Dominio público

Cuando el odio se hace discurso

Marta Higueras Garrobo

Portavoz del Grupo Mixto-Recupera Madrid

La falta del reconocimiento de los derechos a nivel universal significa que si nos trasladamos en el espacio y se publicara este mismo texto en cualquiera de los 70 países que castiga nuestra realidad, estaríamos en grave riesgo de persecución, encarcelamiento o muerte.

Incluso en la Unión Europea, en países de más reciente incorporación, por ejemplo Hungría o Polonia con sus prohibiciones y sus políticas homófobas, comprobamos que no hay movimientos por parte de otros países o de las instituciones europeas para recordarles que su incorporación a la Unión conlleva el compromiso con los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas LGTBI, nuestros derechos.

El daño que ha hecho Donald Trump en el imaginario colectivo tiene efectos a corto, medio y largo plazo. Los estamos viendo aquí mismo, con un partido ultra que ha abandonado lo "políticamente correcto" del Partido Popular y que frente a esa "corrección", presume de homofobia, lesbofobia, bifobia, y en general odio a todo lo que no sea el modelo más tradicional y conservador. Un partido que no oculta que, de tocar poder, suprimirá las leyes igualitarias, la legislación LGTBI (como ha exigido en la Comunidad de Madrid, aunque no se hayan derogado de momento), o incluso abolirá leyes y normas estatales excediendo su competencia, como han planteado en Castilla y León.

Mientras, el eco de su discurso es, en si mismo, un retroceso en derechos y libertades, un generador de odio y de miedo, de desprecio, de agresividad. Y puede ser que nos lleve, en algunas zonas, a abrir de nuevo los armarios.  Esa es su estrategia, ir generando una hegemonía social contraria a todo lo que no sea la heteronorma.

Por todo ello, sería un error creer que tenemos los derechos consolidados, lamentablemente no es así. Tenemos que reforzar los pilares en los que se apoyan nuestros derechos, y para ello es necesario participar, ser visibles, tener protagonismo en el arte, en la cultura, el deporte, la empresa, la política, etc. Es necesario tener "poder de influencia", en palabras de la filósofa feminista Celia Amorós.

¿Verdaderamente se nos ha olvidado diferenciar en qué consisten los Delitos de odio, o dónde están los límites de la Libertad de Expresión que pueden alimentar el Discurso del odio a lo diferente? Del odio como discurso al odio como delito, solamente hay un paso: el discurso del odio. Son mensajes que se elaboran con el fin de resultar ofensivos o perniciosos para los miembros del colectivo y la realidad nos demuestra que la mayor parte de los "crímenes por odio" tienen como causa primigenia una retórica que los justifica, que los hace parecer aceptables y que, en definitiva, denigra a sus víctimas y menoscaba su dignidad.

A diario escuchamos la justificación de lo injustificable, que amenaza con sentar las bases de un giro autoritario que acalla la denuncia de la violencia y de las manifestaciones de odio, xenofobia y LGTBIfobia y la defensa de los derechos humanos.

Desde las instituciones nos hemos focalizado en generar políticas e intervenciones para la inclusión y normalización de colectivos considerados minoritarios y el respeto a la diversidad, mediante el desarrollo de leyes para garantizar los derechos de las personas con sexualidades y posiciones de género diversas, y contra la LGTBIfobia.

Las personas que nos identificamos como lesbianas, gays, trans, bisexuales, intersexuales conocemos su impacto positivo, del mismo modo que hemos experimentado algunas formas de discriminación sutiles, y no tan sutiles, que de un tiempo a esta parte han aumentado la tensión ante la proliferación de los Crímenes de Odio e Intolerancia, causando inseguridad y miedo en el colectivo. Esa es una realidad que debe ser combatida, garantizando las libertades y el respecto a la dignidad humana, porque de eso se trata y no de otra cosa: de nuestra dignidad como personas.

Se trata, en definitiva, de cuidar la democracia que está en riesgo de vaciamiento, de manipulación y de usurpación. Y la democracia somos nosotras, libres y diversas. Necesitamos democracias fuertes en el mundo para que los derechos sean universales. Necesitamos la universalización de los derechos para que las fronteras de occidente no sean las puertas de grandes armarios donde nos recogemos como en casas de muñecas frente a otras fronteras de enormes centros de represión.

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