Dominio público

Marc, el poli infiltrado

Miquel Ramos

Varios agentes de la Policía Nacional contra los manifestantes de una protesta contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel, en Valencia, en febrero de 2021. E.P./Jorge Gil
Varios agentes de la Policía Nacional contra los manifestantes de una protesta contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel, en Valencia, en febrero de 2021. E.P./Jorge Gil

El medio catalán La Directa destapó ayer a un topo de la Policía Nacional que llevaba dos años infiltrado en varios movimientos sociales de Barcelona. Tras varios meses de investigación, comprobando, contrastando y hasta peritando todos los datos obtenidos, los periodistas acreditaron que Marc Hernández era en realidad I. J. E. G., un funcionario del Estado.

Marc no era de Mallorca como decía, sino de Menorca. Tras estudiar criminología y graduarse como agente del Cuerpo Nacional de Policía, el infiltrado había construido un personaje y contaba con un DNI falso, una cuenta corriente falsa, y dos pisos, uno en Palma y otro en Barcelona, donde reunió a algunos ex compañeros de los colectivos en los que empezó a meterse. Todo parecía normal en un joven que llega a Barcelona desde otra ciudad y se implica en varios movimientos sociales, concretamente, en el movimiento independentista a través del Casal Lina Ódena y del Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans (SEPC) y en el movimiento por el derecho a la vivienda a través de Resistim al Gòtic.

En este caso, no es que los colectivos infiltrados fueran potencialmente peligrosos por sus métodos, sino por su influencia política. Es decir, no se perseguía desmantelar una organización armada o violenta, sino investigar a un sindicato estudiantil que forma parte de la izquierda independentista, y a un colectivo que lucha contra la especulación urbanística, por una vivienda digna, y que para desahucios. Esto, para el Estado, es lo realmente peligroso. Y eso no es sino una muestra de que estos movimientos están consiguiendo sus objetivos. Así que Marc, lo quiera o no, ha hecho más grandes todavía a estos colectivos y a sus causas.

La infiltración en movimientos sociales es habitual. Quienes participan en ellos lo saben de sobra. Existen algunos indicadores habituales para detectar a estos topos, aunque a menudo la trama es más compleja, y el Estado se sirve de informantes más que de funcionarios. Es decir, de personas que frecuentan estos ambientes y a quienes les resulta más fácil recabar información sin levantar sospechas. A veces, la policía intenta cazar a quienes tienen asuntos pendientes con la justicia, prometiéndoles algún tipo de mejora de su situación e incluso dinero. Fue precisamente La Directa la que destapó uno de estos intentos años atrás, también en Barcelona, a un joven activista que decidió tender una trampa a los polis y hacerlo público antes que traicionar a sus compañeros y a sus ideas, a pesar de tener un juicio pendiente para el que le prometieron beneficios judiciales. La Directa grabó el encuentro y la conversación, y publicó las fotos y la charla en exclusiva. Este medio independiente lleva dieciséis años destapando el espionaje a los movimientos sociales por parte de diferentes cuerpos policiales. Se nota que Xavier Vinader dejó una buena escuela antes de marcharse.

No me toca desvelar el contenido de la investigación de La Directa. Léanla ustedes. Pero lean también a las víctimas del topo contándolo en redes. A los movimientos sociales y a quienes forman parte de estos, y se creyeron, además, que Marc era también un amigo. Más de uno que se creyó la amistad se preguntaba por esos abrazos que se dieron y por todas las confesiones personales, miedos y alegrías que había compartido con él.

Marc huyó hace unos días. Sus redes con perfil falso han desaparecido y su rastro se esfumó con excusas baratas a quienes trató de engañar. O eso cree. Ya circulan fotos y vídeos suyos participando en varias acciones, o incluso con su verdadero nombre, en su entorno real. Quienes lo empujaron a infiltrarse no han cuidado nada bien su seguridad, demostrando así lo poco que les importa este joven agente al que hicieron creer que era un héroe.

Marc seguirá cobrando del Estado, cuyos representantes dijeron ayer que no tenían nada que decir cuando les preguntaron por el topo. Como con Pegasus y como con tantos otros casos descubiertos. Los han pillado, pero se la suda. Van a seguir haciéndolo contra cualquiera que denuncie sus miserias. Pero muchísima gente seguirá tratando de cambiar las cosas por pura convicción, gratis, a pesar de Marc y de los demás como él. Solo cabe esperar que Marc haya aprendido algo de toda esa gente a la que ha tratado de engañar. Solo con que hayas conocido buena gente y te hayan hecho pensar un poco, Marc, ya ha valido la pena tu aventurilla.

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