Dominio público

Europa y África en la Cumbre de Lisboa: labrando una agenda común

Manuel de la Rocha

MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ

MANUEL DE LA ROCHA

07-12-07.jpgEl encuentro entre los líderes europeos y africanos que se celebrará este fin de semana en Lisboa debe ser algo más que una ocasión para hacerse la foto o criticar la presencia del dictador de Zimbabue, Robert Mugabe. La Cumbre Unión Europea-África supone una ocasión única para forjar una verdadera asociación entre dos continentes que afrontan desafíos comunes. Los jefes de estado y de gobierno esperan aprobar una ambiciosa Estrategia UE-África alrededor de cinco temas: energía y cambio climático; comercio, infraestructuras y desarrollo; paz y seguridad; gobierno y derechos humanos y migración y empleo.

La agresiva entrada protagonizada por China en los últimos años en África en búsqueda de recursos energéticos y materias primas está cambiando los equilibrios geoestratégicos en esta región. Sin embargo, a diferencia de China, o incluso de EEUU, en la apuesta europea por África el desarrollo, la paz y el medioambiente o la inmigración juegan un papel prioritario.

Aunque no está incluido en la agenda oficial, la Cumbre viene sin duda marcada por el tramo final de las negociaciones comerciales de los llamados Acuerdos de Asociación Económica, que conlleva la liberalización comercial de los mercados africanos a los productos europeos. En conformidad con las reglas de la OMC, las negociaciones deben concluir antes de fin de año o muchos países africanos verán limitado su acceso comercial al mercado europeo. Ante la inminencia de la fecha final, la parte europea se ha mostrado agresiva y poco flexible, presionando con dureza para que los subsaharianos firmen unos acuerdos complejos bajo la amenaza de perder sus preferencias comerciales. En estas circunstancias, varios gobiernos africanos, molestos por las presiones, han manifestado su intención de no firmar. No parece de gran coherencia que Europa ofrezca un gran acuerdo de asociación estratégica con Africa basado en valores de solidaridad, democracia y entendimiento, mientras al mismo tiempo antepone las reglas estrictas de la OMC y los intereses económicos a esos mismos valores.
Por fortuna para los que creemos en Europa como un factor de desarrollo en el mundo, no son sólo los intereses exportadores los que dominan las relaciones entre estos dos continentes. En la actualidad, por ejemplo, la UE es el primer donante en África, proporcionando más de la mitad de la ayuda oficial al desarrollo en este continente (48.000 millones de euros) y es también el primer inversor y socio comercial. El previsible incremento de la ayuda europea para África debe ir acompañado por una apuesta decidida por los organismos africanos para proporcionar respuestas al continente. En primer lugar por la Unión Africana, que trata de consolidarse como la verdadera organización regional inspirada en el modelo europeo. También la UE ha apoyado la iniciativa NEPAD, incluida el Mecanismo Africano de Evaluación entre Pares, instrumento único de evaluación de la buena gobernanza y de aprendizaje entre los propios países, por y para los africanos. Este último aspecto es esencial, pues la mejora en la gobernabilidad y la creación de instituciones sólidas no se pueden imponer desde fuera, sino que tienen que surgir dentro del continente.

Otro tema fundamental será la agenda de paz y seguridad. La UE debe renovar sus esfuerzos de prevención de conflictos y restauración de la paz. Se ha hecho mucho en este campo. Creado en 2003, el Fondo para la Paz en África ha armado y adiestrado a tropas africanas en Somalia y en Darfur; militares y policías europeos se desplegaron el pasado año durante las elecciones en el Congo. A medio plazo hay que avanzar más decididamente para que sean los propios africanos los que asuman más responsabilidades en los conflictos africanos. La UE debe apoyar de manera más decidida, con recursos financieros y técnicos, la consolidación de las Fuerzas de Reacción Rápida Africanas (Stand-By Forces) impulsadas por la Unión Africana.

En los temas de migraciones la UE debe ser más sensible a las peticiones africanas. Nadie niega el derecho de los países europeos de luchar contra la inmigración ilegal y descontrolada. Pero hoy más que nunca es evidente que concentrarse en el control fronterizo es como ponerle puertas al mar. Lo que se requiere es una política europea que combine la firmeza en la lucha contra las mafias y el control de fronteras, con aumentos importantes y ordenados de contrataciones en origen, promoviendo la inmigración circular y facilitando los envíos de remesas. No parece sin embargo que la llamada Tarjeta Azul que propone la Comisión Europea para atraer a los africanos más capacitados vaya en esa dirección. Más bien al contrario, la fuga de cerebros al sur del Sáhara en dirección a países más prósperos sigue siendo un barrera importante al desarrollo de muchos países, por lo que habrá que encontrar soluciones innovadoras que combinen la libertad de elección con incentivos para quedarse para los más capacitados.

Por su lazos históricos y culturales, su cercanía geográfica y sus intereses mutuos, Europa tiene una responsabilidad solidaria fundamental en el porvenir del continente africano. Y en esa función, España, que ha realizado un giro notable hacia África en esta legislatura, debe estar entre los países que lideran el diálogo y la búsqueda de acuerdos en la Cumbre.

Miguel Ángel Martínez es Vicepresidente del Parlamento Europeo por el Partido Socialista Europeo

Manuel de la Rocha es Asesor de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y coordinador del área de África de la Fundación Alternativas

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