Dominio público

La inocencia del lenguaje

Jorge Moruno

Sociólogo

Jorge Moruno
Sociólogo

Populismo

Sabemos que el lenguaje que se utiliza en política pocas veces es fruto de la casualidad. Las palabras usadas para describir aspectos de la realidad suelen estar cargadas de intencionalidad política y la manera de nombrarlas encuadra de una u otra forma el sentido político que se quiere proyectar cuando se pronuncian. Nada es inocente. Así, cuando se habla de "pacto de responsabilidad" en la aplicación de políticas de recortes, se quiere dar a entender que lo lógico y responsable es reducir gasto público y social, incorporar rebajas y bonificaciones fiscales a la contratación y bajar salarios de cara a mejorar la incuestionable "competitividad". Enmarcar como populista y utópico cualquier crítica que postule apartarse y redefinir los márgenes de un régimen político, es decir, tratar de alterar las actuales relaciones de poder establecidas entre las distintas partes, y acto seguido, calificar de valientes y necesarias las medidas impopulares que empobrecen objetivamente a la población, responde a intereses concretos.

Intereses que por otra parte, a veces de forma descarada, otras de manera velada, asumen en sus distintas graduaciones de fanatismo, que maximizar beneficios privados tiene preferencia sobre garantizar el bienestar público. En una vuelta de tuerca, aseguran que el futuro de la democracia pasa por garantizar la rentabilidad económica de los acreedores, cuando todo parece apuntar que para lograr lo segundo es necesario acabar con la primera. ¿Por qué es ahora cuando aparece el fantasma del populismo "peligroso", cuando estamos ya muy  acostumbrados a grandes dosis de esa misma caricatura, que dicen, define al populismo? ¿Por qué es ahora cuando nos dicen que hay que tener mucho cuidado? Porque la acusación de populismo incluye un componente peyorativo hacia lo que emerge como alternativa político-social. Es la manera más fácil y sintetizada de vilipendiar y alertar sobre las opciones que pueden calar en las mayorías sociales.

Movilidad

Algo parecido sucede con la pelea por nombrar el hecho objetivo de que España pierde población a causa de la mala situación. Desde el gobierno del Partido Popular, quieren enmarcar este hecho aludiendo al espíritu aventurero de los jóvenes y a que, estos llamados procesos de movilidad exterior, entran dentro de la normalidad. Es más, ayudan a mejorar la formación de la juventud. Esto les permite proyectar la idea de que vivimos en un mundo global, de que es bueno moverse y que la UE forma parte del espacio local por lo que no hay que diferenciarlo del espacio nacional. De ahí se deriva que no podemos ver con malos ojos movernos por el mundo, al revés, debemos estar agradecidos por ello.

Tienen razón, o al menos yo coincido en que viajar amplia la mentalidad, incorpora saberes y experiencias y reporta aspectos muy positivos para la persona en particular y para su país de procedencia en general. Nadie está en contra de moverse por el mundo, de nutrirse con otras culturas, de viajar y de formarse en otros lugares. El problema es que no se está discutiendo de movilidad, sino de emigración y no se trata de un exceso de provincialismo o temor a lo diferente, se trata de las condiciones de partida que distinguen la movilidad voluntaria o la emigración involuntaria.

Cuando te encuentras con jóvenes daneses recorriendo el mundo, lo hacen porque sus legislaciones les permiten tiempo liberado con sueldo asegurado, lo hacen porque cuentan con políticas públicas que fomentan la movilidad en positivo. Cuando las políticas públicas y económicas te empujan a marcharte porque tienes inseguridad laboral, porque no tienes ingresos, tu tiempo deja de ser libre y se ve sometido al exilio, el paro y la precariedad. Nadie pone en duda lo bueno que tiene la movilidad, solo los motivos que te inducen a ella: seguridad y bienestar o inseguridad y precariedad.

La movilidad sucede cuando se gozan de garantías para moverse voluntariamente, la emigración ocurre cuando a pesar de no tener garantía alguna te mueves de forma involuntaria. La diferencia entre una y otra es el motivo al que se debe cada una: se mueve quien lo desea y emigra quien se ve empujado a ello. En esto acertó de pleno el colectivo Juventud Sin Futuro cuando le puso palabras a una perspectiva juvenil ya sembrada, pero que no se estaba tomando todavía en cuenta. Al reordenar el marco de significado, donde el gobierno anunciaba movilidad exterior, JSF explicaba que "no nos vamos, nos echan" y que a la juventud solo se le ofrecen tres salidas, "paro, precariedad y exilio". La diferencia entre movilidad y emigración no es un detalle, la semántica es la primera etapa a ganar en política, desde ahí se proyecta toda una percepción en torno a lo que sucede. Una de las principales características de la comunicación política es la de fijar posturas políticas a través del discurso, establecer pareceres distintos ante un mismo objeto de discusión.

Vida

Darle forma al desacuerdo es fundamental en política, dado que, cuando chocan dos maneras diferentes de interpretar lo mismo, la comunicación política se dedica a nombrar una verdad. Tratando de ampliar el campo de la recepción social en torno al interés político que se persigue, la verdad en política solo puede ser partidista (no de partido, sino de designar a una parte). Partir de aspectos y nociones que van más allá de lo que se entiende como un tema politizado y colocarlos bajo un punto de vista político, suele ser la mejor fórmula para transmitir una buena comunicación política.

Cuando quienes defienden que la mujer no pueda abortar y que el aborto sea ilegal, aludiendo a  la defensa de la vida –provida-, están tomando a la vida (algo general) como referente y vehículo de su planteamiento político particular. Ellos entienden la verdad como una defensa de la vida que está por encima del derecho a decidir de la mujer sobre su propio cuerpo. Los datos indican que ahí donde la interrupción voluntaria del embarazo es legal, no se practican más abortos que cuando es ilegal y mueren menos mujeres. La verdad en política, en este caso la pugna por definir y defender la vida, es siempre una construcción política en disputa, nunca una realidad objetiva. La democracia nunca es régimen constituido de una vez por todas por encima de las relaciones humanas, siempre está sujeta a la fuerza que mantienen las partes en conflicto.

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