Dominio público

Mañueco, al desnudo

María José Pintor

Redactora jefa de 'Público'

Ilustración: Paco Santero
Ilustración: Paco Santero

A diferencia del cuento del rey en el que el propio monarca descubre con bochorno que va desnudo, el presidente electo de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, se ha puesto en cueros ante la opinión pública y publicada sin ni siquiera darse cuenta. No pensó -porque no suele hacerlo- que convocar esas innecesarias elecciones en Castilla y León le iba por primera vez, en su larga carrera política de tres décadas, a poner en el foco mediático de todo el país. Y no calculó -porque tampoco suele hacerlo- que así incluso los medios que más habían ayudado a lanzar el fake de que el salmantino era un hombre moderado, al mostrarse ante la audiencia tal y como es, tendrían que desdecirse.

El mismo Mañueco que como alcalde puso a su Policía Local a custodiar el medallón de Franco en la Plaza Mayor, para que por la Ley de Memoria Histórica de Zapatero no fuera expulsado del plateresco foro, es ahora quien permite que la ultraderecha entre por primera vez desde el 78 en un Gobierno en España.

Y mientras la prensa pone el foco en Alberto Núñez Feijóo, por consentirlo, nadie cae en la cuenta que hay que analizar el por qué Castilla y León, probablemente la comunidad menos avanzada de España, vota contra sus intereses y facilita, con su legítimo derecho al sufragio, que Vox forme parte de un gobierno autonómico contra el que ya se ha definido hasta la derecha europea.

El perfil

La mejor definición de Mañueco la da a Público quien ha formado parte de su entorno político hasta hace muy poco: "Para Alfonso la política es muy simple, cree que los medios de comunicación hay que controlarlos y comprarlos a través de la publicidad institucional; a los periodistas incómodos, hundirlos; al adversario, darle algún caramelo para que no haga ruido y esté contento y, eso sí, al compañero de partido que le haga sombra, machacarlo".

El presidente electo de Castilla y León, como repite también Feijóo, responsabiliza al PSOE de este acuerdo del PP con Vox. Entienden los populares que los de Luis Tudanca en la comunidad deberían haber facilitado que Mañueco gobernara en solitario. Lo que olvidan recordar ambos mandatarios populares es que hace menos de tres años quien ganó las elecciones, y con mucha más diferencia de como lo ha hecho ahora el salmantino, fueron los socialistas. Y tampoco les conviene recordar cómo mandaron a la oposición al PSOE gracias al pacto con Ciudadanos y Francisco Igea.

Y como parece que se cumple a rajatabla eso de Roma no paga traidores, pues Mañueco le ha devuelto el favor al de Cs como solo él sabe hacer: rompiendo un pacto sin previo aviso que, al menos, daba estabilidad al Gobierno de coalición y donde los consejeros más válidos, como la de Sanidad y el de Cultura, pertenecían a las filas naranjas.

Historial de traición

Mañueco devoró a sus valedores en política sin contemplaciones desde muy joven. Traicionó a quien contó con él en los 90 para integrarle como fontanero en el Ayuntamiento de Salamanca, en un cargo de coordinador para que tuviera un sueldo. Era el entonces alcalde Fernando Fernández de Trocóniz, diputado del PP por Salamanca y presidente durante años del Pacto de Toledo para las pensiones.

Cuando un joven y prometedor Julián Lanzarote en Salamanca quiso hacerse con el partido provincial, contó con el respaldo de Mañueco para matar al padre. Fue una sangría. Pero peor aún fue cuando en el 95, a los pocos meses de conseguir entrar en la Diputación Provincial, además de como concejal en Salamanca, como diputado y consiguió hacer caer al presidente de la institución, Gonzalo Sáinz, para ponerse Mañueco al frente con poco más de 30 años. A partir de aquí su carrera política fue imparable y sólo ostentada en cargarse a quien con poder se le pusiera por delante.

Cainita sin contemplaciones, volvía a traicionar a quienes contaron con él cuando tenía serias dificultades en acabar la carrera de Derecho, carecía de proyección laboral y no había trabajado de nada más que de cargos de confianza políticos.

Cuando el presidente de Castilla y León, el de verdad moderado Juan Vicente Herrera, contó con él como consejero en 2001, empezaba el ascenso a los infiernos de todos cuantos ejercían el poder en la comunidad. Mañueco quería ser presidente, y llegó a soñar con el salto a Madrid. Que se ande con ojo el gallego que está a punto de desembarcar en Génova.

No tuvo reparo en destrozar a Rosa Valdeón, la vicepresidenta de la Junta y portavoz del Gobierno a la que Juan Vicente Herrera apoyaba para sustituirle al frente de la Junta. Un control de alcoholemia muy bien organizado, cuyo atestado llegó antes a los medios amigos que al juzgado, acabaron con la carrera política de una excelente médico, comprometida hasta el infinito con la causa saharaui. Una jugarreta deleznable que ponía la alfombra roja a Mañueco para hacerse en unas primarias con el PP regional y poder presentar su candidatura hace tres años a la Presidencia de Castilla y León.

Ilustración: Paco Santerod
Ilustración: Paco Santero

Que estas primarias para hacerse Mañueco con el partido estén siendo investigadas por un tribunal en Salamanca por una presunta financiación ilegal -por lo que el PP está imputado a nivel nacional, al igual que el presidente del partido en la provincia y que su gerente- complicarán la vida al presidente electo de Castilla y León, por eso era necesario convocar antes elecciones.

Herencia maldita

Hereda, además, procesos judiciales que están a punto de comenzar. Se trata de La Perla Negra, por la construcción con sobrecostes de un polígono industrial y su edificio principal que se juzga a partir de la próxima semana. Además, de la trama de las eólicas: mordidas a cambio de autorizar la construcción de parques eólicos.

Mañueco confíaba, hasta la convocatoria de las elecciones anticipadas, que los medios amigos apenas hablarían de estos procesos judiciales. Olvidaba que él mismo se ha puesto en el foco de la prensa de toda España, y no va a contar con dinero institucional suficiente para parar el golpe.

Porque, además, lo que ni imagina el presidente electo de esta comunidad, es que hay medios, como Público, a los que no hay publicidad institucional que pueda comprar.

Por los pelos se libró Mañueco de la Operación Lezo. Las grabaciones de la UCO en la Guardia Civil demostraron en el juicio el acuerdo del entonces alcalde de Salamanca con la mujer del expresidente condenado por esta trama, Jaime González, para gestionar guarderías municipales en Salamanca. Mañueco se libró de la Justicia porque el tema estalló antes de que empezaran a desarrollar dicho acuerdo.

A la derecha de la derecha

Así tenemos al frente de la comunidad más extensa de Europa al hombre con un perfil político que siempre estuvo en la derecha de la derecha, lo que ahora reconocemos como Vox.

Mañueco en estos años ha trabajado para llegar donde está, sin preocuparse de gobernar. Ni como consejero, ni como alcalde, ni como presidente de Castilla y León tuvo al ciudadano en sus premisas.

Durante años, y a base de dinero institucional, ha impedido que  propios y extraños conocieran lo que de verdad estaba pasando en la comunidad. Una estrategia de viejos políticos que ha permitido que se conociera solo lo que Mañueco quería que se conociera de él.

Pero ese cordón protector mediático se ha roto al convocar elecciones y convertir a Castilla y León en el foco de los medios como jamás había ocurrido antes.

Y ahí aparece desnudo un Mañueco, sin programa, sin equipo, sin discurso y sin capacidad de reacción.

El presidente electo está cómodo con Vox, porque siempre estuvo en esa cuota ideológica, cuando todo lo absorbía el PP.

Feijóo y Mañueco ni sospechan que esta decisión de contar en España por primera vez con la ultraderecha en un gobierno puede arrastrar a ambos al abismo.

Pero mientras, Alfonso Fernández Mañueco, casado y con dos hijas, yerno de un cacique que ha ostentando el cargo de alcalde de Villares de la Reina desde la dictadura, y donde pone su nombre a todo lo que ha construido, e hijo de un alcalde franquista, volverá a jurar su cargo como presidente de Castilla y León para gobernar con la ultraderecha, a la que ha aceptado todas sus exigencias. Porque si algo tiene claro Mañueco desde su juventud es que lo importante es lo importante. Y ahora toca seguir al frente de Castilla y León al precio que sea.

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