Dominio público

Ya viene la 'gran coalición' a salvarnos

Ana Pardo de Vera

Es posible que al electorado progresista le esperen más sopresas desagradables tras el shock que ha provocado Pedro Sánchez en la izquierda -incluidas probablemente las bases del PSOE-, en general, y en su socio de Gobierno, en particular, dando un paso más que José Luis Rodríguez Zapatero al reconocer que el Sáhara Occidental como autonomía de Marruecos es "la base más seria, creíble y realista para la resolución de esta dispusta".

Durante una entrevista con Aimar Bretos en la Ser, expresidente Zapatero acusaba el viernes a los medios de no tener "memoria", porque él ya había respaldado esta opción durante su Ejecutivo cuando Rabat la planteó en 2007. Efectivamente, la apoyó como una oferta que "constituye una contribución positiva", alabando los esfuerzos de Marruecos por tratar de resolver este asunto durante una cumbre bilateral en Madrid con el primer ministro marroquí Abbas el Fassi y una decena de sus ministros en 2008.

Zapatero respaldó la propuesta como una más, no como "la base más seria, creíble y realista", que ha dicho su sucesor no inmediato Pedro Sánchez. Por eso, en 2008, cuando el expresidente del Gobierno hizo estas declaraciones, no se libró de las críticas, pero se interpretó su gesto como poco más que cortesía para con el visitante y su séquito. Ahora, en cambio, el jefe del Ejecutivo ha dejado el futuro de Sáhara Occidental, la 53ª provincia española hace no tanto, en manos de un dictador no menor que Vladímir Putin después de que la hubiéramos abandonado asediada por Hasan II y vendida por Juan Carlos I en 1975 para lograr el apoyo de EE.UU. a su Jefatura de Estado tras la muerte de Franco. Son hechos históricos recogidos por la CIA en documentos desclasificados y por tanto, públicos.

La memoria, siempre la memoria, que también nos recuerda cuánto de infame serían los acuerdos de cesión a Marruecos y a Mauritania del Sáhara por parte del emérito que la ONU los declaró nulos y aún hoy, el Sáhara Occidental está entre los 17 Territorios No Autónomos (cap. 11 de la Carta de las Naciones Unidas), es decir, "territorios cuyos pueblos no han alcanzado todavía su plenitud del gobierno propio", su descolonización vía referéndum de autodeterminación conforme a la Resolución 690 del Consejo de Seguridad de la ONU de 1991. Clamamos por la soberanía de Ucrania frente a Rusia, damos un portazo en las narices a la de quienes formaron parte de nuestra nación frente a Marruecos. Bravo.


Más allá del fondo, las formas. Alabado por unos ("Enorme generosidad del presidente asumiendo personalmente este giro histórico que dará seguridad y estabilidad a España en un contexto salvaje", en palabras de uno de sus colaboradores) y criticado por casi todas las demás, el presidente del Gobierno se enfrenta ahora a la petición de explicaciones por parte de sus socios de Unidas Podemos y de una decena de partidos más en el Congreso; pero no solo. En sus filas y en primera línea empieza a recogerse el malestar de unas bases del partido desoladas por la situación: la presidenta de Illes Balears, Francina Armengol, cuya lealtad a Sánchez en todo momento es indiscutible, publicó un tuit este fin de semana en el que mostraba su preocupación por la retirada de los derechos humanos y la dignidad de un pueblo al trastero de la política: "Sóc conscient que vivim temps complicats, però ara, més que mai, és important respectar i defensar un dels valors més universals: els drets humans. El poble sahrauí es mereix viure en pau i llibertat. Des del cor, tot el meu suport a les famílies i el poble sahrauí". 

Se impone la realpolitik, la diplomacia kissingeriana, realista y pragmática, cruel si hace falta en defensa de los intereses y el poder de un país ... solo que España no es EE.UU., ni Alemania siquiera, y aún desconocemos cómo va a acabar este volantazo en nuestra política exterior. Madrid cuenta con el apoyo de Washington, cuyo exinquilino en la Casa Blanca, Donald Trump, fue quien bendijo el Sáhara como territorio de Marruecos -sin que Joe Biden lo corrigiera- a cambio del apoyo de éste a Israel, cuya política de arpartheid sobre Palestina se asemeja a la de Mohamed VI sobre la exprovincia española. Gana el poder, pierden los derechos humanos y aún no sabemos en qué queda España. ¿Es Rabat un socio tan fiable, capaz de lanzar misiles humanos y menores de edad al mar como elemento de coacción, que se detenga en el Sáhara y no plantee más adelante y como otras veces, los asuntos de Ceuta, Melilla y las aguas -si no las tierras- canarias? La falta de escrúpulos es un arma de chantaje demoledora contra las democracias, aunque hasta éstas acaban cediendo y siendo, por ejemplo, menos "plenas" en contextos de crisis.

En esta tesitura, con la crisis social y económica de guerra como excusa para evitar sentimentalismos -dicen-, y ante el rechazo frontal de Unidas Podemos y Yolanda Díaz, vuelven las incógnitas creadas sobre el futuro del Gobierno de coalición a menos de dos años de las elecciones generales. Las mentes más puras -solo contra Podemos; con la monarquía, la pederastia de los curas, la ultraderecha machista en Castilla y León o el Sáhara abandonado, ya tal- se rasgan ya las vestiduras por seguir los morados en el Ejecutivo. "Pura incoherencia", "Vendidos al poder", "Los carguitos"... mientras el PSOE hace trizas su programa electoral, ése donde defendía el derecho de autodeterminación del Sáhara Occidental.


La coartada de una emergencia como es una invasión rusa en territorio europeo es perfecta para el relato del repliegue (sic) a posiciones más conservadoras, tanto como la de Juan Carlos I en 1975. Desde los medios de comunicación y voces más publicitadas de la política y los partidos, antes aun de la campanada sobre el Sáhara, se hablaba de pactos de Estado que reediten los de la Moncloa en versión 2.0 (rentas, defensa...), ahora que no está Pablo Mister No Casado y sí Alberto Núñez Feijóo, que al menos, da una de cal y otra de arena a Sánchez: lo mismo acuerdo contigo en la Conferencia de Presidentes de La Palma que te acuso de forrarte con el precio de la luz y los combustibles. Nada nuevo para quienes tenemos bien calado al todavía presidente gallego.

Tras el anuncio de la Casa Real de Marruecos publicando la claudicación del Gobierno de España a sus aspiraciones sobre el Sáhara, las mismas voces, el mismo sector mediático y de opinión pública dirigente empiezan a tratar de empujar a Unidas Podemos fuera del Ejecutivo para que el PSOE se vea obligado a pactar con el PP esa gran coalición de emergencia, alcanzando los pactos 2.o. Desde el lado del Gobierno socialista niegan semejante posibilidad, aunque sí son conscientes de que UP podría abandonar el barco y liderar la izquierda desde la oposición. "Ese escenario no nos interesa en absoluto", argumentan fuentes socialistas encuadrando las políticas del presidente en un cambio de orden estratégico mundial, que se ha acelerado y que requiere "decisiones drásticas para proteger a España". Lo del Sáhara está en manos de la ONU todavía, pero con el apoyo de EE.UU. y Alemania, por lo menos; con Argelia presa también de intereses económicos, va a ser difícil que la última espantada española de su excolonia tenga marcha atrás.

Desde este lunes, las apuestas por la gran coalición por la paz -les dejo un nombre precioso- cotizarán al alza en el mercado de la realpolitik que, por otro lado, tiene en Sánchez a su mejor exponente ahora mismo. No quiero imaginar los himnos de alegría de Vox de darse esa posibilidad, viéndose la ultraderecha sin el PP en la oposición y culpando a Feijóo de traicionar a España, por lo menos, al pactar con el PSOE. De que siga el Gobierno de coalición -la mejor opción y pese a las estocadas del socio principal al minoritario- a que la gran coalición por la paz PSOE-PP fructifique, hay mucho terreno intermedio y mucha gama de grises. A ver qué dice el consejo de sabios.


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