Punto de Fisión

Ayuso se caga en tus muertos

Isabel Díaz Ayuso. Jesús Hellín/Europa Press
Isabel Díaz Ayuso. Jesús Hellín/Europa Press

Entiendo que haya tanta gente fascinada con Ayuso, del mismo modo que hay admiradores confesos del conde Drácula o de Hannibal Lecter que no dudarían en aceptar una cita con sus ídolos sólo para que les pegaran un buen mordisco. De hecho, en una encuesta absurda de ésas que publican a veces las revistas de cine, preguntaron con qué personaje cinematográfico le gustaría a usted compartir una cena y un porrón de idiotas en masa respondió que con Hannibal Lecter, en lugar de decir Perséfone en Matrix o Rusty Ryan en Ocean’s Eleven.

No hay duda de que la conversación con Lecter hubiera sido fascinante, desde La Divina Comedia a la pintura renacentista, pero lo más seguro es que el ingenuo comensal acabara de postre, eso si tenía suerte y no acababa de primer plato. Con Ayuso, en cambio, la conversación sería irrelevante en el mejor de los casos, mientras la comida consistiría en una monótona sucesión de manzanas, melocotones, kiwis y sandías, ya que a ella le gusta muchísimo la fruta. Por fortuna, Hannibal Lecter es un personaje de ficción y, por desgracia, Ayuso no, aunque lo parece.

Es difícil pensar que, a estas alturas de la película, el gobierno de la Comunidad de Madrid haya decidido cobrar las deudas atrasadas a los familiares de los ancianos muertos en las residencias durante la pandemia, pero con Ayuso cualquier cosa es posible. Por lo visto, quedan unos cuantos días de marzo y abril de 2020 sin cobrar, las mismas jornadas en que 7.291 abuelos se debatían en una espantosa agonía, solos, sin asistencia médica de ningún tipo, sin oxígeno que llevarse a la boca, sin la presencia de un hijo o un nieto como último consuelo.

Una de las familiares, María de Álvaro, al recibir la carta donde le notifican la deuda de 674,28 euros, dijo que es "como si el asesino de mi padre me reclamara el dinero de la bala". Ya que a Ayuso tanto le gusta nombrar a ETA, no estaría de más recordar que se trata de una infamia similar a la de esos etarras que coreaban a las puertas de un familiar asesinado de un tiro en la nuca: "Devuélvenos la bala". En esto la Comunidad de Madrid recuerda bastante a la expeditiva práctica del gobierno chino que, después de ajusticiar a tiros a un disidente, suele enviar a los familiares una notificación informándoles de que además les toca pagar la munición.

Este imprevisible giro de guion llega en el momento en que nos enteramos de que, en medio del lodazal de sus embrollos con Hacienda, el celebérrimo novio emprendió las obras del piso que compartía con Ayuso sin permiso del Ayuntamiento y que hizo caso omiso de los varios requerimientos oficiales que le pedían el cese inmediato de la reforma. Por si fuera poco, las obras provocaron una inundación por aguas fecales en el restaurante ubicado en el bajo del edificio: una metáfora perfecta del tratamiento que la presidenta ha dado realmente a la hostelería madrileña. Hannibal Lecter te comerá vivo, sí, pero al menos no se caga en tus muertos.

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