Dominio público

Refundar la sociedad

Armando Fernández Steinko

ARMANDO FERNÁNDEZ STEINKO, ROSA REGÁS Y ENRIQUE SANTIAGO

06-26.jpgLa crisis financiera internacional y la Gran Depresión que la va a suceder están trastocando el rostro social de toda Europa. Durante décadas, las políticas neoliberales han sido capaces de generar cierto consenso a pesar de su carácter regresivo. Fue posible gracias al endeudamiento: los ricos y el (gran) capital pagaban cada vez menos impuestos y el dinero acumulado en sus bolsillos se transformó en dinero ocioso, en liquidez vagabundeante por las plazas financieras del mundo. Esta liquidez permitió la concesión generosa de créditos a clases medias y populares para que pudieran seguir consumiendo en medio de un panorama laboral más y más degradado. En España, esta liquidez se transformó en créditos que ahora no pueden devolver, arrastrando a las cajas a su bancarrota, uno de los pilares más sólidos de las finanzas populares de antaño. Décadas de regalos fiscales a los que más tienen y el reflotamiento millonario de los bancos vaciaron las arcas públicas, convirtiendo a los gobiernos en rehenes de los mercados financieros.
La crisis fiscal autoprovocada en décadas de falso optimismo va a provocar el hundimiento del Estado del bienestar. Va a empobrecer a más sectores de las clases populares, pero también a una parte de las clases medias, el hueso duro de los proyectos de centro en los países occidentales. No hay ninguna posibilidad, ninguna, de que este terremoto abra por sí mismo la puerta a una economía, a una sociedad y a una cultura solidarias si no existe una alternativa de poder, un bloque social articulado con capacidad de frenar una oleada de irracionalismo, de erigirse en alternativa viable en medio del desbarajuste que se viene encima.
Izquierda Unida ha decidido dar un paso irreversible en esta dirección. En primer lugar ha acordado refundarse a sí misma, abordar la solución definitiva de sus problemas internos, invitar a los de-
sencantados a que se acerquen a la coalición, mostrar a la sociedad que tiene los poros bien abiertos. Pero este es sólo el primer paso, un paso necesario para convertirse en herramienta y abordar el segundo, que es más profundo, más estructural y ambicioso: impulsar la formación de dicho bloque articulado, empoderar a la sociedad civil para que sea protagonista del proceso, crear espacios nuevos en los que se sienta cómoda y estimulada para construir un futuro compartido.
El objetivo principal es desatar una dinámica de convergencia entre sectores amplios de la sociedad, de todos los espacios que viven y sueñan a la izquierda de ese centro-izquierda que se ha dejado secuestrar por los mercados financieros porque considera que son la única forma de sacarnos del atolladero prescindiendo así de sus propias herramientas. Es necesario abrir una dinámica de acercamiento entre todas las izquierdas, una dinámica basada en el respeto del otro, en la diversidad razonada, en el republicanismo y en la decisión compartida de crear una sociedad mejor, más justa, más sostenible, más democrática y participativa. Una sociedad formada por ciudadanos soberanos que llegan a acuerdos a partir de razones y de ideas fundadas. En ningún caso se trata de un objetivo puramente electoral, aun- que aún queden algunos que intentan verlo así. Las elecciones generan poder institucional, pero este sólo produce hegemonías y personas convencidas cuando estas últimas toman conciencia de su propio poder organizado. Hace falta ese poder ciudadano que arrope y controle el poder institucional. No se crea solo y de forma espontánea, pues tiene que perdurar mucho más allá de las coyunturas, como sucedió con la movilización ciudadana contra la invasión de Irak.
Todo esto es lo que pretende
desencadenar el disparo que sonará hoy en Fuenlabrada (Madrid) con la Primera Asamblea para la Refundación de la Izquierda. Toda la ciudadanía civilizada está llamada a incorporarse a un proceso que podría llegar a ser una segunda transición. Un proceso para asentar la economía del país en la dignidad del trabajo y no en la injusticia de la renta. Para desarrollar una economía y una forma de vida sostenibles que dejen atrás la guerra de todos contra todos para sacar el máximo beneficio individual a costa de exprimir el beneficio de todos. Es un proceso que pretende construir una identidad compartida por todas las nacionalidades del Estado; una identidad en la que los territorios, las lenguas y los recursos naturales no excluyan, sino que incluyan; en la que la diversidad encuentre un hilo aglutinador con capacidad de unificar fuerzas, sensibilidades e intereses en torno a una República Federal basada en una separación entre Iglesia y Estado, economía solidaria y justa de tipo socialista; donde se respeten y cumplan todos los derechos, también los económicos y sociales. Un proyecto así sabe que puede trascender las fronteras, convertirse en un ensayo de convivencia que suplante ese modelo de egoísmo financiero-exportador en que se ha convertido Europa.

Este país de países tiene hondas tradiciones universalistas que recorrieron el mundo hace 70 años, que fueron ahogadas por las armas primero y luego por los pactos malsanos de la Transición, acuerdos que facilitaron el rearme de la banca, el gran parásito social que tomó el relevo de la renta agraria e impide la eclosión productiva de miles de recursos vivos atrapados en la precariedad laboral, en el inútil enfrentamiento lingüístico, en la autocracia de las empresas del país y en la
subordinación aún de tantas mujeres a los dictados de los hombres.
Reducir todo esto a una refundación superficial sería desaprovechar una oportunidad que hoy abre la historia como un libro nuevo y que permite abordar la solución de algunos problemas endémicos de este país. La alternativa es resignarse a que el irracionalismo vaya calando en cada vez más segmentos desesperados de la sociedad. No hay muchas más alternativas convincentes.

Armando Fernández Steinko es profesor de Sociología

Rosa Regás es escritora

Enrique Santiago es secretario de Refundación de IU

Ilustración de Mikel Casal

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