No sé si sois de los que adoptan la posición off cuando os hablan de economía, hartos de tanta alarma durante meses. O por el contrario, giráis el cerebro a on cuando oís "más crisis". Os encontréis en uno u otro pelotón, seguro que os sacan de quicio los jetas que quedan en entidades financieras con resultados flojos, y que a pesar de todo, se siguen llevando los billetes a la faltriquera.

Pues bien, en estos días pasados, donde Grecia nos ha vuelto a subir los congojos; el director del Fondo Monetario, el socialista Strauss Khan, ha diagnosticado que el mundo sigue siendo un lugar peligroso y hay que reformar la banca; cuando Obama pide a los banqueros que no se resistan a las reformas del sistema financiero y mientras en España sigue el runrún de alarma por la situación de las cajas de ahorros -la mitad debían de estar fusionadas a finales de esta primavera y ya  véis el patio - los caraduras se ponen nuestras angustias por montera.

Es el caso del Consejo de Administración de Caja Madrid, que se ha premiado su gestión del año pasado -menos beneficios, más morosidad, concesión de créditos a las empresas quebradas del presidente de la CEOE o al ayuntamiento de Madrid, el más endeudado de España- con una subida de 16,7 millones de euros, un 27% más que en el 2008.

Ojo, no equivocaros. En el consejo de Caja Madrid -como en casi todas- no sólo hay ejecutivos. Hay también políticos autonómicos de los dos grandes partidos y sindicalistas de CCOO y UGT. La mayoría dedicados a impedir la reforma de la ley de cajas. Y por supuesto, ni una línea sobre lo que se ha llevado el ex presidente, Miguel Blesa.