Dominio público

Guía para informarse sobre el caso Dani Alves

Ana Bernal Triviño

Imagen de archivo de Dani Alves. -Brett Hemmings / Europa Press
Imagen de archivo de Dani Alves. -Brett Hemmings / Europa Press

El caso de Dani Alves revive los bulos y la desinformación de la violencia sexual. Entre otras cosas, como siempre, no son las periodistas especializadas en esta materia quienes suelen dar el contexto, sino que cualquiera sin formación da su opinión como si estuviera en la barra de un bar. 

Con La Manada de Pamplona ya recibimos muchas lecciones, a pesar de que incluso la justicia falló en el inicio del proceso a la víctima. Como las especialistas en estos casos apenas contamos y se premia a los que no saben informar, aprovecho esta columna para que al menos la ciudadanía tenga claridad en algunos aspectos.

1. Sí, estamos en un Estado de derecho. Existe la presunción de inocencia. Y es incuestionable, por ese Estado de derecho también, que exista un Estatuto de la Víctima.

2. Para el acusado existe la presunción de inocencia. Pero eso no es patente de corso para activar en las tertulias una especie de acusación o presunción de culpabilidad directa sobre la víctima, llevando el foco hacia ella, lo que hizo o lo que dejó de hacer.

3. Es compatible respetar la presunción de inocencia y opinar de la víctima con los indicios y pruebas. Incluso se puede creer de forma personal el relato de ella según sus aportaciones y eso no anula la presunción de inocencia hasta que lo determine un juez. Y aunque haya esa presunción se puede informar de las contracciones de la declaración de él.

4. No denuncias que te roban el bolso, denuncias que te han violado, y eso genera un shock emocional y un trauma. Es normal el retraso en denunciar. Eso, sumado a que saben que van a ser cuestionadas, aún más en casos públicos, lleva a muchas mujeres a no hacerlo. En unos años hemos pasado de haber una denuncia por violación cada ocho horas, a cuatro horas. Necesitamos que las víctimas pierdan ese miedo para que no persista la impunidad.

5. Aún así, en el mismo instante en que suceden los hechos la víctima avisa al personal de la discoteca, que llama a los Mossos y se activa el protocolo. Eso permite que la víctima tenga un parte de lesiones que acredite, además, los golpes que ella describe en su denuncia. Es decir, días después, superado el primer shock, denuncia y ratifica.

6. "Ella se fue para la habitación". ¿Y? Y él la llamó o le hizo ir hasta esa zona sin salida. Pero es más, aunque cualquier mujer quiera ir, aunque cualquiera acabe en la cama con alguien, si en algún momento hay una situación violenta para cualquiera, se para. El resto es agredir.

7. Añadir testimonios de amistades y familiares de la persona acusada no sirve de nada. Se puede ser premio Nobel, artista o deportista supremo, que nadie por su profesión queda exento. ¿Quiere eso decir que ya lo condenamos? No, quiere decir que escribir columnas destacando sus logros deportivos no merma ni quita credibilidad a la acusación. Un futbolista no es dios y quizás eso es lo que molesta. Los ricos y famosos también violan.

8. Y no, como escuché ayer en Fiesta, en Telecinco, la nueva ley del "sí es sí" no determina que el testimonio de las mujeres que denuncien hace que ellos acaben en prisión. La nueva ley mejora la atención y recuperación de las víctimas, que antes no tenían nada, pero no entra en el proceso de denuncia ni judicial porque estamos en un Estado de derecho que respeta todas las garantías procesales. 

9. Se acaba en prisión no porque la ley lo diga, ni tampoco la Policía, sino porque una jueza así lo determina después de escuchar a las dos partes y valorar las primeras pruebas e indicios. No se priva de libertad a nadie así porque sí. Y aquí además hay prisión por riesgo de fuga.

10. Si parte de la prensa deja mucho que desear (era previsible) lo que da más vergüenza es que una víctima rechace su indemnización, ante todos esos comentarios que reciben de "ella denuncia para pillar dinero". A ninguna otra víctima, de ningún delito, se las señala de beneficiarse económicamente hasta el punto de que la presión las lleve a renunciar a un derecho que le corresponde. Una muestra más de cómo los prejuicios y la desinformación dañan a las mujeres. Una muestra más de la impunidad del machismo. Y una muestra más de la cultura de la violación que sostiene la sociedad. Sobre todo, cuando enfrente hay un "dios" del fútbol, que se cree intocable porque esa sociedad se lo hace creer así. 

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