Dominio público

Marchando un busto de M. Rajoy

Ana Pardo de Vera

El jefe del Gobierno de Andorra, Antoni Martí, recibe al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en la cumbre Andorra-España de 2015. -EFE / Juan Carlos Hidalgo
El jefe del Gobierno de Andorra, Antoni Martí, recibe al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en la cumbre Andorra-España de 2015. -EFE / Juan Carlos Hidalgo

Ha tenido que ser una batlle -jueza- de Andorra la que nos indicase con el dedo grueso, el de imputar, quién es M. Rajoy y qué ha hecho este señor por resolver el conflicto catalán empleando a la cloaca policial en la operación Cataluña. La jueza Stéphanie Garcia ha expedido comisiones rogatorias para notificar la querella a los denunciados y ha advertido que el expresidente del Gobierno, el exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el exministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, aparte de otros ilustres miembros de la policía política del Ejecutivo de Rajoy, deben elegir a un abogado andorrano en quince días o se les nombrará a uno de oficio.

La querella por la que se investiga al equipo policial y financiero de M. Rajoy fue presentada por supuestas presiones a directivos de la Banca Privada d'Andorra (BPA) para obtener información de políticos catalanes durante el procés, entre ellos la familia Pujol o Artur Mas. Ya saben: ellos obtenían datos sobre los independentistas catalanes, los que fueran, y la Fiscalía lo afinaba para montar un escándalo político en estrecha colaboración con potentes altavoces mediáticos. Los delitos de los que se acusa a M. Rajoy, a sus ministros y los responsables policiales son coacciones, amenazas, extorsión, chantaje y falsedad documental. Ahí es nada.

Con respecto a esta imputación, sobre el sentir del Partido Popular y de su líder, otrora eterno delfín de M. Rajoy, solo se oyen los grillos en la calle Génova. Después del intento fallido de salvar a Luis Bárcenas y al propio PP, viene ahora una juez de Andorra -"Ese micropaís del que usted me habla"- a recordar a Alberto Núñez Feijóo de qué casta le viene a su galgo ser rabilargo, con perdón, o, lo que es lo mismo, por qué este PP ni el de Pablo Casado ni ningún otro es capaz de sacarse la manta de la corrupción de encima: porque no ha habido un líder del PP que no eligiera al siguiente que no estuviera hasta el cuello de merda. Manuel Fraga con su financiación fariña; José María Aznar con sus amigos de la Gürtel en todos los saraos; M. Rajoy con su Bárcenas, su Kitchen o su operación Cataluña, y Pablo Casado con sus (no)estudios y su Tomás Díaz Ayuso. Cómo será el reguero que ha dejado esta cuadrilla que el antecesor de Feijóo parece hoy el menos malo de todos.

Ya sabemos, pues -en Público lo sabíamos y así mismo lo hicimos saber-, por qué el interés de M. Rajoy de ser en enero de 2015 el primer jefe del Ejecutivo de España que hiciera una visita oficial a Andorra, toda una cumbre bilateral con el cap de Govern, Antoni Martí. Ambos mandatarios negaron entonces a la prensa, por activa y por pasiva, que hubieran hablado de los Pujol y de nada parecido ("Yo no he venido aquí a hablar de personas", recalcó el español), cuando en realidad, según supimos después, el quid de la cuestión era la obtención de información sobre los independentistas. Mayor recochineo supuso aún que el Gobierno vendiera esa cumbre Andorra-España como parte de su estrategia en la lucha contra la evasión fiscal.


Cómo y acompañado de quién va a declarar M. Rajoy ante la juez de Andorra por todos esos presuntos delitos que se le imputan es una incógnita. O, como diría él, cómo hará para intentar no hacerlo, es otra. De momento, Feijóo -que está "hasta los cojones de todos nosotros", los del PP, y acaba de llegar- ya ha pedido a la presidenta de Madrid el teléfono de Víctor Ochoa, el autor del busto de Felipe VI (110.000 euros reales) para la sede del Gobierno autonómico. Por si hubiera que mandar a Andorra una réplica del expresidente; al fin y al cabo, ya lo dijo Dalí: "Lo menos que puede pedirse a una escultura es que no se mueva". Y M. Rajoy no para.

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