltratados y esclavizados en un show decimonónico, Christian Gálvez demostró que, con un nivel de amaestramiento aceptable, un presentador de circo también puede escribir una novela. Así mismo Belén Esteban publicó un libro que no sólo se vende como rosquillas sino que está escrito como rosquillas, no sé si me explico. El último fichaje en rubias profesionales en la cadena, Olvido Hormigos, acaba de poner a la venta otro producto editorial donde expone su versión personal de 50 Sombras de Grey. Hormigos se dedicaba a la política, concretamente por el lado del PSOE, hasta que apareció en un video porno que le reveló su verdadera vocación: la ginecología.

Algunos críticos, asombrados ante el auge literario de la telecadena, se hacen la misma pregunta que el polígrafo de Supervivientes: "¿Le consta que el libro expuesto en la mesa de novedades era realmente de Olvido Hormigos?" A lo de la mierda de Chabelita, Nacho Vidal respondió que sí sin dudarlo y la aguja ni se meneó, pero la autoría de una novela es algo más serio. Un libro da de comer a muchas personas: el editor, la jefa de prensa, el agente, el librero, a veces incluso al escritor al que contratan para redactarlo. No se puede jugar con estas cosas.

Alguna gente se ha molestado mucho con la sinceridad del flamante ministro de Cultura, Iñigo Méndez de Vigo, que declaró sin temblar un ápice: "Me gusta mucho el cine español; veo mucho "Cine de barrio" en TVE". Como si fuera el único que ve el cine en la tele y como si no supiéramos que el ejecutivo entero anda todo él entre A mí la legión y Abuelo made in Spain. De hecho, cuando la famosa comparecencia en plasma, se especuló con la posibilidad de que la diera Paco Martínez Soria en lugar de Mariano, pero finalmente se desechó la idea. Aparte de que Paco Martínez Soria estaba muerto, no tenía tanta vis cómica.

Otra gente (probablemente la misma de antes) le ha achacado al anterior ministro, Ignacio Wert, el estado lamentable en que se hallan el cine, el teatro y los crucigramas españoles (de los libros ni hablan, se ve que morirse de hambre es consustancial al ejercicio de la literatura). Se ha criticado también el 21% de IVA aplicado a la cultura en comparación con el 4% del porno, que por algo Nacho Vidal todavía no se ha puesto a escribir novelas. Pero es la cultura la que hace al ministro, no el ministro la cultura. Es normal que Méndez de Vigo confiese que se pone por las noches a estudiar, que en nada están aquí los exámenes de septiembre. Mientras tanto París, con Wert de luna de miel, era una fiesta.

 

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