Hace dos años, la película Don´t look up (No mires arriba) provocó intensos debates con su sátira sobre el negacionismo. En ella, un par de científicos descubren un meteorito que va a colisionar con la Tierra y cuenta su desesperación por intentar alertar de la catástrofe a políticos y medios que niegan, frivolizan y rechazan la amenazante realidad de las formas más absurdas. En aquel momento la película se vio como una alegoría del negacionismo climático (y lo era); hoy la uso como alegoría de lo que está pasando con la escalada bélica en la guerra de Ucrania, a un año de la criminal invasión rusa.
El 7 de octubre del año pasado el presidente de los EEUU, Joe Biden, lo expresó de forma meridiana: "No nos hemos enfrentado a la perspectiva del apocalipsis como la de ahora desde Kennedy y la crisis de los misiles en Cuba". Apocalipsis, Armagedón, Guerra Nuclear entran en el vocabulario mediático y político como si fueran significantes vacíos, normalizando el uso de un léxico (misiles nucleares, guerra con China -otra potencia nuclear-, más armas, más cazas, más potencia de fuego...) que adelantan la posibilidad de la guerra como algo asumible, justificable y hasta deseable, si atendemos el furor belicista de algunos discursos.
Eso es la escalada bélica: no es solo el rearme del mundo vía más gasto público para comprar armas, sino la naturalización de un lenguaje que lo justifique y, lo más perverso, que haga imaginable lo que nunca ha de ser siquiera concebible.
El anuncio de Putin, durante su delirante, homófoba y parafascista alocución en el aniversario de la invasión, de sacar a Rusia del tratado de desarme nuclear START III, ahonda en esta amenaza, cuya respuesta, desde mi punto de vista, no ha de ser más escalada, ni mirar hacia otro lado, ni responder con la misma testosterona, sino hacer todo lo que esté en nuestras manos para conseguir una paz inmediata en nuestro continente, empezando por buscar un alto el fuego para que dejen de morir personas en Ucrania cada día, a través de una ofensiva diplomática seria, rigurosa y decidida.
Para sacar el Armagedón de un futuro posible hay que hacer camino para evitarlo, no ignorar (en su doble acepción, la de no hacer caso y la de no saber) las consecuencias de una escalada inhumana e irresponsable. La buena noticia es que, a un año del inicio de la guerra, cada vez más gente está levantando la cabeza para mirar de frente al meteorito.
Habermas, el sentido común y las movilizaciones por la paz
El texto con el que el filósofo alemán Jürgen Habermas hace un llamamiento para iniciar en serio una negociación de paz no tiene, como cabría esperar de él, una apelación moral, sino al sentido común y por eso recomiendo su lectura, ya que proviene no de un pacifista (de hecho, nos critica), sino de una persona que sabe pensar y, al hacerlo, apela a la negociación.
En un mundo en el que los gobiernos europeos están siendo percibidos como parte del problema y no de la solución, en muchas ciudades de nuestro continente saldrá gente a la calle en este aniversario pidiendo paz, hartas de una guerra cuyas consecuencias e intereses van más allá de Ucrania. En la iniciativa Europe4Peace estamos recogiendo información sobre las movilizaciones en toda Europa para frenar esta barbarie y que pueden encontrar en este enlace: https://sbilanciamoci.info/europe-for-peace/peace-initiatives/
Concentraciones y manifestaciones en 65 ciudades italianas, 20 en España, en 10 ciudades de Francia, manifestaciones en Londres, Zagreb, Berlín, Lisboa, Viena, Bruselas... y un sinfín de debates que, como el que organizó este periódico hace dos días https://www.publico.es/internacional/armas-no-salvan-vidas-publico-reflexiona-construir-paz-habla-guerra.html ponen en valor la fuerza de las palabras frente discurso militarista y probélico que asola la narrativa política y mediática.
Luchar hoy por la paz es hacerlo por un siglo XXI multipolar, en defensa de una Europa de derechos, pacífica y autónoma frente a esa nueva guerra fría a la que quieren abocarnos. Una de las paradojas más obvias es que la actitud de supuesta fortaleza de los gobiernos europeos bajo la égida de la OTAN está colocando a Europa en una situación de subalternidad. Lo enuncia mucho mejor que yo el pensador Atilio Borón, una de las mejores mentes de nuestros tiempos, al deducir que" Europa se está convirtiendo en un Protectorado de los EE. UU.". Por ello, insisto, luchar hoy por la paz es hacerlo por un mundo multipolar y porque el derecho internacional esté por encima de las alianzas militares.
Y me permito, además, señalar (y les aseguro que con datos que lo respaldan) que luchar hoy por la paz es también luchar contra el cambio climático, otro de los grandes perdedores de esta contienda, al ser la industria militar lo que los expertos en clima denominan un climate killer, un asesino climático. Baste recordar que solo la industria militar estadounidense emite más CO2 que 100 países juntos.
Por todo ello puede que en las calles y definitivamente en los medios, seamos minoría, pero al menos a mí, y espero que a ustedes, me ayuda saber que hay mucha gente que sí está dispuesta a mirar hacia arriba y ver el meteorito para poder evitarlo.
Comentarios
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