Dominio público

Rescatemos la vida

Inés Sabanés y Florent Marcellesi

Coportavoces de EQUO

El sol brilla a través del vapor que sale de las chimeneas de una central térmica en Moscú (Rusia). REUTERS / Maxim Shemetov
El sol brilla a través del vapor que sale de las chimeneas de una central térmica en Moscú (Rusia). REUTERS / Maxim Shemetov

Nos jugamos mucho en estas próximas semanas y meses. Con el proceso de reconstrucción en España y recuperación en Europa post-COVID19, se van a realizar las inversiones que configurarán las dos próximas décadas de este país y de este continente. Si acertamos,  legaremos a nuestra descendencia una sociedad resiliente y sostenible, si fallamos les entregaremos las llaves de una casa en llamas e inhabitable.

Algunos parecen empeñados en lo segundo. En la senda de un Trump peligrosamente fuera de control, muchas comunidades autónomas están relajando los controles ambientales para dar vía libre al ladrillo como motor de reactivación económica. Además de una profunda involución social y ambiental que nos devuelve a los peores momentos de la burbuja inmobiliaria y de la crisis del 2008, esa vía condena a la ciudadanía a sufrir hoy y mañana las peores consecuencias del cambio climático, de la pérdida de biodiversidad -como puede ser esta pandemia viral- y de un aire irrespirable en nuestras ciudades. Esto va en serio: nos estamos jugando la vida.

En vez de volver para atrás, más nos valdría aprender de la emergencia sanitaria y aprovechar esta crisis para enfrentarnos, de forma realista y valiente, a la emergencia climática y ecológica. No se puede, ni se debe volver a la insostenible e injusta normalidad anterior a la crisis. Más bien, se debe utilizar este momento como punto de inflexión y palanca hacia un modelo socio-económico saludable, limpio y solidario. Es el momento para una transición ecológica y justa, que recoja a la vez los aprendizajes de los últimos meses con la crisis sanitaria y de las últimas décadas con la crisis climática.

Para ello, ahora que Europa ha optado por la puerta grande de la solidaridad, dinero no va a faltar. Pero no puede volver a invertirse en el cemento y la insostenibilidad. Dejemos atrás los aeropuertos sin aviones, los AVES sin pasajeros y las autopistas sin coche. Tampoco rescatemos el mundo de ayer, invirtamos en el de mañana. Pongamos condiciones ecológicas claras a los planes de recuperación: además de no operar en paraísos fiscales, no repartir dividendos o terminar con la brecha salarial de género, es fundamental que el dinero público sirva únicamente para aquellos sectores que cumplan drásticamente el Acuerdo climático de París.

No queremos un nuevo plan Renove con pintura verde para salvar un sector de la automoción fósil, en declive e insostenible. Queremos un Plan de choque por la movilidad sostenible, donde todos los esfuerzos económicos se destinen a apoyar la nueva movilidad limpia, innovadora, compartida y eléctrica de fuentes renovables. No queremos un rescate tradicional al sector aéreo, sino que se redimensionen los sobredesarrollados transportes e infraestructuras aéreas, para ajustarlos al contexto de emergencia climática y de crisis económica post covid-19. No queremos volver al turismo masificado, low cost y precario del sol y playa. Es hora de reestructurar el sector turístico y adaptarlo a la realidad ecológica: de calidad, relocalizado y sostenible.

Esto supondrá valentía política y luces largas para asumir grandes cambios. Supondrá ambición que hoy todavía falta, incluso en el insuficiente anteproyecto Ley de Cambio Climático. Es urgente que el Gobierno PSOE-Unidas Podemos escuche a los científicos y a Naciones Unidas. Al igual que hemos aprendido a alinearnos con la ciencia para enfrentarnos a la emergencia sanitaria, es hora de alinearnos con la ciencia para enfrentarnos a la emergencia climática.

Supondrá recordar, una vez más, que la transición será justa o no será. Rescatemos a las personas, no a las multinacionales o a sectores insostenibles. Para no dejar a nadie atrás, pongamos encima de la mesa soluciones novedosas como la Renta Básica Universal y la jornada laboral de 32 horas semanales. Este reparto de la riqueza y del trabajo es fundamental, aún más hasta que los sectores verdes y limpios hayan terminado de sustituir a los contaminantes sectores marrones gracias a una política industrial española y europea innovadora y ecológica. Ecología y justicia van de la mano.

Por último, pensar en el futuro que queremos para España será también una forma de rebajar la crispación de nuestra vida pública y política. La Comisión de Reconstrucción es una oportunidad para trabajar codo con codo en propuestas que nos ofrezcan un porvenir distinto del que habíamos imaginado. En muchas de las comparecencias hasta ahora celebradas se repite una idea: hay una mayoría social que no quiere volver a lo de antes. Es nuestra responsabilidad ofrecer un horizonte de esperanza y de seguridad, y un cambio de modelo que permita cuidar la vida.

Esto es lo que hemos hecho en EQUO al presentar nuestras propuestas para la Reconstrucción Verde y Justa. Ante la política del ruido y del fango, y a sabiendas de que la sociedad está más concienciada que nunca, seguimos creyendo profundamente en el valor de la política útil y constructiva. Nos jugamos mucho y esta oportunidad puede ser la última. Reconstruyamos con inteligencia y sentido común ecosocial. Rescatemos la vida.

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