Dominio público

Yolanda Díaz no cederá

Ana Pardo de Vera

Desconocemos si, como dicen algunos socialistas, son las encuestas que dan cada vez más posibilidades a un Gobierno PP-Vox en 2023 y Pedro Sánchez quiere "pescar votos en el centro-derecha más liberal al que espanta" la formación ultra de Santiago Abascal, o si, como aducen otras, es el indiscutible ascenso de la vicepresidenta segunda y ministra de Empleo en la percepción de los y las ciudadanas lo que molesta a "una parte del PSOE, la del poder Ejecutivo", pero lo cierto es que el presidente del Gobierno ha dado uno de esos volantazos suyos con respecto a la otrora "derogación de la reforma laboral", hoy "modernización de la reforma laboral".

El brusco giro del jefe del Ejecutivo, cuando según sus propias palabras en el Congreso del PSOE, estaba atado y bien atado el compromiso socialista de derogación de la norma de Rajoy, nos tiene a una mayoría expectantes: como ocurrió con aquella repetición electoral de noviembre de 2019 por falta de acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos que dio a la extrema derecha el doble de escaños y a la hoy coalición de Gobierno, menos diputados, nos preguntamos hacia dónde se dirige Pedro Sánchez, entonces persiguiendo a Ciudadanos y hoy, racaneando a través de Nadia Calviño uno de los puntos nucleares del acuerdo de la coalición: el fin de la reforma laboral de 2012 ejecutada por Rajoy y que dio a su entonces ministra de Trabajo, Fátima Báñez, un buen puesto en la CEOE, la pata empresarial de la mesa del diálogo social, la única compareciente entonces.

Se avecina tormenta si Sánchez no tranquiliza las aguas obreras y a sus representantes en el Congreso; vienen movilizaciones e incluso actos con la sociedad civil en lugares incómodos para el PSOE si no se recupera el término "derogar" en Moncloa y se incumple el pacto de coalición.

Yolanda Díaz no es Pablo Iglesias y quienes creyeron que la vicepresidenta sería más manejable que el exlíder de Podemos por la suavidad de sus formas y su rechazo a las luchas de poder para ver quién tiene la Vicepresidencia más alta ya han comprobado que pinchan en hueso. Díaz, que lleva la lucha por los derechos laborales en los genes, no cederá a las pretensiones del presidente -más (neo)liberales que socialdemócratas- en las que insiste Calviño y que vuelven a inclinarse a favor de los empresarios en un país, en palabras de Unai Sordo, secretario general de CC.OO., que se desangra en desigualdad con "el fenómeno del trabajador pobre".

Hay preocupación en el Ministerio de Empleo, incluso cansancio con una negociación que lleva siete meses en la tercera vez que se aborda con esta titular; cuarta, si se tiene en cuenta que la antecesora de Díaz, Magdalena Valerio, tuvo que frenar en seco y tragarse sus compromisos por decisión superior. Hay preocupación en los sindicatos, que no entienden la,maniobra del presidente en un momento de ofensiva global neoliberal, neofascisfa y/o ultrareligiosa, que también padecemos en España y Europa, pese al ascenso de la socialdemocracia o precisamente por eso, ya que los resultados de ésta están siendo ajustados.

La derogación de la reforma laboral "es incluso blanda", coinciden en señalar fuentes sindicales y de Empleo, pero es lo mínimo a aprobar para ir recuperando unos derechos laborales pisoteados durante años. Bruselas ha sido clara: hay que terminar con la temporalidad y el paro juvenil, cuyas cotas causan sonrojo en un país al que sus políticos califican de "potencia europea". La derogación de la reforma laboral es de primero de socialdemocracia, de mínimos e imprescindible, por eso se entiende menos la postura de Moncloa imponiendo (sic) por sorpresa la presencia de la Vicepresidencia económica en una negociación tan avanzada. ¿Por qué no su presencia -que no competencia, que pertenece a Empleo- desde el principio y sí ahora, en el tramo final y con el trabajo tan avanzado? Es el presidente quien lidera esta contrarreforma nunca se le ha hurtado a Sánchez desde Empleo la capacidad legítima y obvia de hacer anuncios decisivos durante la pandemia cuya gestión competen a ese Ministerio. Solo faltaba, además, por lo que menos se entiende aun la brusquedad del cambio.

Estuvo muy desafortunado Iglesias en la tertulia de la Ser diciendo que hay que sonreír porque "Yolanda Díaz ya ha ganado". Esto no va de relatos triunfalistas de partido, sino de derechos laborales y cuesta creer que conociendo a la vicepresidenta, el exlíder de Podemos la presente como ganadora de una batalla en la que, si la derogación no sale en los términos acordados entre PSOE y Unidas Podemos para gobernar juntos, pierden los y las trabajadoras y, seguramente, pierdan los socialistas las generales de 2023 frente al PP y sean relevados por un Gobierno de (ultra)derecha. U-l-t-r-a-d-e-r-e-c-h-a. Es posible, además, y sería del todo lógico, que el espacio progresista perdiera a una líder en el más amplio sentido de la palabra, no en ese otro diminuto del que solo gana el relato partidista. Luces largas.

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