Del consejo editorial

Mubarak: la familia es lo primero

LUIS MATÍAS LÓPEZ

Que el hijo suceda al padre (como en Marruecos o Jordania) o el hermano al hermano (como ocurrirá en Arabia Saudí) es normal en una monarquía, pero rechina en regímenes republicanos que no dudan en calificarse de democráticos y/o revolucionarios. En estos casos resulta si cabe aún más indefendible que la sangre y la herencia suplanten a la voluntad popular.
Es una vergüenza que un Asad suceda a otro Asad en Siria, un Kim a otro Kim en Corea del Norte, que Gaddafi desbroce el camino a su hijo Saif o que, según los papeles de Wikileaks, Leila
Ben Alí, esposa del presidente tunecino, cuente con suceder a su marido cuando este sea derrotado por el cáncer. Eso sí, estos y otros dedazos son/serán legitimados por instituciones creadas a la medida del líder de turno.

Una operación similar está en marcha en el más poblado de los países árabes, Egipto. El designio autocrático y el virus familiar, síntoma casi siempre de una paranoia que lleva a los dictadores a desconfiar incluso del entramado jurídico que ellos mismos han construido, contamina hasta la más mínima esperanza de cambio democrático y ha convertido en otra farsa las últimas elecciones legislativas.

Según numerosos indicios, Hosni Mubarak, anciano y muy enfermo, quiere dejarlo todo atado y bien atado para legar a su hijo Gamal una herencia limpia de polvo y paja, con el peligro islamista reducido al máximo. Eso explica el hostigamiento a la oposición, la detención de unos 1.200 miembros de los Hermanos Musulmanes (sin presencia en el nuevo Parlamento) y que el régimen utilizase todos sus recursos para fabricar una victoria arrolladora de la formación política de Mubarak, cuyo vicelíder es Gamal.
Las legislativas eran un ensayo general para las presidenciales de 2011, que arrojan una sola duda: si Mubarak
optará a la reelección (lo más probable) o cederá el testigo a Gamal. En cualquier caso, el resultado está cantado. La única y remota opción de cambio se desvanece: el precandidato Mohamed El Baradei, ex director del Organismo Internacional de la Energía Atómica, recomienda el boicoteo y anticipa su retirada si no se reforma la Constitución y se garantiza libertad y equidad. Se prepara otra farsa, y que nadie cuente con que Obama le saque los colores por ello a su crucial aliado estratégico, cuya estabilidad es vital para el futuro de todo Oriente Próximo.

Luis Matías López es periodista

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