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Más allá de los bulos: el apocalipsis zombi

Beatriz Gimeno

Más allá de los bulos: el apocalipsis zombi
El presidente del PP, Pablo Casado, toca un ternero, durante su visita a una explotación ganadera extensiva de vacuno en Navas del Marqués, a 14 de enero de 2022, en Navas del Marqués, Ávila, Castilla y León (España).- EUROPA PRESS

Macrogranjas o comunismo; Sí a Burgos, Sí a Palencia; Palencia o Comunismo; viva el idioma palentino; el presidente vuela en aerolíneas chavistas; los comunistas promocionan el turismo para determinadas razas; Burgos libre, las vacas libres;  bares y libertad;  León inventó la democracia aunque León es Castilla; La energía solar de noche no funciona porque no hay sol;  La Hispanidad es la etapa más brillante, no de España, sino del hombre; Estamos en contra de las macrogranjas, pero no de las granjas grandes, pero no existen, pero no son grandes, pero tratan bien a los animales. Castilla es España que es Castilla. El gran hospital de Madrid es el Zendal que es bueno porque está al lado de un aeropuerto, aunque no tiene quirófanos, pero en todo caso, el mejor hospital es tu casa y el mejor médico eres tú mismo. Djokovic puede venir a jugar a Madrid, vacunado o sin vacunar, porque es un buen reclamo publicitario.

En fin, casi todas estas frases han sido pronunciadas por el Partido Popular en las últimas semanas, y las que no, podrían perfectamente haberlo sido.  Si nos vamos a los últimos meses no cabrían en este espacio. Quiero llamar la atención sobre el hecho de que no son exactamente bulos. Son... no sé, frases dichas en alguna campaña por el Partido Popular y casi todas ellas recogidas con total seriedad por una gran parte de los medios. Son parte del programa político del Partido Popular, del gran partido de la derecha español. Decía el otro día una periodista, después de escuchar las palabras del alcalde Almeida sobre Djocovik, que se trataba de una opinión escandalosa que demuestra que el Partido Popular ha renunciado a ser un partido de gobierno. En realidad,  y desgraciadamente, me temo que no.

Me temo que sigue siendo un partido de gobierno. Me temo que esas frases no le alejan del gobierno.  Y no he querido recoger las frases de Vox porque lo más preocupante es que estas frases parten de un partido con voluntad y posibilidades de gobernar. Ya no se trata de hacer un programa político, no se trata de convencer a nadie, no se trata de explicar nada, ni de decir nada coherente o inteligible. No se trata de nada de eso y las frases de arriba lo demuestran. La verdad es que yo no sé muy bien de qué se trata y sé que hay teorías de todo tipo, pero ninguna explica por qué la gente está dispuesta a votar a gente que dice cosas semejantes.

En una década han sucedido muchos cambios en el panorama político.  A menudo nos referimos a la pérdida de un suelo compartido basado en verdades evidentes y en una cierta ética democrática común. A esta pérdida han colaborado con entusiasmo ciertos medios de comunicación que han pasado a ser, sin más, enormes difusores de mentiras y propaganda. Hemos llegado a un punto en el que lo que se ha perdido ya no es sólo esa cierta verdad compartida, sino la propia racionalidad; cualquier atisbo de sentido. No importa lo que se diga, que cualquier cosa puede ayudar a ganar las elecciones. Cuando Trump dijo que podría salir a la Quinta Avenida, matar a alguien a tiros y que aun así ganaría, esa fue una de las poscas verdades que pronunció. Se dice que para ganar las elecciones hay que conectar no con la razón, sino con las emociones de la gente; y es cierto, pero quizá falta explicar qué emoción es esa a la que apelan las frases de arriba, ininteligibles, contradictorias, sin sentido, estupideces.

La extrema derecha gana si consigue imponer como marco la carencia absoluta de sentido, la anomia completa, el infierno social. El poder de imponer un marco estúpido (que no quiere decir que la gente lo sea) contribuye a destruir cualquier sentido de la ética compartida, o la maldad, sin más. Se trata de destruir ese mínimo suelo común de respeto a los derechos humanos o a la democracia. Se trata de acercarse a ese abismo en el que, no serán todos/as pero sí muchos, los que entenderán que se puede acosar, insultar, atacar, golpear, humillar, sin que tenga consecuencias. Los terraplanistas nunca serán mayoría, pero bastará con que sean visibles para que el sentido común parezca desvanecerse; los grupos nazis que pegan a la gente LGTB o racializada, no serán mayoría, pero pueden llegar a aterrorizar a la mayoría y provocar en ella el silencio y el desánimo.

Ya no se trata de ganar las elecciones con propuestas políticas, aunque sean mentira. Eso ya no basta  Se trata de destruir la democracia, se trata de que si hay un estallido, este no vaya contra ellos; que no se pida sanidad pública, sino menos vacunas; que ya no se exija inversión en educación, sino el derecho a enseñar teorías estrambóticas en la escuela; no extensión del derecho a ser cuidado, sino antifeminismo; no precios justos para los productos del campo, sino concursos de gallos de pelea. Frente al miedo que produce la inseguridad vital en el que nos sume el neoliberalismo desbocado, no más luz, sino más oscuridad; volvamos a quemar brujas.

El otro día las redes recuperaron un artículo de 2019 de un panfleto de estos que ahora se llaman pomposamente "medios" cuyo titular era: El Tercer Reich fue el primer país ecologista: así protegió Hitler el medio ambiente. El subtítulo era el siguiente: Un libro descubre las desconocidas políticas de los nazis por la agricultura orgánica, el vegetarianismo y el desarrollo sostenible de la naturaleza. Se trata de que nos acostumbremos. Los nazis no eran tan malos. Los insultos personales, los intentos de humillación a los otros/as, el desprecio basado en la ofensa personal, la degradación de los mensajes nos acerca a la barbarie. La construcción del otro/a como alteridad absoluta a aniquilar, es parte de esa degradación del medio ambiente social y político en el que quieren que chapoteemos y en el que, finalmente, nos ahoguemos

Estoy en medio de mi tercera covid, con 39 grados de fiebre, (o quizá sea la reacción a la tercera vacuna), y lo malo del mejor hospital del mundo que es mi casa, es que está escaso de médicos, así que no sé qué me pasa. Y seguramente por la fiebre por la noche tuve un sueño que era una especie de apocalipsis zombi con Ayuso al frente, una Ayuso que repetía la siguiente frase: "No está demostrado que la tierra gire alrededor del sol porque yo no lo veo y la luna es la tierra que es el sol". Es rigurosamente cierto que soñé con Ayuso pronunciando esa frase.

Hoy, defender la verdad, las verdades para ser exactos, y defender cierta ética personal, política y profesional, es defender la democracia. Desde esta humilde columna semanal te pediría que, a poco que puedas, apoyes a cualquiera de los medios (este por ejemplo) que intentan defender, como poco, un suelo de verdades del que no podemos despegarnos demasiado; la alternativa es el apocalipsis zombi.

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