Dominio público

Por fin no soy indecisa

Eva Mintenig

EVA MINTENIG

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Doy saltos de alegría cuando voy por la calle y la gente me mira mal. Resulta que he salido del limbo de los indecisos y ya sé a quién votar. Ser una indecisa me situaba junto a los No Sabe No Contesta de las encuestas sobre la invasión de Irak, y era horrible. Y lo que más me reconforta es pensar que ningún analista de tendencia de voto puede haber predicho mi decisión, que tomé hace sólo unos días después de leer un breve de cinco líneas en un periódico. Leo varios periódicos cada día, veo la tele, escucho la radio y navego por la Red, me considero una persona informada e intento ser responsable en mis actitudes. Leí ese breve y me dije: "Yo voto a éstos".

Naturalmente, el PP no entraba en mi quiniela inicial. Votar a unos señores que, en Catalunya, basan parte de su campaña en decir que los niños catalanes no saben castellano me parecía tan surrealista como votar al DAA (Defensor de la Ameba Amarilla) o al BMC (Basta de Martillazos en la Cabeza), caso de que existieran. Tampoco entraba ERC, a quienes he votado en ocasiones anteriores, porque lo han hecho tan mal en el Gobierno catalán que me ha salido la vena Rottenmeier sobre la virtud del castigo. Así que mi indecisión se debatía entre CiU, PSC e IU. Joan Herrera (IU) lo ha hecho realmente bien, pero darle mi voto creo que no frenaría a Rajoy en caso de empate. CiU es el partido al que más he votado, porque siempre ha defendido mis intereses, pero aún no perdono el pacto del Majestic y, sobre todo, no entiendo por qué han elegido a Duran i Lleida como candidato. Valoro el trabajo de este partido, pero no puedo votar a un señor que acude a un acto en favor de la familia rollo religioso. O sea, que sólo me quedaba el PSC, y también me resistía. En el PSC hay muchísimas cosas que no me gustan, y en el PSOE también. La debilidad de Zapatero en el tema del Estatuto catalán me parece penosa, lo del AVE y Cercanías es de escándalo y, además, el partido, en Catalunya, sigue manteniendo a personas totalmente alejadas de mi órbita (Anna Balletbó, por favor, no hables más). Pero leí aquel breve en el periódico.

Decía simplemente que el Gobierno ha destinado una partida de 55 millones de euros a la investigación de las llamadas enfermedades raras. Son enfermedades sin tratamiento efectivo, que causan la muerte o la invalidez permanente, que afectan a cinco de cada 10.000 personas y en las cuales no se invierte porque a las empresas farmacéuticas no les sale a cuenta. 55 millones de euros son casi 10.000 millones de pesetas. Son enfermedades como la ELA (esclerosis lateral amiotrófica), terrorífica, o como los innumerables síndromes raros que afectan a criaturas. Quien las padece en su entorno sabe del sufrimiento que conllevan. Yo lo he visto de cerca, y por eso me parece que un Gobierno que destina dinero a esto merece la pena. Es una política progresista, y que se quite lo demás. Casualmente (o no), volviendo hace unos días de Alemania en avión, se sentó en el asiento de al lado una persona afectada de ELA, que volvía de hacerse una operación experimental con células madre en una clínica de Colonia. Toda su familia le acompañaba, después de haber desembolsado, pese a su modesta condición, una cantidad considerable para poder llevar a cabo dicha operación. Son residentes en Sant Vicenç dels Horts, y echaban en falta una financiación de la Seguridad Social. Les dije lo que había leído en el periódico, y también que el actual ministro de Sanidad, Bernat Soria, es un investigador en células madre. Puedo parecer frívola a la hora de salir del campo "indecisos", pero he pasado de los grandes temas por los que se pelean los políticos, y me he centrado en una cuestión, la sanidad pública, que valoro. Para mí esto cuenta, y vale un voto. Sólo pido a cambio, si es posible, que saquen a Maleni de mi vista.

Una amiga íntima, muy nacionalista, me reprocha mi decisión. Le digo que yo no obedezco a ningún partido y que sólo me fijo en lo que hacen los políticos. No votaré a nadie sólo por ser mujer, ni por ser esto o lo otro. Me fijo en lo que hacen, y punto.

Voy dando saltos de alegría por la calle porque he decidido mi voto, y me miran mal. Pero yo sólo pienso en lo contenta que estoy de poder saltar.

Eva Mintenig es periodista

Ilustración de Gallardo 

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