Dominio público

Badalona suma y sigue

Dolors Sabater

Exalcaldesa de Badalona por Guanyem Badalona y diputada al Parlament por CUP-Guanyem Catalunya

Lo que pasa hoy en Badalona es importante, sí, pero no definitivo. Que el corrupto de Albiol sea expulsado de la alcaldía y que el PP deje de gobernar la cuarta ciudad catalana son hechos relevantes, y mucho, pero no suficientes. Lo que realmente es importante es que se pongan en marcha las condiciones para alcanzar el final político definitivo de este líder populista de extrema derecha que ha puesto Badalona en el mapa del lepenismo y del trumpismo y que tanto mal ha hecho a la cohesión interna de la ciudad, especialmente en los barrios más vulnerables.

Lo que hace falta es remontar un proyecto político de ciudad al servicio de la vida, con un funcionamiento municipal optimo (PSC y PP se negaron a profesionalizar y modernizar la estructura municipal para no perder poder clientelar y la situación actual es de colapso), que ponga en marcha una manera de hacer política no partidista, radicalmente democrática, participativa y con una clara vocación de revertir desigualdades y resolver problemas estructurales que están haciendo sufrir a miles de persones.

Es necesario que se lidere la reversión de este abandono endémico de las administraciones supramunicipales hacia el Besòs (contrariamente a lo que ocurre con el Llobregat) aunque esto comporte tensiones en el AMB (Área Metropolitana de Barcelona), en la Diputación y en la Generalitat... Y es necesario que Badalona salga adelante, contrariamente los votantes de Albiol (un 37,58% en 2019 ) quizá sigan votando opciones populistas de extrema derecha, ya sea PP o sea VOX.

Hace falta un gobierno fuerte que salga adelante, y ahora mismo no está garantizado. Parece que el PSC de Badalona no se aplica la tesis de que es necesario conocer el pasado para entender el presente y prever el futuro y que tampoco ha aprendido nada de su propia experiencia de gobierno cuando fueron precisamente sus políticas neoliberales y su olvido de los barrios lo que abrió la puerta al populismo del PP. Pero no es necesario ir tan atrás. Volvamos a 2015. Tenemos que analizar que pasó a partir de 2015 cuando se produjo un acuerdo para impedir que Albiol obtuviera la alcaldía. Hubo un gobierno de concentración, en minoría, en este caso liderado por Guanyem Badalona, con el apoyo de ERC, ICV-EiU y con el apoyo puntual del PSC y un voto de Junts, que garantizaron la investidura. Un gobierno de transformación y cambio, de nueva política, con una agenda innovadora y valiente.

A pesar de las evidentes dificultades, el proyecto consolidó la esperanza, y se vislumbraba que podía realmente cambiar las inercias del voto populista: el barómetro municipal de mayo de 2018 (Opinòmetre) certificaba resultados esperanzadores. Entre otras cosas la percepción de la imagen externa de Badalona mejoraba notablemente comparado con barómetros anteriores, aumentaba hasta el 82,5% el grado de mucha y bastante satisfacción de vivir en Badalona y lo más importante: mejoraba la percepción de seguridad, y bajaba notablemente la consideración de la migración como un problema, los dos ejes donde el populismo hace daño.

La gestión municipal obtuvo la aprobación de casi un 70% de la ciudadanía y muchos otros indicadores apuntaron que había una esperanza mayoritaria en aquel gobierno de cambio y transformación. Un barómetro no es una urna, pero indica una tendencia. Es relevante constatar que justo un mes después de hacerse públicos estos indicadores positivos el PSC se alió con el PP de Xavier García Albiol para poner freno a esa remontada.

Con esa moción de censura de 2018 el PSC no solo paralizó las políticas públicas (muchos de los proyectos que se habían aprobado en los presupuestos participativos de 2016 aún no se han ejecutado) sino que volvieron a dar oxígeno a un Albiol que había comenzado a perder predicamento en los barrios. Por la narrativa empleada, quedaba claro que lo que más importaba a todos los partidos era borrar de la memoria vecinal los imputs positivos que estaba dejando en la ciudad la nueva forma de hacer política. Y ese propósito acabó sumando a favor del PP.

A grandes rasgos podemos decir que parte de lo que ocurre en Badalona no es diferente de lo que ha pasado en el conjunto de grandes ciudades donde en 2015 la nueva política surgida en la calle por el impulso del 15M y del soberanismo ocupó con cierta fuerza espacios institucionales que habían sido históricamente ocupados por los partidos del sistema. Ante el éxito de sus agendas políticas de transformación y ante la eficacia de las nuevas formas de gestión más democráticas, más justas y redistributivas, menos conniventes con el Ibex35, más transparentes, participativas y al servicio de las clases populares, los partidos del régimen del 78, rehaciéndose del susto de 2015 y sopesando las grietas y daños que estos ayuntamientos del cambio podían ocasionar al statu quo si se perpetuaban, se rearmaron para seguir protegiendo los intereses del capital y el poder oligárquico. Es la misma reacción que contra el 1 de octubre catalán. El empoderamiento popular hace tambalear el régimen y el régimen reacciona.

Este paradigma explica por qué en el 2019 PSC no reconoció la fuerza de izquierdas más votada a la hora de conformar un gobierno alternativo al PP y por qué ERC rompió el proyecto de Badalona Valenta, y también explica por qué en 2020, a última hora, el PSC rompió el acuerdo y no votó a la alcaldesa pactada dejando que Albiol sea alcalde, y por qué ahora, en 2021, Guijarro, el futuro alcalde que Guanyem votará por responsabilidad, no quiere reconocer a Guanyem al gobierno. Es reiterado veto por parte de los partidos políticos del sistema, especialmente PSC pero no sólo, contra todo un espacio político de poder popular.

Por eso hoy es necesario felicitarse, sí, pero sólo a medias. El trabajo importante está por hacer y todavía está por empezar.

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