Del consejo editorial

Hipocresía nuclear

LUIS MATÍAS LÓPEZ

Periodista

Bush tuvo sus guerras: Afganistán e Irak. A Obama aún le falta la suya, ya que sólo es albacea de esas dos herencias envenenadas. ¿Los focos más probables? Corea del Norte e Irán.
Se entiende que en Washington, Seúl o Tokio corra un escalofrío ante el hecho de que el tirano Kim Jong II
tiene bombas atómicas y misiles capaces de lanzarlas. Y se comprende la inquietud por la posibilidad de que el régimen iraní, que avala la lapidación de adúlteras, machaca a la oposición y querría borrar a Israel del mapa, disponga de su propio arsenal nuclear.

Está claro: cuantos más socios tenga el club nuclear y menos controlables sean, más inseguro será el planeta. Sin embargo, la actitud de EEUU y sus aliados, incluso de Rusia y China, refleja una descomunal hipocresía, una falacia que se vende como axioma: que hay potencias atómicas malas y buenas, y que estas últimas son las que, como vencedoras en la II Guerra Mundial, se autoconcedieron derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Dos de ellas, los grandes antagonistas de la Guerra Fría, conservan arsenales capaces de arrasar el planeta, incluso tras los recortes previstos. Una, EEUU, ya demostró en Hiroshima y Nagasaki que es capaz de utilizar la bomba "para evitar males mayores".
A otras dos potencias atómicas, Pakistán e India, en permanente tensión bélica, se las tolera como hecho consumado. De Israel, isla judía en un hostil mar árabe, se sabe que atesora más de cien bombas, y nadie duda de que las utilizará si, para defender su supervivencia, no le basta con la colosal máquina de guerra convencional que engrasa Washington. Sin embargo, casi nadie habla de la "amenaza nuclear" israelí.
En cuanto a Irán y Corea del Norte, ya se sabe, son los malos. A esos, ni agua; hay que pararles los pies.
Volviendo a la república de los ayatolás: aparte del hecho de que aún no haya pruebas concluyentes de su designio nuclear, ¿acaso no tiene derecho a preguntarse por qué el enemigo israelí puede tener la bomba e Irán no? ¿Quién tiene derecho a conceder o negar la tarjeta de socio del club atómico?
Si Teherán no convence de que su programa nuclear es pacífico, y si las sanciones no bastasen, Obama, hipocresía mediante, se vería tentado, con Israel de socio, a tener por fin su guerra. No le sería fácil justificarla, pero ni eso ni el Nobel de la Paz que le regalaron la hacen imposible.

Más Noticias