Punto de Fisión

Si abortas, no conduzcas

Si abortas, no conduzcas
El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, llega el pasado viernes en coche oficial y con el casco a la concentración motera Pingüinos 2023. EFE/ Nacho Gallego

La semana pasada, Juan García-Gallardo, flamante vicepresidente de la Junta de Castilla y León, fue noticia en dos ocasiones: su cruzada antiabortista y su visita a una concentración motera, Pingüinos 2023, que lleva celebrándose en Valladolid desde hace cuatro décadas. Aparte del protagonista, parece que ambas noticias no tuvieran nada que ver, pero en la práctica venían a decir lo mismo. García-Gallardo acudió a la reunión de moteros montado en un coche oficial, sin moto y con un casco en la mano, una gloriosa exhibición de postureo que me recordó la de aquel tipo que conocí en los jardines de San Francisco el Grande, donde unos cuantos vecinos nos congregábamos para charlar un rato mientras nuestros perros corrían, jugaban, husmeaban y hacían sus necesidades, hasta que un día descubrimos que él no tenía perro. Iba allí sólo para hacer amigos, quizá para ligar con alguna señora, y a veces, cuando le preguntaban dónde estaba su perro, señalaba uno cualquiera en medio de una jauría: "Es aquel de ahí, Charlie, es muy cabrón, nunca me hace caso. Ven aquí, Charlie".

La gente se ha cachondeado mucho al ver que García-Gallardo se había puesto a figurar en una reunión de moteros sin llevar siquiera la moto, aunque lo verdaderamente gracioso es que García-Gallardo haya llegado a la vicepresidencia de la Junta de Castilla y León cuando le falta todo lo demás. Hablamos de un tipo que en su currículum señalaba haber quedado decimotercero -sin miedo a la superstición ni al ridículo- en la categoría individual en el Campeonato Mundial de Debate por parejas. Ni siquiera le hacía falta pareja para concursar en una competición de debate por parejas, a lo mejor porque llevaba casco.

En su brillante trayectoria también destacan varias victorias en campeonatos de equitación, aunque no especifica si usaba caballo. Cuando decidió entrar en política de la mano de Vox, tuvo que borrar un montón de tuits homófobos, racistas, golpistas y machistas, un auténtico recital de burradas que demuestran que buena parte de su currículum está escrito con típex. Al leer algunos de ellos ("Hacía años que no me robaba un gitano" o "Qué asco me dan los pijo-horteras con fulares... Julandrones camuflados"), dan ganas de revisar su actuación en el Campeonato Mundial de Debate por parejas: Churchill se habría quedado mudo mientras Demóstenes se habría tragado las piedras con las que paliaba su tartamudez. Lo mejor de todo es lo del asco que le dan los pijo-horteras, cuando todos estos pijos de Vox dan la impresión de ir en moto con chófer.

En la rueda de prensa que concedió para explicar su plan para evitar abortos en la Comunidad, al preguntarle en qué semana de la gestación harían la ecografía, respondió que no tenía ese dato concreto, que él no sabe mucho de embarazos. Esa ignorancia supina de los misterios de la maternidad no le impide intentar abolir un derecho fundamental y plantear el retorno de una legislación medieval que considera a las mujeres incapaces de decidir sobre su propio cuerpo. Acojonar a una embarazada enseñándole una ecografía del feto que pretende abortar puede resultar contraproducente, igual que en aquella polémica en las redes sociales en que alguien mostraba la imagen de un embrión acurrucado tranquilamente en la placenta preguntando si de verdad les parecía un ser humano. "Por supuesto" o "Lo será" replicaron inmediatamente varios antiabortistas y a continuación descubrieron que se trataba del feto de una nutria de tres semanas. García-Gallardo también parecía un motero en el cónclave de Pingüinos 2023, pero le faltaba la moto. Menos mal que llevaba casco.

Más Noticias