Punto de Fisión

Dani Alves: defensa al por mayor

Familiares de Dani Álvarez en la Audiencia de Barcelona. EFE/Enric Fontcuberta
Familiares de Dani Álves, entre ellos, su mujer, Joana Sanz (3i), y la madre de éste, Dona Lucía (2d), en la Audiencia de Barcelona. EFE/Enric Fontcuberta

La última baza esgrimida por los abogados de Dani Alves en el juicio por violación que concluyó el pasado miércoles fue el consumo excesivo de alcohol. Es una defensa arriesgada, tanto que prácticamente presupone la culpabilidad, puesto que viene a decir que Alves no era responsable de sus actos, que no había nadie al volante, que no sabía lo que hacía. En las declaraciones de los testigos que tuvieron lugar el martes, Bruno, un amigo suyo, dijo que el futbolista era "el que más bebió de todos", un testimonio en franca contradicción con el que prestó meses antes ante el juez instructor de la causa, cuando Bruno aseguró que Alves apenas había bebido media copa de la botella de champán que pidieron en Sutton.

Es posible que Dani Alves fuese borracho perdido, una cogorza que a lo mejor se fue estirando hasta el momento en que le tocó prestar declaración y que explicaría sus flagrantes incoherencias al describir los hechos. Primero dijo que no conocía de nada a la víctima; luego que sí la había visto, pero que no sucedió nada entre ellos; después que fue ella misma quien se brindó a practicarle una felación.

Hasta la fecha, Alves ha dado cinco versiones diferentes de lo que ocurrió realmente en el baño de la discoteca, pero si el juicio llega a prolongarse una semana, lo mismo nos encontramos con una o dos más de propina. Curiosamente, cada una de estas versiones -que van desde el desconocimiento pleno hasta la borrachera amnésica- se acercan más y más al concepto de violación canónica.

Para que no quepan dudas, las grabaciones de las cámaras de seguridad muestran a un Alves pletórico de facultades antes y después de su estancia en el baño, moviéndose a lo largo y lo ancho de la discoteca con una destreza calcada a la de sus evoluciones por el césped. Lo que nos hace sospechar si Alves no será un borracho del método, un virtuoso del hígado similar a esos actores clásicos a quienes ni siquiera se les notaba el tambaleo y que, incluso con dos botellas de whisky a las espaldas, recitaban su papel sin farfullar ni titubear ni tropezar con los muebles.

La estrategia del alcohol no ha sido, ni mucho menos, la única aducida por la defensa durante un proceso que, por lo que se ve, cada vez se les pone más cuesta arriba. Ya habían intentado anular el juicio por considerar que estaba en marcha un juicio paralelo en los medios que había arruinado su presunción de inocencia.

En efecto, uno de los momentos en que empezó a arruinarse fue cuando su esposa, la modelo Joana Sanz, acudió a un plató de Telecinco a comentar que su marido no era una de esas personas "que se emborracha y va por ahí haciendo boberías". Hay veces que pretendes ayudar a alguien y en realidad le estás echando un ancla al cuello.

Por no desperdiciar ni una sola bala, los abogados de Alves también han señalado que el jugador atraviesa una pésima situación económica debido a un embargo reciente y a su deuda de medio millón de euros con Hacienda.

A un tipo con una fortuna valorada en más de 55 millones de euros, según el Celebrity Net Worth, y que gana cerca de trescientos mil euros mensuales como jugador, sin contar patrocinios y anuncios de marcas deportivas, hay que suponerle un talento sobrenatural para derrochar dinero si se encuentra en bancarrota. No se sabe muy bien qué tendrá que ver todo esto con una acusación por violación, pero por suerte vivimos en un país donde hasta un millonario excéntrico tiene derecho a una defensa justa.

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