Dominio público

Feijóo ya tiene quien le escriba

Ana Pardo de Vera

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, con el portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Senado, Javier Maroto. E.P./ Alejandro Martínez Vélez
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, con el portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Senado, Javier Maroto. E.P./ Alejandro Martínez Vélez

- ¿Qué le pasa a Feijóo?
- "¿Que qué le pasa?" Nada, ¿por qué?
- Ya no está ‘como antes’... No es buen parlamentario.
- ¿Lo ha sido alguna vez?

- Sí ... ¿no?

Esta conversación banal (o no) se producía mientras el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interpelaba a Pedro Sánchez en el Senado con no demasiado éxito. Y era difícil fracasar, admitámoslo, porque la semana horribilis del Gobierno, con los tropiezos de la ley del sí es sí y el debate sobre la reforma sí/no del delito de malversación, daba al principal partido de la oposición una ventaja holgada de Feijóo sobre el jefe del Ejecutivo. No pudo ser.

Una vez más, se demostró que hay alguien en el PP dispuesto a dejar quedar al expresidente de la Xunta de Galicia como un pelagatos político. Alguien que no solo le indica lo que tiene que hacer y cómo hacerlo a través de la prensa, sino que además, quiere que se note. Quiere que contemplemos que Feijóo actúa al dictado de un sanedrín formado, sin duda, por Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y otros dirigentes y/o mentes pensantes del Partido Popular que no se pronuncian en público en los mismos términos: o Feijóo se comporta como ellos y ellas quieren que se comporte o su liderazgo se tambalea.

Es normal. Contrariamente a lo que el expresidente gallego cree, gracias a una autoestima bien esculpida en Galicia a golpe de control mediático, Feijóo no llegó al liderazgo del PP nacional porque él quisiera llegar, sino porque lo trajeron para sustituir a un Pablo Casado quemado hasta el tuétano del hueso estribo por revolverse contra la omertá del partido en asuntos de corrupción. Y Casado lo hizo no por interés ciudadano, sino por puro beneficio particular: cargarse a la presidenta madrileña (¡la madrileña!) para que dejara de hacerle sombra. Todavía se recupera del golpe, dicen.

Feijóo nunca ha sido un buen orador, al revés, y les invito a que vean sus comparecencias en el Parlamento gallego. El problema es que ahora se enfrenta a esa realidad sin edulcorar y a un manual instrucciones que, como cuando PSOE y PP estuvieron a punto de llegar a un acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), se le aparece en el momento preciso y en firma de portada de periódico para que no se desvíe. Allí, negro sobre blanco, le habla el sanedrín del PP, anónimo pero archiconocido, sutil pero implacable: "Mátalo, mátalo, mátalo ...". Y no hay manera, Sánchez sobrevive y, en ocasiones, parece crecer, pero no se confíen: Feijóo es tenaz y seguirá entrenando, eso también lo sabemos muy bien en Galicia.

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