Dominio público

Ilegítimos y tóxicos

Ana Pardo de Vera

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, comparece para hacer balance del año 2022, en la sede del Partido Popular, a 29 de diciembre de 2022, en Madrid (España). -Eduardo Parra / Europa Press
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, comparece para hacer balance del año 2022, en la sede del Partido Popular, a 29 de diciembre de 2022, en Madrid (España). -Eduardo Parra / Europa Press

El Partido Popular no ha esperado al inicio oficial del año electoral -lunes 9 de enero- para dejar clara cuál será la posición del partido liderado por Alberto Núñez Feijóo en la larguísima campaña que nos espera; y esta estrategia no ha cambiado nada respecto a las de Aznar, Rajoy o Casado. Parafraseando a Dolores de Cospedal, que fuera número dos del PP durante el liderazgo de Mariano Rajoy y su etapa en el Gobierno, "o nosotros o el caos".

Este domingo, Miguel Tellado, vicesecretario de Organización del PP y hombre de confianza de Feijóo dentro de su núcleo duro gallego, ha tachado de "ilegítimo" al presidente del Gobierno, fundamentalmente, porque, aunque llegó a La Moncloa aupado democráticamente por las urnas, argumenta, al haber incumplido todas las promesas que hizo, y aunque Tellado se limita a poner el énfasis en los acuerdos parlamentarios (esto es, avalados por mayorías) alcanzados con ERC y Bildu, Pedro Sánchez ha perdido toda su legitimidad.

El PP, por tanto y también con el moderado Feijóo, recupera el mensaje al que siempre ha acudido cuando ha estado en la oposición: si no gobiernan ellos, no hay democracia. Para desplegar esta estrategia que va mucho más allá de la confrontación electoral y apela directamente al derribo por "fraude político", según Tellado, Feijóo ha encargado a los suyos que sigan martilleando en Europa contra el Gobierno de coalición de España, sea por las ayudas europeas o sea por la negativa a aceptar la OPA del PP para reformar el sistema de elección del Poder Judicial antes que su renovación.

Al expresidente de la Xunta de Galicia no le frenan ni, por un lado, el fracaso del plan idéntico que desarrolló su antecesor Pablo Casado ni, por otro, las muchas veces que la Comisión Europea ha dado al PP con la puerta en las narices elogiando las políticas del Ejecutivo y pidiendo que se cumpla la Constitución en España y se renueve ya el -éste sí- deslegitimado Poder Judicial, bloqueado por el PP hace cuatro años y cuya representación no se corresponde con la soberana resultado de las últimas elecciones de 2019. Feijóo se juega su propio liderazgo en el PP, y no se vino de Galicia a Madrid para estrellarse a la primera.

El pasado domingo, La Vanguardia recogía las conclusiones del último informe del instituto sueco V-Dem, el llamado Democracy Report 2022. El resultado se muestra pesimista de cara al futuro, por el autoritarismo y las democracias que llama "electorales", es decir, las que se justifican mediante el voto cada equis años, pero sin transparencia ni separación de poderes real, entre otros aspectos que las distancian de las democracias plenas denominadas "liberales".

En este sentido, España no pasa desapercibida en el informe de V-Dem, que alerta de la "polarización tóxica" en sistemas como el de EE.UU., Brasil, Alemania o España, a los que las múltiples crisis derivadas de la pandemia, entre otros factores, han desestabilizado con la aparición de elementos negacionistas, autoritarios y/o de ultraderecha.

El PP ha elegido, sin duda ya, esta toxicidad contra la que alerta el organismo sueco, tratando de competir sin complejos -los que aparentaba Feijóo- por el espacio electoral de Vox, que parece decidido a presentar su moción de censura contra Sánchez para acorralar al líder de la oposición. A pesar de una aparente reducción del voto en las encuestas, los de Santiago Abascal se siguen manteniendo en pie con firmeza y son conscientes del panorama que puede darse tras las elecciones de 2023: que pese a una victoria del PP sobre el PSOE, aquel no gobierne ni sumándolos a ellos, lo que los convierte en un actor imprescindible para Feijóo, en la victoria o en la derrota, y así quieren que este lo reconozca. La renuncia a apoyar los presupuestos en Madrid solo ha sido un aviso. La ultraderecha busca que el gallego los abrace abiertamente y sin complejos, si es que alguna vez Feijóo los tuvo.

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