Dominio público

En defensa de la Fiscal del 11-M

Gonzalo Boye Tuset

GONZALO BOYE TUSET

02-131.jpg

Desconozco, hasta el momento, si Doña Olga Sánchez será o no nombrada fiscal de Sala del Tribunal Supremo, pero, sin duda, lo que ya conocemos es cómo algunos se permiten atacar descarada y descarnadamente a una persona que, sobre todas las cosas, es una servidora pública que cree en su trabajo y que se ha dedicado al mismo hasta la extenuación. Los motivos para criticarla, por un sector de la opinión publicada, son de sobra conocidos, pero, estoy seguro, el principal es que ella ha sido parte imprescindible en el caso del 11-M y sin su dedicación y trabajo hubiese sido muy difícil, tal vez imposible, llegar a una sentencia condenatoria como la dictada en octubre pasado.

A partir de conocer las motivaciones que generan tan desproporcionada y grosera crítica todo es esperable, especialmente cuando se pretende generar un ambiente contrario a su elección para el cargo, oposición que bien puede estar sustentada en un último intento, por parte de los psicóticos seguidores de la teoría de la conspiración (no olvidemos que los psicóticos son personas que tienen una visión muy especial de la realidad y que, según la famosa formulación de Freud, no aceptan dar algo para formar parte de la sociedad), de alcanzar algún tipo de resultado favorable en el Tribunal Supremo cuando se vayan a resolver los diversos recursos de casación interpuestos en contra de la sentencia del caso 11-M.

Olga Sánchez ha sido parte fundamental en dicho procedimiento, como lo fue el juez Del Olmo, y ambos han sido objeto del mismo tipo de campaña de desprestigio, orquestada por el mismo sector político, dirigida a los mismos fines, amparada por los mismos medios de comunicación, basada en los mismos métodos propagandísticos y financiada por vaya uno a saber quién, punto que habría que unir con un elemento no menor como es el elevado coste que tiene cualquier campaña de estas características y, más aún, cuando viene siendo sostenida y pertinaz desde hace ya cuatro años, los mismos que han pasado desde que el Partido Popular tuvo que dejar el Gobierno por la puerta de atrás, no por el atentado sino por mentir.

Las campañas de este tipo vienen a escudarse en un mal entendimiento de lo que es el derecho a la libertad de expresión, que tiene sus límites concretos en la injuria y la calumnia, así como en la falacia de muchas de las pseudo-informaciones que entremezclan para introducir el insulto y la mentira; no es propio de una sociedad democrática admitir permanentemente este tipo de comportamientos porque, al final, los mismos terminan pareciéndonos normales, sin serlo, rebajando así el nivel del debate o diálogo social a puntos inadmisibles.

Quienes vierten las más soeces, injuriosas y calumniosas críticas en contra de Olga Sánchez ni tan siquiera se han puesto a pensar en el daño irreparable que, con su comportamiento, están haciéndole no sólo a ella sino a sus familiares y amigos más cercanos; seguro que tampoco les importa, pero quienes la conocemos tenemos perfectamente claro que esos ataques ni se corresponden con la persona de Olga Sánchez ni mucho menos con su intachable desempeño profesional, no son críticas sino simplemente ataques personales y enfermizos.

Los que, junto a ella, hemos ejercitado la acusación en el juicio del 11-M damos fe de la entrega desinteresada a su trabajo, de su profesionalidad, de su humanidad y, sobre todo, de su lealtad no sólo con quienes acusábamos sino, también, con todos aquellos que de una u otra forma hemos sido parte de dicho proceso histórico, cuyo resultado, la verdad, tanto les molesta a los psicóticos de las conspiración.

No es ni el momento ni el lugar de destacar todos y cada uno de los méritos y virtudes de Olga Sánchez, pero, estoy convencido, los que la conocen saben de lo que estoy hablando, y los que la critican desconocen al ser humano que se están perdiendo; un día la vida nos enfrentó, pero hoy, con el paso del tiempo y de la propia vida, solo puedo afirmar que la Justicia –con mayúsculas– ganará si Olga Sánchez es destinada al Tribunal Supremo como otros hemos ganado por el solo hecho de haberla podido conocer como profesional de la justicia y como ser humano.

Gonzalo Boye Tuset es abogado

Ilustración de Iván Solbes 

Más Noticias